Las cumbres sobre Cambio Climático, como la COP 27 del año 2022 realizada en Egipto siguen teniendo, según nuestro criterio, un enfoque equivocado. No dudamos de que muchos de los participantes tienen la mayor y mejor voluntad de lograr avances. Más, sin embargo, todo parece indicar que se trata de un asunto de paradigma.

Por Allan Astorga

Hay una confusión de objetivos, prioridades y expectativas. Trataremos aquí de analizar, por tanto, algunos de los cambios más importantes que se requieren implementar en el contexto de esas negociaciones.

Un problema de raíz: la petición de los países pobres por recursos: en primer lugar, las negociaciones no pueden centrarse en el hecho de que los países pobres se pasen pidiendo recursos de compensación a los países ricos. Fondos que quieren dedicarse en la mitigación y adaptación a los efectos del Cambio Climático, como si las acciones con objetivos preventivos y correctivos no urgieran.

Son tantos los reclamos y las variantes de éstos que es muy difícil priorizarlos. Se produce mucho desgaste en la competencia entre los países para buscar recursos.

Se tiene que tener claro que, aunque hubiera recursos y los mismos se entregaran a los países pobres, eso no significa que se haga algo verdaderamente efectivo contra el Cambio Climático y el desequilibrio en que se encuentra la Ecosfera terrestre.

Tampoco se tiene claro en qué terminarían esos recursos. No podemos olvidar el grado de corrupción que existe en nuestros países. Muchos de esos recursos terminan en consultorías innecesarias y muchos escritos con propuestas que recomiendan más de lo mismo.

Al final, parece que las negociaciones hasta ahora se han desgastado en cosas superficiales y no en asuntos verdaderamente efectivos. El avance es muy reducido, para no decir que es negativo.

Perspectiva de la crisis de la Ecosfera terrestre: La Crisis Climática no ha terminado y más bien está empeorando. Todavía no es hora de ponerse a pagar compensaciones. Los recursos deben ser invertidos en acciones preventivas globales.

Pero, la crisis climática es solo uno de los varios indicadores del desequilibrio de la Ecosfera terrestre. La pérdida de bosques (principalmente tropicales), la degradación y la extinción de la vida y la biodiversidad en zonas terrestres y marinas, la degradación del suelo, la situación de contaminación de las aguas superficiales y subterráneas y la contaminación de los océanos y su disminución de su capacidad de aportación de pesca, son solo algunos de los grandes problemas que urge atender.

Las acciones que apremia tomar deben ser locales, pero con visión planetaria, es decir, de acción ubicua. La efectividad de las acciones debe llevar como resultado dar insumos a los gobiernos locales para que, junto con sus comunidades, puedan tomar acciones concretas en sus territorios jurisdiccionales. Mientras esto no se haga no podemos decir que estamos avanzando.

Las acciones a desarrollar tienen que tomar en cuenta la atención de corrección de los límites planetarios que están en zonas críticas y que tienen a la Ecosfera terrestre en un significativo estado de desequilibrio ambiental. Esto, mientras se promueve el desarrollo económico y el progreso humano que debe sostener una población humana de más de ocho mil millones de habitantes en todo el planeta.

Enfoque de gobiernos locales: como hemos señalado antes la clave para implementar acciones efectivas contra el Cambio Climático y en la lucha por restaurar el equilibrio de la Ecosfera terrestre son los gobiernos locales. Esto, por cuanto se requieren acciones locales, puntuales, pero con alcance global por su ubiquidad. Solo cuando empecemos a tomar este tipo de acciones podremos decir que realmente estamos en el camino correcto.

Podemos preguntarnos, cómo hacer para que un municipio de una zona rural pobre de Honduras o de Bolivia, o de Nigeria o de Indonesia realicen acciones concretas por restaurar el equilibrio del planeta.

Se requiere que esos gobiernos locales dispongan de información ambiental inteligente, de datos para ordenar y planificar su territorio de forma tal que como parte de sus medidas de desarrollo incorporen, con criterio y orden, medidas específicas para controlar la contaminación, restaurar suelos, bosques y biodiversidad, realizar gestión preventiva del riesgo, impulsar la agricultura y ganadería regenerativas y promover un progreso económico sustentable.

El financiamiento desde los países desarrollados debe basarse en esto. Es decir, que los gobiernos locales desarrollen plataformas de acción local con alcance global. Caso contrario siempre de desarrollará desconfianza en lo referente al manejo de los recursos, con lo cual se retardará cada vez más el inicio de aplicación de acciones efectivas.

En este contexto, resulta estratégico y prioritario atender la región tropical y subtropical, dado que es primordial recuperar bosques y ecosistemas de estas latitudes.

La ventaja que esto tiene es que, además de actuar en pos del equilibrio de la Ecosfera terrestre, también se estaría impulsando la recuperación y el progreso socioeconómico de los países tropicales muchos de los cuales son países pobres y la principal fuente de migración hacia el hemisferio norte.

El inicio de la recuperación del equilibrio de la Ecosfera Terrestre y la ralentización de los efectos del Cambio Climático tiene que ir aparejado con una mejora de la situación socioeconómica de los países más pobres. Se trata de objetivos que pueden se logrados simultáneamente aplicando las mismas acciones. Esto es vital comprenderlo.

COP 15 de Biodiversidad: una buena noticia que nos llena de esperanza: los resultados son positivos y esperanzadores. Ha habido acuerdo para que, con meta en el 2030, la humanidad restaure el 30 % de los ecosistemas terrestres y el 30 % de los ecosistemas marinos.

Algunos expertos consideran que ese es el umbral crítico para evitar los efectos de una extinción masiva de especies.

La noticia es buena, pero todavía falta lo más difícil que es su implementación. No obstante, es un gran comienzo.

Los pasos a seguir: hemos sido insistentes que las acciones globales no son suficientes. Se requiere implementar acciones locales, pero ubicuas. Todos los gobiernos locales del planeta tienen las mismas tareas y las mismas parten de realizar un efecto ordenamiento ambiental de su territorio, así como una correcta planificación territorial y del uso de sus recursos.

La inversión desde los países con mayores recursos debe ir encaminada a financiar el desarrollo de acciones concretas en los gobiernos locales del mundo. Es vital desarrollar un mecanismo de financiamiento para el desarrollo de suelos, bosques y biodiversidad en países tropicales, así como en el impulso por el desarrollo de la agricultura y la ganadería regenerativas.

Es fundamental empezar la descontaminación de los océanos y el impulso al desarrollo de la vida y la biodiversidad marinas.

Mientras no empecemos a desarrollar estas acciones, todavía no podremos afirmar que estamos avanzando en la lucha contra el Cambio Climático y por la restauración del equilibrio de la Ecosfera terrestre. Tenemos una ardua tarea por delante, pero posible de lograr.