Desde tiempos inmemoriales, se ha intentado abordar la felicidad desde distintos enfoques: filosóficos, humanistas, teológicos, y neuropsicológicos entre otros. Como concepto se podría decir, que ha recorrido un largo camino desde la cultura griega hasta nuestros días, como decía Séneca “todos los hombres, hermano Galeón, quieren vivir felizmente”, y para ello intentamos descubrir qué es. Sin embargo, cada persona posee una respuesta, una definición de felicidad diferente, y es precisamente esa disparidad de opiniones ante una cuestión tan trascendental en la existencia del ser humano una de las razones de la aparición de la ética.

Hay quienes la asocian a un deseo futuro, lo que resulta curioso si consideramos que no somos dueños del tiempo; otros la asocian a momentos efímeros, como si fuera algo circunstancial que nos toca vivir por alineación de los astros, el horóscopo indica cuando nos toca tiempo de sufrimiento o de felicidad. Sin embargo, pareciera haber un cierto grado de acuerdo en definirla como un estado de bienestar para sí mismo. Si esto fuera así…subjetivo, ¿Por qué buscarla en lo externo? El sistema nos bombardea constantemente con cosas materiales que prometen hacernos felices, un automóvil, la casa de nuestros sueños, la pareja ideal en una plataforma digital, etc. Todo esto nos ofrece una satisfacción provisional a nuestros sentidos.

De ahí a que estemos permanentemente en una búsqueda insaciable por conseguir un estado, que no es más que una ilusión, un sueño que probablemente no sea ni nuestro. Cuando la búsqueda se realiza en un estado de plena conciencia, el camino va dirigido hacia nuestro interior, la primera etapa del camino es el autoconocimiento ¿Quiénes somos?, ¿De dónde venimos?, ¿Hacia dónde vamos?, y las siguientes son las distintas fases evolutivas, cada una de ellas requiere cubrir necesidades específicas para poder ser superadas y saciadas.

La sensación de satisfacción personal es totalmente homologable a la de bienestar subjetivo. Por lo tanto, el camino no es complejo, sólo requiere la intención de iniciarlo, las piedras que encontramos son las exigencias impuestas por otros respecto de nuestras propias necesidades y en este plano las redes sociales mal empleadas y nuestra inseguridad sobre lo que verdaderamente deseamos, se transforman en rocas que nos cortan el paso. La felicidad es plenamente alcanzable, pero no es única; como seres vivos estamos en constante cambio, y así también cambian nuestras necesidades y aspiraciones. De allí a que la búsqueda de la felicidad se emplace como una tarea personal, con una mirada introspectiva, en relación a nuestro entorno social para dotarlo de sentido.

Muchas veces he oído, «para poder saborear la felicidad es necesario haber sufrido antes», y lo único que me inspira es responder con otro refrán. «mal de muchos, consuelo de tontos». En la actualidad hay muchas personas sufriendo en el mundo, de diferentes razas y culturas, y nada les garantizará alcanzar la tan deseada felicidad si no la encuentra en su interior y se expresa en su medio inmediato.

La felicidad desde nuestra perspectiva es una filosofía optimista de la vida, que está al alcance de todos los que intencionen un grado de coherencia entre sus sentimientos, pensamientos y actuar, en una misma dirección en el mundo.

Les invitamos a iniciar este camino, porque no hay otro que merezca más la pena vivir.

Francis Avalos y Gladys Mendoza

Miembros de Convergencia de las Culturas – Chile