Dos ciclones sucesivos azotaron en menos de una semana a la población de Vanuatu.

Los ciclones tropicales «Judy» y «Kevin» produjeron a su paso severos daños de infraestructura y cientos de personas vieron destruidos sus hogares, en general, de construcción precaria. Fuertes ráfagas de viento y copiosa lluvia cayeron sobre la capital Port Vila, ocasionando la evacuación de muchas familias. Hasta el momento, no se han reportado víctimas mortales.

El gobierno del primer ministro Ishmael Kalsakau decretó el estado de emergencia y ya han llegado las primeras ayudas desde Australia. También arribaron técnicos de Nueva Caledonia para restaurar parcialmente la electricidad y traer ayuda humanitaria. Asimismo se espera el arribo de elementos para paliar la emergencia desde Fiji y Nueva Zelanda.

El periodista Dan McGarry, reportando en directo desde la zona afectada tuiteó «Innumerables casas de comunidades informales resultaron dañadas o destruidas. Los ciclones causan daños de forma indiscriminada, pero los más vulnerables de la sociedad son los que más los sufren.»

Mientras tanto, un terremoto de magnitud 6.5 ha sacudido las costas del archipiélago, situado en el Pacífico Sur, al sudeste de las islas Salomon y al oeste de Fiji.

Según el Servicio Geológico de Estados Unidos, el sismo se produjo poco después de las 5 de la mañana, hora local, y tuvo una profundidad de 10 km.

Vanuatu, que logró su estatus de república independiente en 1980, ya había sufrido con anterioridad desastres naturales, de los que sus habitantes no han logrado reponerse del todo.

En Marzo de 2015, el ciclón Pam impactó causando 11 muertes y graves daños, mientras que en Abril de 2020, el ciclón Harold se abalanzó sobre el poblado de Luganville, ocasionando grandes pérdidas materiales allí y en cuatro islas más.

Según Naciones Unidas, los 38 Estados miembros y 22 miembros asociados que la ONU ha designado como Pequeños Estados Insulares en Desarrollo se encuentran atrapados en una cruel paradoja: son responsables colectivamente de menos del 1% de las emisiones mundiales de carbono, pero están sufriendo gravemente los efectos del cambio climático, hasta el punto de que podrían llegar a ser inhabitables.

Es tiempo de dejar las declaraciones altisonantes y actuar decididamente para nivelar las condiciones de vida de todos los habitantes del planeta.