Por Mario Lubetkin*

Este octubre estará marcado como un nuevo momento de reflexión y acción ante las crecientes dificultades que se verifican en el campo de la seguridad alimentaria.

El 16 de octubre se conmemora el Día Mundial de la Alimentación, y como en otros años, en el mundo, y en especial en América Latina y el Caribe, se realizarán cientos de eventos promovidos por gobiernos, instituciones regionales y locales, parlamentarios, alcaldes, organizaciones civiles, del sector privado y del mundo académico para reflexionar hacia dónde vamos en materia de seguridad alimentaria, en especial ante la transformación de los sistemas agroalimentarios.

Pero esas reflexiones, así como los múltiples proyectos, leyes parlamentarias, políticas públicas y acciones privadas, actividades en el campo, en las ciudades y evaluaciones permanentes en el mundo universitario, que se han ejecutado o decidido en estos años, y que fruto de las preocupaciones existentes son parte de la creciente actividad en nuestra región, entrarán en un momento de síntesis en el mes iniciado.

El 16 de octubre de 1945, en el Chateau Frontenac de Quebec (Canadá), nació la FAO, la Organización de Naciones Unidas (ONU) líder en temas alimentarios y agrícolas. Fecha ésta que la ONU eligió como el Día Mundial de la Alimentación.

América Latina y el Caribe podrían alimentar hoy a más de mil 300 millones de personas, el doble de su población. Sin embargo, 56 millones de habitantes viven con hambre, 8.6 por ciento de todos sus habitantes.

En 2021, 40 por ciento de su población (unos 268 millones de personas) se encontraba con inseguridad moderada o grave, y 14 por ciento (más de 93 millones), atravesaba la situación más grave de hambre.

Hoy, el sobrepeso en los niños representa ya 7.5 por ciento de la población infantil de menos de cinco años, mientras la obesidad en adultos mayores de 18 años supera 24 por ciento.

Esto significa que tenemos la absurda realidad de una doble carga de malnutrición: hambre, sobrepeso y obesidad.

En América Latina y el Caribe, la región con mayor costo de una dieta saludable en el mundo, 22 por ciento de su población, 131 millones de habitantes, no accede a alimentos saludables. Esto en una realidad en la cual la región genera 14 por ciento de la producción alimentaria global, alberga 45 por ciento del comercio internacional neto de productos alimentarios, además de 23 por ciento de las exportaciones mundiales de productos agrícolas y pesqueros. Cuenta con 17 millones de agricultores y 2 millones de pescadores, la inmensa mayoría productores familiares de pequeña escala.

Los niveles de pobreza y hambre que la región arrastra desde hace ya tiempo, más los efectos del covid-19 y los actuales conflictos militares, así como los devastadores efectos del cambio climático, en especial en las zonas rurales, han generado una inseguridad creciente, en especial si nos proyectamos a los próximos años.

Por eso debemos avanzar rápidamente en la transformación agroalimentaria, recurriendo a procesos de transición que consideren los intereses nacionales y locales, con atención especial en la producción sensible y la nutrición correcta, con transparencia de mercados y comercio, con capacidades técnicas y de innovación, mejorando las políticas públicas, los sistemas educativos alimentarios, con mayor protección social y coherencia en las políticas sociales, económicas y ambientales. Asimismo, debemos adaptarnos al cambio climático a partir de acciones anticipatorias ante las amenazas ambientales y reduciendo las emisiones de los sistemas agroalimentarios, en especial por deforestación y degradación de bosques y suelos.

Las iniciativas de este mes especial iniciaron el 29 de septiembre con múltiples eventos focalizados en el Día Internacional de la Pérdida y Desperdicio de Alimentos (más de 220 millones de toneladas al año), seguirán en los días alrededor del 16 de octubre en todas las capitales y muchas otras ciudades de América Latina y el Caribe, con variadas iniciativas y la presencia de múltiples protagonistas de este enorme desafío que nos debe llevar a la eliminación del hambre y la pobreza como acordaron más de 170 jefes de Estado y gobierno en 2015 en la ONU.

Pocos días después, en Roma, sede central de la FAO, se realizará por primera vez una semana focalizada en las potenciales nuevas inversiones en los sectores agroalimentario, la ciencia y la innovación para la seguridad alimentaria, con la participación de numerosos presidentes y ministros de nuestra región. Igualmente, realizaremos en paralelo en América Latina, en modo virtual, eventos sobre los desafíos de la innovación agrícola y la seguridad alimentaria.

Este mes especial culminará en los primeros días de noviembre, cuando lanzaremos desde nuestra sede regional en Chile, en conexión simultánea con cada una de las capitales de América Latina y el Caribe, el informe Panorama, nuestro principal informe anual que proporciona un análisis actual y pormenorizado de la seguridad alimentaria y nutricional de nuestra regional.

Será un mes de reflexión y acción, para pensar nuestro futuro actuando con sinergias, integración e ideas claras de iniciativas, proyectos y programas de presente y de futuro, para revertir las actuales tendencias negativas.

 

* Subdirector general y representante regional de la FAO para América Latina y el Caribe

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