POEMA

 

 

 

 

Llevo encarnada

la acidez de tus palabras,

aquellas frases que en la unión, crearon un acúmulo de balas oxidadas.

 

Así voy rodando por la vida,

junto a esa red de mentiras,

que entre el polvo, me van dejando afuera 

Enmudecida

Desilusionada

Disminuída.

 

En mi andar 

Voy lanzando palabras que se las come el viento,

que se esfuman,

se silencian 

y se convierten en “H” muda.

 

Así, corriendo entre los huracanes me encuentro,

para buscar mi fuerza,

y ese ojo que nunca encuentro

y que me hace mirarme por dentro.

 

Callar ha sido mi firmamento,

la muralla que evita la furia del viento,

el arma que lanza balas con acierto

y que engaña al enemigo que llevo a cuestas.

 

Así, en mi prisión encarnada,

con ese vacío que a mi corazón agita,

el calor que a mis manos encoge,

la parálisis de mis piernas que detienen la marcha 

y ese adormecimiento de la lengua

que olvida, que el discurso domina.

 

¿Qué difícil es salir del abismo?

cuando las redes están truncadas,

las emociones patologizadas,

tu cuerpa colonizada por la culpa

y tu palabra que aparenta fantasía

en los labios del que fantasea.

 

Hoy parece un buen día para asomarse por la ventana,

para dibujar a través del cristal empañado,

para que la mirada se escape con el sol,

para que el aire me devuelva la inspiración,

para que las gotas de lluvia deslicen mi malestar por la tierra.

 

Hoy quiero hablar del fuego que me quema

De la debilidad que me fue instaurada

De la pérdida de amor que se fue con el atardecer 

De esa yo olvidada

Que hoy vuelve a nacer con el canto de mi voz.