Una de las cosas que se experimenta respecto de las creencias es que efectivamente eres y haces aquello que crees, aquello que piensas.

Razón suficiente, me parece a mí, para revisar cuales son aquellas creencias que nos guían. Quizá en esa revisión descubramos que una cuantas de esas creencias son heredadas.

Si reflexionamos al respecto caemos en cuenta que la gran mayoría de nuestra creencia son adquiridas, a muy temprana edad, a través de nuestras experiencia y relaciones interpersonales.

En general son aceptadas como tal y muy pocas veces cuestionadas.

Luego “pasa que la vida pasa” y en una relación más desapegada con el transcurrir y con nosotros mismos, comenzamos a revisar aquellas creencias, incluso se podría tener la “osadía” de
cuestionarlas.

En ese revisar vamos descubriendo que algunas de esas creencias heredadas, son bastante rancias, y que ya no nos suman en esta nueva forma de experimentar la existencia.

Es posible que al hacer ese trabajo encontremos el hilo de la madeja que nos permita desarmar esta maraña de creencias que nunca fueron nuestras y comenzar a pensar, a sentir, a observar, nuevas y renovadas formas de pensamiento. Mas posibilitarías, nacidas desde lo más cercano a la libertad, a la creatividad, a la inspiración. Creencias que nos ayuden avanzar alegremente, inspiradamente, livianamente, amablemente, bondadosamente, hacia el sentido y la humanización.