Se ha escrito tanto sobre la gratitud que puede parecer que la palabra pierda fuerza por el hecho de tanto hablar de ella, por eso hoy quiero hacer un recordatorio: vamos a vivir en la acción de agradecer aplicando la gratitud. No importa el por qué, o quizás sí: agradece tanto lo bueno como lo malo.

Un buen día te cambia la vida. Llegará ese día que te cambia.

Si es para bien, agradeces fácilmente, si el cambio se origina a través de un dolor o un trauma cuesta mucho encontrar algo que agradecer, pero lo hay, date tiempo, toma distancia, mira con perspectiva, lo encontrarás.

Mi amigo Fidel Delgado, titiriterapeuta, dice: Desgracias hasta que Gracias Des. Cuánta razón.

Agradece.

¿Por qué es bueno agradecer cada cosa por insignificante que parezca?

Adaptando el pensamiento de Forrest Gump, (La vida es como una caja de bombones… ): la vida es como un huevo de chocolate, a veces te comes el bombón sin ganas para ver cuál es el premio que tiene en su interior y cuando lo descubres resulta que no te satisface, por eso hemos de disfrutar del huevo de chocolate, de su aroma, de su sabor y textura. Desnudarlo quitando el envoltorio con deseo pero sin expectativas. Simplemente disfrutando de los sentidos en un preciso mágico momento. Una vez satisfecho con el resultado de degustar plenamente el dulce, veremos que es lo que hay en su interior, y si no te gusta, no pasa nada… era un regalo, quizás un reclamo, da igual. Lo que de verdad importa es que hemos podido disfrutar de un breve instante de ilusión. La ilusión es donde nace la magia, el ilusionismo.

Pasar por la vida  enfadados porque “pensé que iba a encontrar otra cosa en su interior”, en vez de disfrutar de los platos que están a nuestra disposición, es un gasto de energía innecesario. No siempre se cumplen nuestras expectativas. Pues vale, está bien. Hay circunstancias que son como una enseñanza, paguemos lo justo por ese “master” de la vida  y agradezcamos. Luego está en nosotros el que se vuelva a repetir o no. Apliquemos lo aprendido en todo momento.

Yo he aprendido a agradecer.

En mi libro ¿Por qué décimos mindfulness cuando queremos decir meditación? (2018) dedico un capítulo a la Gratitud. Me encantó documentarme. Me gusta ser coherente por eso realizo todos los ejercicios que comparto en mis libros, así sé que funcionan por experiencia propia. Hay algunos ejercicios maravillosos, como el de de agradecer todos los días algo nuevo, cada día algo diferente. Escribí durante un año mi Diario de Gratitud. ¿Qué tiene de bueno este ejercicio? Que te hace variar el foco de atención y ves todas las cosas que hay que agradecer por pequeñas que sean, por insignificantes que parezcan, en lugar de las cosas que nos pueden hacer enfadar, que nos bajan la frecuencia. Este ejercicio enseña a enfocar nuestra atención en las cosas más simples que realmente vale la pena admirar y que en muchos casos son gratis.

Da igual donde me encuentre, no hay mañana que no me sorprenda un bello amanecer, no hay día que no me deleite con el canto de un pájaro o la sonrisa de un niño.

Agradece sintiendo la gratitud de corazón, que no sean meras palabras, recuerda que pierden fuerza si se mal utilizan. Agradezcamos de corazón, sintiendo cada palabra, cada emoción. Sintiendo.

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