Un año más sufriendo los estragos del Fenómeno El Niño y ahora, del ciclón Yaku. El gobierno de Dina Boluarte emite –esta vez- los estados de emergencia para enfrentar las lluvias e inundaciones. La población se organiza y empiezan las donaciones para los infortunados damnificados. ¿La historia se repite? No, se agrava.

El Fenómeno del Niño se produce cada año con mayor frecuencia e intensidad, producto del cambio climático. Así lo demuestra un estudio realizado por el Ministerio del Ambiente y el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (Senamhi)[1] quienes señalan que “el cambio climático ha planteado un gran desafío para el medio ambiente y los ecosistemas globales en el siglo XXI. Se espera que las grandes inundaciones aumenten en muchos lugares del mundo. En el Perú, los últimos cinco siglos ha ocurrido 120 episodios de El Niño” acotan.

El mayor impacto de este fenómeno natural recae en el uso de la tierra, la infraestructura y la demografía -según el estudio- el cual también prevé que la exposición a las inundaciones se multiplicará por tres en el año 2050.

En los países en desarrollo, como el Perú y los de América Latina (con tendencia a la desertificación) las consecuencias más importantes serán la disminución del agua disponible y afectación a las actividades agrícolas.

 

País más vulnerable

El cambio climático ya está ocurriendo en el Perú –desde hace 30 años-, con el deshielo del 22 por ciento de nuestros glaciares, la ocurrencia de más inundaciones,  sequías en la sierra, además de huaycos y deslizamientos en las tres regiones naturales con que cuenta el país (costa, sierra y selva).

Nuestra vulnerabilidad radica en lo económico (por las condiciones de pobreza (52%) y extrema pobreza (21%), además de la dependencia con el medio ambiente, ya que gran parte de la población practica actividades de subsistencia como la agricultura, la pesca, y otras afectadas por el clima; asimismo, el 90% de la población vive en zonas áridas, semiáridas y subhúmedas y, las instituciones encargadas presentan limitada capacidad operativa y carencia de recursos financieros o tecnológicos.

Según el Ministerio del Ambiente, la alerta roja recae sobre las zonas más vulnerables de nuestro país, como las áreas de bosques en la Amazonía (donde se alberga la flora y fauna que son “el mercado y medicina tradicional” para miles de peruanos);  los glaciares en la sierra y, las zonas de pesca en la costa, principalmente.

Lento avance

Y mientras el mundo se orienta cada vez más  a limitar el cambio climático, con acciones y decisiones tanto a nivel de políticas como de la sociedad civil, el Perú sigue priorizando el desarrollo de industrias contaminantes y la población no da muestras de una cultura ni comportamiento ambiental.

De un lado, diversos países como Noruega, Nueva Zelanda, Finlandia, Suiza, Suecia y en otras latitudes vienen implementando soluciones de mitigación para combatir el cambio climático: con el uso de la energía renovable (eólica y solar); la reducción de las emisiones en la agricultura, el uso de la tierra y la silvicultura; la restauración de los ecosistemas y la reducción de la deforestación, el reciclaje, entre otras medidas.

En América Latina el país mejor posicionado en esta lucha es Chile,  seguido de Uruguay y Costa Rica.

Asimismo, en la última COP27, a través de un esclarecedor informe, se señaló como resultado que “el mundo está doblando la curva de las emisiones de gases de efecto invernadero hacia abajo, pero, lamentablemente, estos esfuerzos siguen siendo insuficientes para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 °C (lo que implica como reto, reducir el 43% de las emisiones de gases de efecto invernadero)”[2].

Hay que señalar sin embargo que, en la COP27, los grandes ausentes fueron China, India y Rusia, países con importante nivel de emisiones de CO2 al ambiente (entre 2 mil millones y 10 mil millones de toneladas de CO2); junto a Estados Unidos (más de 5 mil millones), Japón y Alemania.

Una agenda tardía y en dirección equivocada

Y el Perú, pese a la tendencia mundial,  aún se encuentra rezagado en la lucha contra el cambio climático, con consecuencias que afectan directamente a su población. Así, según  cifras de las Naciones Unidas, al 2016, del total de desastres que ocurrían en el país, el 67% estaba relacionado con el clima; cuyas pérdidas al año 2025 representarán 9 960 millones de dólares anuales.

Asimismo, en ese año 5,5 millones de peruanos presentaban vulnerabilidad a las lluvias intensas, 2,6 millones estaban expuestos a sequías, más de 5,6 millones vivían expuestos a heladas y friajes; y 14 millones de peruanos eran vulnerables a la inseguridad alimentaria[3].

Este año, la ocurrencia del ciclón Yaku, nos enseñó que nuestra vulnerabilidad es mayor a medida que aumenta el cambio climático y se suscitan este tipo de fenómenos  naturales. Las cifras son contundentes: 1666 viviendas destruidas, 2510 viviendas inhabitables, 31453 viviendas afectadas. Y lo peor: 69 muertes y más de 10 mil damnificados, según reporte de Indeci.

Actualmente, se han tomado medidas paliativas para enfrentar al ciclón Yaku,  como la alerta en toda la plataforma de Defensa Civil distrital y de Lima Metropolitana circundantes a las cuencas de los ríos Rímac, Chillón y Lurín; el apoyo de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional, el cierre temporal de carreteras; la solicitud al Legislativo para la aprobación de distintos créditos por más de 8,232 millones de soles para la reactivación de la economía (proyecto de ley N° 4482/2022-PE), entre otras medidas.

Y como medidas de fondo, el Perú viene trabajando 154 medidas de adaptación y mitigación frente al cambio climático con cuatro prioridades claves para neutralizar las emisiones de gases de efecto invernadero como: transformación de la matriz energética a energías renovables (biomasa, energía solar, eólica y geotérmica, promoción de la economía circular, soluciones basadas en la naturaleza[4].

Sin embargo, las medidas adoptadas por el país resultan insuficientes para contrarrestar el cambio climático. Y peor aún, los gobiernos de turno cometen crasos errores cuyas consecuencias las veremos a corto plazo, como la no firma del Acuerdo Escazú (para una adecuada gobernanza ambiental), el debilitamiento del ministerio del Ambiente y las instituciones fiscalizadoras, el débil sistema de sanciones por contaminación ambiental (Lotes 192 y 8).

Asimismo, el escaso esfuerzo por la remediación y restauración; la permisividad ante la tala y actividades ilegales que afectan el medio ambiente, débil esfuerzo por rescatar nuestros conocimientos ancestrales que favorecen la sostenibilidad de nuestros bosques y naturaleza;  así como la nula implementación de la energía renovable, entre otras graves falencias.

El futuro del país y sus habitantes está en juego.

 

[1] Ministerio del Ambiente, Senamhi. 2022. Inventario de Datos de Eventos de inundaciones del Perú.

[2] https://unfccc.int/es/news/los-ministros-de-la-cop27-piden-una-accion-climatica-mas-ambiciosa

[3] Ministerio del Ambiente. Contribuciones nacionalmente determinadas – La respuesta peruana al cambio climático. 2017.

[4] Ministerio del Ambiente. Medidas de adaptación y mitigación frente al cambio climático traerán beneficios ambientales, económicos y sociales al país. 2020.