El matrimonio infantil sigue siendo un flagelo en muchos países africanos, a pesar de la legislación y los esfuerzos de muchos, incluidos los parlamentarios, para mantener a las niñas en la escuela y crearles un futuro mejor.

Esta fue la opinión de los participantes en un seminario web realizado bajo los auspicios del Foro Parlamentario Africano sobre Población y Desarrollo (FPA) y la Oficina Regional del Fondo de la Población de Naciones Unidas (UNFPA) para África Oriental y Meridional (Esaro, en inglés).

El seminario digital escuchó cómo la legislación progresista que prohíbe el matrimonio para adolescentes menores de 18 años, y en un caso, 21, no fue suficiente para detener la práctica.

También se afirmó que pandemia de covid-19 había afectado los programas de prevención del matrimonio infantil y aumentado la pobreza y la desigualdad, que era una fuerza impulsora de los matrimonios infantiles.

Chinwe Ogbonna, director regional encargado de Esaro, dijo que si bien ha habido logros considerables desde la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo, celebrada en 1994 en Egipto, el trabajo aún no ha terminado.

Alentó a los parlamentarios a comprometerse con las acciones que acordaron en una reunión regional en junio, en Addis Abeba, la capital de Etiopia, que incluían “ampliar la defensa basada en evidencia”.

En África, dijo, el embarazo adolescente y la prevalencia del VIH son altos. La violencia de género iba en aumento y continuaban los feminicidios y las prácticas nocivas del matrimonio infantil y la mutilación genital femenina.

El seminario web escuchó a miembros de los parlamentos de varios países del continente africano.

Fredrick Outa, de Kenia, vicepresidente de la FPA, dijo a los delegados que si bien Kenia había hecho compromisos ambiciosos, la mutilación genital femenina (MGF) era un motivo de preocupación.

Kenia se comprometió a fortalecer la coordinación en el marco de la legislación y las políticas, la comunicación y la promoción, la integración y el apoyo, y la cooperación transfronteriza para eliminar la MGF.

Kenia tenía como objetivo eliminar la violencia de género y los matrimonios infantiles y forzados “abordando las normas sociales y culturales que propagan la práctica y brindando apoyo a las mujeres y niñas afectadas”.

Una legisladora de Zambia, Princess Kasune, dijo que le preocupaban los resultados de  la Encuesta Demográfica y de Salud de Zambia de 2018, según la cual 29 % de las mujeres de 20 a 24 años informaron haberse casado antes de los 18.

El país tenía varios programas para abordar esto, incluida la asociación con los gobernantes tradicionales y la sociedad civil para luchar contra el matrimonio infantil precoz.

“Los caciques y jefes se han comprometido en la lucha contra el matrimonio infantil… Los gobernantes tradicionales son defensores de la lucha contra el matrimonio infantil”, dijo Kasune.

Ella dijo que la práctica continúa a pesar de que la Ley de Matrimonio prescribe los 21 años como la edad mínima para contraer matrimonio.

Sin embargo, el derecho consuetudinario difiere y es necesario que haya coherencia en la legislación.

La otra campaña crucial contra los matrimonios precoces fue mantener a los niños en la escuela. Si bien el gobierno había empleado a 30 000 maestros en áreas rurales, se necesitaban más.

“Mantener a las niñas en la escuela fue fundamental para reducir la incidencia del matrimonio infantil”, dijo Kasune.

Muwuma Milton, legislador de Uganda, estuvo de acuerdo en que la cultura jugó un papel importante en la eliminación de prácticas nocivas como el matrimonio infantil.

Su país estaba aplicando un enfoque multifacético para eliminar esto, incluidos los planes de alimentación escolar, proporcionando paquetes sanitarios para las niñas y alentando a las madres jóvenes a regresar a la escuela después del parto.

“Un desafío es que el país tiene necesidades insatisfechas de servicios de planificación familiar, que asciende a 30 %, y hay una cultura que cree que una vez que una niña llega a la edad de la menstruación, tiene la edad suficiente para casarse”, dijo Milton.

Matthew Ngwale, diputado de Malawi, señaló que su país se adhirió al protocolo de la Comunidad de Desarrollo de África Meridional (SADC, en inglés) que condena el matrimonio de personas menores de 18 años.

La Constitución de Malawi, la Ley de Matrimonio, Divorcio y Relaciones Familiares (2015) y la Ley de protección y justicia para el cuidado de los niños refuerzan esta política.

Pero, dijo Ngwale, a pesar de la “legislación progresista, Malawi tiene una de las tasas más altas de matrimonio infantil en el mundo, donde aproximadamente 42 % de las niñas se casan antes de los 18 años y 9 % son menores de 15 años. Aproximadamente 7  % de los niños se casan antes de los 18 años”.

También señaló que el matrimonio infantil es mayor en las zonas rurales que en las urbanas. Las niñas de las áreas rurales tienen 1,6 veces más probabilidades de casarse a una edad temprana que aquellas que viven en la ciudad.

La pobreza es un claro factor impulsor, ya que las mujeres del sur predominantemente «pobre» se casan a una edad ligeramente menor que las de las regiones del norte y central «más ricas».

“En Malawi, los niños de familias más pobres tienen el doble de probabilidades de casarse temprano que los de familias más ricas”, dijo Ngwale.

En el país 51,5 % de las personas vive por debajo del umbral de pobreza, según datos oficiales. Ese promedio se eleva a 60 % en zonas rurales, en comparación con las zonas urbanas que registran 18%.

Las prácticas tradicionales de iniciación, realizadas como parte de un rito cuando una niña llega a la pubertad, fomentan la actividad sexual temprana, dijo Ngwale, y la prevalencia del matrimonio infantil es mayor entre los grupos matrilineales que entre los patrilineales.

“Debido a la inseguridad alimentaria, el matrimonio infantil a menudo se convierte en un mecanismo de supervivencia más probable a medida que las familias buscan reducir la carga de alimentar a la familia”, aseguró.

Los desafíos climáticos, como las sequías y las inundaciones, se han vuelto más frecuentes y catastróficos.

El matrimonio infantil afecta las tasas de finalización de la escuela secundaria. En Malawi, solo el 45% de las niñas permanecen en la escuela más allá del octavo grado.

“La mayoría de las niñas que abandonan la escuela debido al matrimonio infantil tienen pocas oportunidades de ganarse la vida, lo que las hace más vulnerables a la violencia de género. El matrimonio infantil reduce los ingresos esperados de las mujeres en la edad adulta entre 1,4% y 15,6%”, afirmó.

Sin embargo, el gobierno de Malawi había creado un entorno propicio para que las organizaciones de la sociedad civil trabajaran con el gobierno para poner fin al matrimonio infantil,

Pamela Majodina, diputada de Sudáfrica, dijo en el seminario web que el país estaba comprometido con los objetivos de erradicación del matrimonio infantil.

Ha aprobado leyes, incluida la Ley de Violencia Doméstica, la Ley de Niños, la Ley de Delitos Sexuales y la Ley de Justicia Infantil, donde es un delito penal tener relaciones sexuales con un niño menor de 16 años, independientemente del consentimiento.

Goodlucky Kwaramba, parlamentaria de Zimbabue, dijo que su país se comprometió a reducir los embarazos adolescentes de 21,6 % a 12 % para 2030 y a brindar servicios integrales de planificación familiar para 2030.

Una parlamentaria de Eswatini, Sylvia Mthethwa, dijo que su país, con 73 % de la población menor de 35 años y un desempleo juvenil de 47 %, se comprometió a garantizar que la juventud fuera la prioridad. Mientras los senadores movilizaban recursos financieros, se habían elaborado la Política Nacional de la Juventud y el Plan Operativo Nacional de la Juventud.

Mientras tanto, en Tanzania, ya se registraron algunos éxitos. Thea Ntara, legisladora del país, dijo que los servicios de salud sexual y reproductiva para adolescentes y jóvenes han estado disponibles en más de 63 % de todos los establecimientos de salud desde 2017.

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