Desde la Red Humanista de Noticias de Salud REHUNO Salud ponemos en marcha un lugar de intercambio donde encontramos una nueva mirada sobre la vida cotidiana basada en una psicología experiencial y existencial (la Psicología del Nuevo Humanismo), y que da unas propuestas concretas de trabajo personal para llegar a un sentido pleno de nuestra existencia y a una vida libre de sufrimientos innecesarios. No es, por tanto, una psicología terapéutica ni que trate sobre ninguna patología, sino que va dirigida a cualquier persona que quiera comprenderse a sí misma y tener herramientas, si así lo desea, para iniciar un cambio positivo en su vida. El bienestar psicológico es sin duda una de las bases de la salud integral, por ello es un aspecto al que hay que atender. Te invitamos a poner en práctica estas propuestas y también a que te comuniques con nosotros y nos cuentes tu experiencia. ¡Escríbenos!

Por Jordi Jiménez

En el ser humano hay una serie de puntos de control desde los que podemos dar respuestas al mundo externo e interno. Llamaremos «centros de respuesta» a estos puntos. Distinguiremos los siguientes: centro vegetativo, centro motriz, centro emotivo y centro intelectual. Cada uno de ellos se especializa en una tipología de respuestas. Por ejemplo, el centro vegetativo regula los mecanismos biológicos por lo que sus respuestas se dirigen sobre todo al interior del cuerpo; el centro motriz se encarga de los movimientos corporales, de la movilidad; el centro emotivo regula los sentimientos y emociones como respuestas a fenómenos internos y externos; y el centro intelectual regula la elaboración de respuestas pensadas, la relación entre estímulos distintos, la relación de datos y el aprendizaje, como se explica en el libro Autoliberación.

Desde un punto de vista fisiológico estos centros pueden estar muy distribuidos y alejados en el cuerpo. Por ejemplo, la actividad motriz está repartida por casi todo el cuerpo, en el sistema muscular estriado. Sin embargo, desde una perspectiva experiencial podemos englobar esa actividad repartida fisiológicamente en un único centro al que llamamos motriz ya que su registro es el de la movilidad del cuerpo.

Registro energético de la actividad

Desde ese mismo punto de vista, el del registro interno, se podría decir que toda esta actividad se experimenta como una energía de tipo psicofísico. Desde una perspectiva fisiológica se trata de impulsos electroquímicos, de sustancias endocrinas, etc., pero nosotros nos centramos en el registro experiencial de esa actividad y ese registro es energético. Cualquiera de nosotros puede notar que hay días que tiene más energía que otros. Hay momentos en que estamos muy activos y otros en que necesitamos descansar, lo que se experimenta como que hay diferentes niveles de energía en los centros de respuesta y en la actividad en general. También hay días que estamos más «emocionales» y otros que estamos más «movidos», por ejemplo. Esto también muestra diferentes niveles energéticos en los diferentes centros de respuesta que además pueden ir ciclando con el tiempo.

Ubicación espacial de los centros

Podemos hablar entonces de un circuito energético por el cual van circulando los impulsos y las respuestas. Los centros de respuesta tienen un orden y una ubicación espacial concreta: el centro ubicado más abajo es el vegetativo. El siguiente es el motriz, más arriba, el centro emotivo y por último el más alto el centro intelectual. La ubicación espacial de tales centros también viene dada por el lugar donde se da el registro de la actividad de cada centro y que coincide con el orden en el que circula la energía. El registro intelectual se suele tener en la cabeza, el emotivo en el corazón y el motriz en el abdomen. El centro vegetativo suele tener un registro más difuso y repartido por todo el cuerpo, aunque una de sus partes, el centro vegetativo-sexual, se registra en la zona más baja del tronco que corresponde a los órganos sexuales.

Por otro lado, la velocidad de respuesta de los centros es inversamente proporcional a su complejidad. El centro vegetativo es el de respuesta más rápida e inmediata (más refleja, por tanto, más simple) y el centro intelectual es el de respuesta más lenta (más diferida, más compleja).

Secuencia de circulación energética

Como hemos dicho, la energía circula siguiendo cierto orden, cierta secuencia y esta es siempre de abajo hacia arriba, pero no al revés. Es decir, desde lo vegetativo la energía sube hacia lo motriz, lo emocional y por último lo intelectual. Esto quiere decir que es el sistema vegetativo el que genera y distribuye la energía por el resto del circuito haciéndola circular hacia arriba, lo cual tiene distintas implicaciones. Por ejemplo, poniendo en marcha una actividad en el centro motriz podemos hacer subir la energía al resto de centros superiores: el emotivo y el intelectual, pero observaremos que el vegetativo (que está abajo) pierde energía. También en una situación emocional positiva, por ejemplo, con la pareja, observamos que nuestros pensamientos se aclaran y se suavizan, pero no tenemos ganas de salir a correr (la motricidad pierde energía). 

Sin embargo, si pienso desde el intelecto que debería sentir tal o cual cosa, no va a ocurrir nada. O bien, pienso que voy a salir a correr y, como siempre, no ocurre nada y me quedo en casa. Desde un centro superior como el intelecto no circula energía a los centros que están abajo, tal como hemos dicho y cómo podemos comprobar por nosotros mismos. Por supuesto que por mucho que piense en que mi tensión sanguínea baje (centro vegetativo), ésta no va a bajar lo más mínimo. El centro vegetativo es totalmente inmune e indiferente a nuestros pensamientos. La energía no circula hacia abajo.

Circuito centros de respuesta

Imagen: esquema de los centros de respuesta

Pero hay una excepción a este mecanismo de circulación de la energía hacia arriba. Los centros se pueden dividir en tres partes: la parte intelectual, la parte emotiva y la parte motriz. Por ejemplo, en el centro intelectual, su parte intelectual trabaja con las abstracciones; su parte emotiva trabaja con los hábitos intelectuales (gustos, curiosidad); y su parte motriz es la que trabaja con las imágenes. En el centro emotivo, su parte intelectual trabaja con las intuiciones; su parte emotiva con los hábitos emotivos; y su parte motriz con las pasiones. Pues bien, por la parte motriz de los centros sí que puede bajar energía de arriba hacia abajo. Un ejemplo claro fue el que pusimos en artículos anteriores: las imágenes. Imaginar una situación con claridad, metiéndose bien en ella, produce emociones, produce movimiento en el cuerpo y puede producir alteraciones vegetativas (como en el caso de las arcadas).

Sin embargo, también puedo visualizar algo y no sentir nada ni que se mueva ni un músculo, este circuito puede trasladar energía hacia abajo o no, depende de la intensidad de la imagen. Algunos creen que sólo por visualizar algo se producen cambios de todo tipo, incluso corporales, pero esto sólo ocurre cuando esas imágenes son «vividas» o experimentadas en profundidad, con carga. Por ejemplo, si uno visualiza de forma vívida la muerte de un ser querido, puede llegar a sentir todo tipo de cosas, incluso empezar a sentirse físicamente mal (nauseas, mareos…), sin embargo, si uno visualiza que le baja la tensión sanguínea, no ocurrirá nada, sólo bajará un poco si relajo el cuerpo y me distiendo bien, es decir, por acción del cuerpo, no de una imagen. De hecho, son las cargas emocionales las que producen cambios en el cuerpo y no tanto las imágenes en sí.

Interrelación de los centros

De todas formas, las cosas no están tan separadas entre sí, las explicamos así para que se entienda mejor, pero todo está muy interconectado con todo y esto es de gran importancia. Por ejemplo, si uno de los centros está utilizando mucha energía los otros tienden a bajar su actividad por falta de energía. Si estoy enfermo, el centro vegetativo está tomando toda la energía posible para tratar de reparar el desajuste y el resto de los centros trabajan al mínimo: no tengo energía para moverme, mis emociones están neutras, flojas, y tampoco puedo pensar con claridad. Si, por el contrario, estoy haciendo una intensa actividad intelectual mi motricidad y mi sistema vegetativo trabajan al mínimo (puedo estar horas sin comer y sin moverme). 

También puedo observar que si tengo mucho gusto por esa actividad intelectual (energía emotiva positiva) me resulta más fácil mantenerme en ella que si siento disgusto o emociones más bien de rechazo.  Esto muestra ese trabajo en interrelación de los centros. 

En un próximo artículo hablaremos de los registros que se producen cuando la energía de todos los centros va en la misma dirección y cuando las direcciones de esa energía son divergentes.

Si quieres debatir sobre el tema puedes escribirnos aquí mismo.