Por Ana Lucía Calderón

Las ideas son balas, por eso que decimos que Fidel fue, es, un soldado de ideas. Que los que mueren dejan sus ideas y así se continúan las luchas… En este momento de la historia sentimos que los hombres ya no producen ideas, que ya no hay nuevas ideas, que estamos condenados a quedarnos con las ideas que todos los siglos anteriores nos dejaron, como si el hombre realmente como decía Foucault, ya hubiera muerto. Pero las guerras y la barbarie continúan, y las ideas aunque seguramente cortas siguen llenando los periódicos, hoy digitales, las revistas y los escritos en distintos medios, transmitiendo ideas, muchas estúpidas, otras conscientemente estúpidas para hacer ruido, para estorbar a las otras que quieran señalar otras posibilidades y nuevas alternativas a estas ya trilladas, que nos han hartado, pues incluso las más revolucionarias del siglo XX producen hartazgo, ahogan a un ser humano del siglo XXI que siga amando lo humano, demasiado humano, porque han sido arrebatas para ser usadas en causas que siguieron nutriendo nada más, lo que tanto quisimos cambiar.

Claramente estoy viendo desde los últimos treinta años cómo reencarnan, se renuevan, se re, re, re, reeducan, reemplazan, reencauchan, reenganchan las ideas idénticas del pasado presentándose como nuevas creaciones, para llenarnos de ilusión, de la hambrienta novedad que nuestras mentes necesitan y así hacernos creer que las estamos cambiando. Como si el lenguaje empobrecido, la falta de lectura, de conocimientos de la vida, de lo mínimo, de la historia, de todo, solo porque ya existe en una nube virtual, fuera suficiente para poder realizar la transformación social que la mayoría quisiera.

Por eso es que hoy mis balas vienen cargadas de la «Dialéctica del Iluminismo», que se preguntó cómo era posible que después de habernos convencido de que la razón nos llevaría a la humanidad a alcanzar la plenitud, la felicidad, la gran tranquilidad de tener instituciones, organizaciones, una sociedad que gracias a la razón iba hacia el progreso, curando todos los males sociales, fuera capaz de terminar en la extrema barbarie que fue la Segunda Guerra Mundial.

Las razones coloniales de devastación que cometieron belgas, franceses, holandeses e ingleses por el mundo entero, durante el siglo XIX, tuvieron por objeto llevar la expansión del derecho, del progreso, de la civilización, de la evolución humana, gracias a la gran diosa, la Razón. Pero esta divinidad después justificó todas las más terribles monstruosidades humanas. Porque la razón es un instrumento para dominar a los hombres, para banalizar el mal, convertirlo en un trabajo burocrático, como cualquier otro. Porque el mal es banal y deja de tener importancia, cuando la tortura, la crueldad, el homicidio se vuelven trabajos para un gran fin, como lo es la preservación de la democracia, de las luchas por las minorías, o la defensa de la libre empresa, las corporaciones, o para defendernos del «bloque del mal». El mal es un trabajo cuando se matan 6.402 seres humanos que además aceptamos llamarlos falsos positivos, porque de esa forma olvidamos que era gente, así como pretenden otros, cambiar el lenguaje a niños, niñas, niñes, porque de esa forma se acabará el abuso infantil o al contar la historia, ellas y ellos, elles, elloes, desaparecerá la crueldad que en ella queda registrada en cada instante de existencia en este planeta. Nuevamente es obra de la racionalidad. ¡Ay, ya sé, cambiemos las palabras!, así van a creer que tal como lo nombran son las cosas. Ay, ya sé, matemos muchos así y asá!.. Pero, y cómo desaparecemos sus asquerosos cuerpos que estorban? La principal tarea no es cómo hacer para matarlos, sino cómo deshacerse de la basura… eso es lo fundamental. A veces ya ni siquiera se preocupan de esconderlos, ni siquiera quedando registrados en las cámaras, esos burócratas de la muerte, como los policías en EEUU, «cumpliendo su deber» evitan realizar tales actos. Ello me recuerda un hecho importante, que la razón de la nación blanca discrimina al negro porque lo considera inferior. Pero el alemán mató al judío por considerarlo superior, por eso era una amenaza, porque les iban a robar su país, porque eran más inteligentes, por eso había que matarlos. Y es que como decía Nietzsche «el ario no tiene que ser inteligente, tiene es que ser un guerrero». Así es que los guerreros alemanes nazis, no querían ser inteligentes, querían ser aves de rapiña, querían ser halcones, águilas.

Al final tenían razón, después de todo, ¿quiénes se quedaron con todo el dinero producto de la devastación que dejó la guerra? Los siguientes 70 años o más, esos súper inteligentes son los dueños de todo y de todo lo vivo que existe en sus dominios, incluidos nosotros.

No se mata sin un esquema racionalmente eficaz. Para eso inventan, investigan, producen nuevas armas químicas, biológicas, comida que envenena, pensamientos que dañan la salud de la humanidad. Me pregunto si hoy lo ruso es atacado por menosprecio, como al negro, o por verlo superior, como al judío. Me parece que son las dos cosas al mismo tiempo, porque estos pueblos primitivos cómo pueden vivir tan bien y tener una cultura tan maravillosa.

La razón de la gran burguesía capitalista, necesita afirmarse negando la locura y necesita afirmar la sociedad que construye, negando la delincuencia y es por eso que construye cárceles y manicomios, decía Foucault. Pero ya vemos nuestra sociedad del 2022, le ha dado la vuelta a eso y ya no es una gran burguesía capitalista, es una mini súper mega burguesía y ya no sabemos si llamarla capitalista. Y la locura es la nueva razón, los locos andan en las calles, sueltos embriagados, zombis, drogados por la chifladura colectiva, la decepción humana o la angustia económica, la corrupción no es vergonzosa, ni es delincuencia, es oportunidad. Pero no se equivoquen, es el mismo panorama. Es idéntico: todo esto no es irracionalidad del hombre. ¡El hombre es malo cuando es racional, no cuando es irracional!

Así que hoy Europa debe funcionar como un estado paternalista socialista, (esos mismos que han sido objeto de burlas y menosprecios por tener una economía «perezosa» e ineficiente), que prefiere subsidiar a su pueblo, en vez de asegurarle trabajo, abrigo, bienestar, a cambio, va ponerlos a hacer largas colas para darles mercaditos, todos a comer en comedores comunales, y sobre todo les va a exigir y a obligar ahorrar, y quien no lo haga será considerado como un criminal, porque ellos tienen la obligación racional de defender a Ucrania, adalid de la democracia y de institucionalidad. Es obligatorio este sacrificio de todos.

Cuando dice Elizabeth Truss, que a ella sí no le da miedo apretar el botón nuclear, diciéndole a Boris Johnson, a los hombres, más o menos, que ella sí es macha, y lo haría. Cuando la pobrecita primer ministra finlandesa dice que ella tiene todo el derecho para hacer fiestas, orgías o lo que sea en la casa presidencial porque ella se aburre, está cansada, debe divertirse, tiene muchas presiones con todo esto de la guerra. Cuando la ministra alemana Annalena Baerbock dice que ella no puede bajo ningún motivo incumplir la promesa que le hizo a los ucranianos de ayudarles indefinidamente, sin importarle el pueblo que la eligió porque van a recibir ayuda humanitaria, entonces aunque parezca absurdo, aunque parezca loco, todo esto no es más que la gran Razón reinante, esta que nos pone en este mundo tan armónico, justo, estético, agradable, en paz.