La Cumbre de Montreal sobre la biodiversidad ha reconocido que la superficie de nuestro planeta se encuentra en grave peligro debido a la inminente desaparición de millones de especies indispensables para el equilibrio ecológico de los ecosistemas. Sin embargo y a pesar de una serie de acuerdos en los que, sobre todo, se comprometen los 195 países participantes a invertir millones de dólares en financiación nacional e internacional relacionada con la biodiversidad de fuentes públicas y privadas, estas medidas no son eficaces, ya que además de no cumplirse, pueden entrar intereses de maquillaje verde o se beneficien las empresas conservacionistas con proyectos interesados. No hay que olvidar que en 2010 el Convenio sobre la Biodiversidad Biológica, que se celebró en Nagoya (Japón) y donde se acordaron  unos objetivos de protección para la década pasada, no se ha visto cumplido en 2020 en ninguna de las 20 metas fijadas.

Greenpeace denuncia en un comunicado de prensa que “Los intereses de las corporaciones y las falsas soluciones se han estado infiltrando en las conversaciones  sobre biodiversidad de principio a fin. Las soluciones basadas en la naturaleza y las compensaciones de biodiversidad pueden suponer errores costosos. Los escándalos y el lavado verde que se ven hoy en la compensación de carbono son lo que estará en el menú de la biodiversidad mañana”.

El Representante de la República Democrática del Congo (RDC) no estaba de acuerdo con el texto del acuerdo cerrado y, sin embargo, es uno de los países donde la corrupción acampa a sus anchas y donde ya se están concediendo terrenos, que  se encuentran en Parques Nacionales, a empresas para explotar el gas, el petróleo y otros minerales de alto valor para la industria. De igual forma, la RDC no ayuda ni financia a los grupos ecologistas nativos que, por voluntad propia, se han comprometido a la conservación de su riqueza biológica. Por otro lado, el ministro chino de Ecología, que ha presidido la cumbre, dio por aprobado el pacto firmado anunciando ser “histórico”, cuando precisamente muchas multinacionales chinas son responsables de la destrucción de las selvas tropicales, como en Indonesia donde varios megaproyectos están poniendo en riesgo de exterminio a los Tapanuli, una especie ancestral de orangutanes descubierta hace pocos años y de la cual solo existen 600 ejemplares.

Y así, analizando uno a uno a la mayoría de los  países participantes en la cumbre de Montreal, puede observarse sin error, cómo los políticos acuerdan decisiones de cara a la sociedad y después actúan contrariamente en un acto de hipocresía y engaño de incalculable desfachatez. Ya la Unión Europea reconoce que, para minimizar el riesgo de deforestación y degradación forestal asociado con los productos  importados o exportados, se debe reducir el consumo de la carne de vaca, el aceite de palma, madera, café, cacao, caucho y soja. Productos todos ellos que degradan y destruyen la biodiversidad de nuestro planeta por una explotación abusiva y no sostenible.

Otro de los puntos tratados en el denominado Marco Mundial de Biodiversidad Kunming-Montreal, es la de reducir a la mitad el exceso de nutrientes como el riesgo general que representan los plaguicidas y los productos químicos altamente peligrosos para la naturaleza. Pero, en esta decisión, olvidan igualmente que quien tiene todo el poder de producción referente a los productos químicos y fitosanitarios, son las multinacionales que no van a consentir, bajo ningún concepto, perder un negocio tan rentable y para ello cuentan con la compra de políticos que siempre les protegerán.

Si algo bueno ha salido de esta nueva cumbre es que se ha reconocido abiertamente la importancia de los roles, territorios y conocimiento de los pueblos indígenas.

El informe de Greenpeace resalta que “la nota alta de la COP 15 es el reconocimiento del trabajo insustituible de los Pueblos  Indígenas en la protección de la biodiversidad. Los Pueblos Indígenas son los guardianes  más capaces y conocedores de la naturaleza. Si los pueblos indígenas están en roles de liderazgo, hay mucho potencial para la protección de la biodiversidad. La protección basada en sus derechos es el futuro de la conservación”.

Solo con que esos millones de euros acordados en la Cumbre para la defensa de la biodiversidad, en lugar de darlo a proyectos o maquillajes verdes, o a empresas conservacionistas, se lo dieran directamente a los pueblos indígenas para la protección de sus territorios, hubiera sido la única solución válida y segura para conservar la biodiversidad. Las naciones indias del mundo ocupan el 80% del territorio sensible del planeta. De dar facultad a los Pueblos Indígenas para la gestión de sus tierras, habremos salvado sin duda nuestra biodiversidad que es la de todos.

Sin embargo y pesar de estas declaraciones, el genocidio de los Pueblos indígenas continúa impunemente con la expulsión de sus tierras o el asesinato de sus líderes, a pesar de ser ciudadanos de muchos de los países participantes en Montreal. Ahí tenemos al Pueblo Indígena Qom de Formosa (Argentina), cuyo líder, Félix García, lleva acampado un año y medio frente a la casa rosada de la Presidencia del Gobierno de Argentina solicitando una entrevista con el Presidente. ¿No hay mayor desprecio en esta ignorancia a pesar de reconocer Argentina la protección de las comunidades indígenas por su constitución o la firma del acuerdo de Montreal?

Sin embargo Canadá, el país anfitrión, ha dado un giro de 90 grados en su política en relación a los indígenas y ha puesto en marcha un modelo de conservación apoyado en la ciencia y contando con las comunidades locales e indígenas para proteger inmensos territorios.

No hay duda que todos los indicadores señalan que la gran esperanza de la humanidad la tenemos que poner en manos de los pueblos indígenas, no en los políticos y sus nefastas decisiones y engaños. Se debería organizar una gran cumbre de pueblos indígenas y estados, donde se pongan en la mesa los verdaderos problemas y las soluciones, donde los pueblos originarios, guardianes desde siempre de la biodiversidad del planeta, sean los que dirijan la cumbre, expongan las soluciones, se les financien y se les entregue sus tierras robadas. Naciones Unidas debe poner en funcionamiento un organismo dirigido por representantes indígenas, cuya función sea la puesta en práctica de los acuerdos que se firmen y la vigilancia de su cumplimiento.

Según el último informe global del Panel Intergubernamental de expertos sobre Biodiversidad (IPBES), las comunidades nativas tienen el control o viven en más de un cuarto de la superficie terrestre. Para Fernández-Llamazares, investigador del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambiental (ICTA) de la Universidad Autónoma de Barcelona y experto del IPBES: “Es imposible afrontar la crisis de la biodiversidad sin contar con la participación y la sabiduría de los Pueblos Indígenas […] Tenemos evidencias científicas muy claras de que los sistemas de gestión del territorio de los pueblos indígenas suelen ser muy sofisticados y efectivos a la hora  de prevenir la erosión de la biodiversidad […] Se ha descubierto que la riqueza de anfibios, aves o mamíferos es mayor en las zonas gestionadas por los pueblos nativos, gracias a prácticas tradicionales”.

La sociedad mundial necesita un cambio radical para que podamos entre todos levantar lo que se nos cae encima sin remedio, ese cambio del clima originado por el ser humano que está descontrolando las fuerzas de la naturaleza. Tenemos la solución, no lo dicen ellos, lo dice la ciencia. Los veladores de la biodiversidad son, sin duda alguna, nuestros queridos pueblos indígenas que, con su sabiduría, nos dan lecciones de progreso, humildad y sabiduría.