Por Marcelo Castillo Duvauchelle*

En mi pantalla leo una noticia (1) de emol que dice: “Estudio revela que 36% de los establecimientos educacionales percibe peores niveles de violencia a los de 2019”.

Primero decir que me provoca mucha preocupación el acostumbramiento a ver noticias de hechos de violencia en las escuelas y liceos del país. Tras las cifras que se señalan en dicha nota de prensa, hay personas que lo están pasando mal y que necesitan políticas que vayan en la senda opuesta: de la no violencia. Es una realidad que por largo tiempo ha venido afectando los procesos educativos y la convivencia de un alto número comunidades escolares, especialmente en estudiantes y docentes. El año 2001 fue “El Mochilazo”, donde los estudiantes secundarios expresaban su repudio a la educación del excesivo control, del autoritarismo y los abusos en recintos escolares e incluso lo denunciaban como fenómenos presentes más allá en toda la sociedad chilena, luego el año 2006, las movilizaciones de alumnos secundarios más masivas de la historia “La Revolución Pingüina”, entonces las consignas eran por el derecho a la educación pública gratuita y de buen nivel para todas y todos, derogación de la Ley Orgánica Constitucional de Enseñanza y otros. Salieron a las calles a denunciar la creciente privatización del sistema educacional chileno y la mantención de políticas educativas heredadas de la dictadura cívico-militar.

El año 2011 emerge con fuerza la movilización de los estudiantes universitarios, también apoyada por estudiantes secundarios, un movimiento considerado como uno de los más importantes de los tiempos post dictadura. Removió al país y abrió el debate sobre aspectos que se consideraban imposibles o “irreales”, por ejemplo “Educación gratuita y de calidad” o cambios al sistema de acceso a las universidades. En las calles las consignas eran de rechazo a las políticas educativas, al rol subsidiario del Estado, la discriminación, el endeudamiento por estudiar, entre otros. “La educación no se vende, se defiende”, se gritaba en las calles de las principales ciudades chilenas. En este episodio de movilizaciones se alzaron líderes estudiantiles que hoy ocupan altos cargos, comenzando por el actual Presidente Gabriel Boric.

“Me gustan los estudiantes

Porque levantan el pecho

Cuando le dicen harina

Sabiéndose que es afrecho

Y no hacen el sordomudo

Cuando se presenta el hecho

Caramba y zamba la cosa

¡El código del Derecho!”

Fragmento canción : “Me gustan los estudiantes”, de Violeta Parra

Posteriormente a fines del 2014 se produjo “La Rebelión de los Profesores”, en plena discusión sobre los alcances de lo que después sería la Nueva Educación Pública, incluido el sistema que regularía la Carrera Docente, dando cuenta del malestar y agobio del profesorado. En las marchas se escuchaba una y otra vez las voces docentes del norte, el centro y el sur de Chile, cuestionando la reformas educacionales que eran más de lo mismo, estandarización, privatización, precarización en las escuelas municipales, en definitiva, que no tocaban el modelo de educación de mercado.

En resumen, frente a una realidad que los violentaba, se expresaron los estudiantes, después los docentes, sin embargo, los distintos gobiernos dejaron pasar la oportunidad de fortalecer la educación pública, conectarla con un proyecto de desarrollo país, recuperar el prestigio que tuvo en el pasado y con ello superar aquellos factores de presión, verticalismo, segregación, agobio y violencia al interior de las comunidades educativas. Hablamos de distintos gobiernos que han aparentado escuchar pero en los hechos no han escuchado.

De manera sucinta ésta es la historia reciente de aquellas decisiones de política educativa que están en la base de una violencia escolar que se ha venido anidando en el aula, en la institución escuela y en todo el sistema educativo en sus distintos niveles.

El presente año desde el MINEDUC se han anunciado programas como Habilidades para la Vida, Seamos Comunidad y otras medidas e iniciativas legales, sin embargo a la luz de los hechos, el problema parece estar aún lejos de ser superado. A nuestro entender, no es suficiente una mirada centrada en la salud mental, focalizada en individualidades en estado alterado, tampoco es suficiente realizar actividades de reflexión, relajación o de capacitación, que entregan fundamentos teóricos de recomendaciones y medidas que en la práctica son difíciles de implementar. En fin, no basta con medidas para remediar una enfermedad que requiere -cirugía mayor- porque es estructural, que tiene multicausalidad y responde a una dirección social y política sustentada en distintas manifestaciones de la violencia (psicológica, económica, sexual, etc.).

Cierro pidiéndole al Presidente Boric y demás autoridades que hace poco más de una década fueron líderes del Movimiento Social por la Educación, que no olviden las demandas y consignas que ellos mismos exigían al fragor del movimiento universitario, no olviden desde donde salieron a la luz pública. Desde mi humilde tribuna les pido que evoquen aquellos sueños de juventud por una educación digna, por un país más justo, democrático y sobre todo: no violento. En la posición que hoy se encuentran, sólo se les pide mirar más de cerca la cruda realidad que se está viviendo en los distintos niveles del sistema educacional, hay niñas, niños, adolescentes y jóvenes que no pueden seguir esperando. Si como padres nos parece aberrante provocar maltrato a los hijos, es también aberrante que como país nos demos licencia para maltratar o más bien, para violentar de distintas formas a nuestras nuevas generaciones.

 

 

(1) Fuente: Emol.com – https://www.emol.com/noticias/Nacional/2022/10/07/1074894/deterioro-bienestar-emocional-estudiantes-en.html

 

*Profesor, Humanista Universalista, Co-Fundador de REDUCAMUNDO (plataforma internacional de diálogo educativo)