Hay algunos hechos que suceden en el mundo que son sumamente graves, pero muy pocos medios hablan de ellos. Hace unas semanas, por ejemplo, ha pasado en silencio una impactante noticia procedente de la República Democrática del Congo.

El 26 de julio en Goma, en respuesta a las protestas de los ciudadanos de Kivu del Norte contra MONUSCO (la Misión de la Organización de Estabilización de las Naciones Unidas en RD Congo), las fuerzas de paz de la ONU abrieron fuego a la altura de los ojos contra la multitud. Al menos 12 manifestantes y 3 soldados de la ONU murieron y unas 50 personas resultaron heridas.

Unos días más tarde, el 31 de julio, en Kassindi, en la frontera entre la RD del Congo y Uganda, «por razones inexplicables» los soldados de la brigada de intervención de la ONU, que regresaban de un permiso, abrieron fuego contra el puesto fronterizo. Se desconoce el número de muertos y heridos. Según los rumores, los cascos azules se negaron a registrarse en la frontera, quizás porque escondían algo o alguien en los tanques que no debía ser descubierto.

por Cecilia Capanna

Si ya la guerra en la República Democrática del Congo no parece captar el interés del mainstream, esta vez los medios no dijeron que los asesinos eran los que debían proteger a la población, los que pagamos para garantizar la paz, los «buenos». ¿Por qué?

John Mpaliza, un activista ítalo-congoleño, comentó: “Tuve que pedir que dejaran de enviarme videos de los crímenes sangrientos y atroces en mi país. Ni siquiera puedo mostrar muchos de ellos a mi pareja. Es ridículo que la prensa  no hable de lo que está pasando en RD Congo, pero es bastante elocuente que la RAI (Televisión Pública Italiana) ya no tenga reporteros en el sur del mundo, especialmente en el África subsahariana. Para obtener información, solo se puede consultar Aljazeera y algunos otros medios. Muchos obispos siguen denunciando la ocupación de los territorios del este del Congo por parte de grupos de habla ruandesa que intentan reemplazar a los pueblos originarios. Denuncian masacres, incendios de casas, violaciones como arma de guerra. Pero nadie detiene esos crímenes”.

A la sombra del conflicto Rusia-Ucrania, mientras se dice que esta guerra cambiará la estructura geopolítica del planeta, se descuidan muchas otras guerras libradas en “terceros escenarios”. Esas guerras muestran claramente que el mundo está dividido en dos mitades. También muestran que los países más fuertes velan por sus propios intereses mientras destruyen y matan de hambre a los países más pequeños. Una de estas guerras es la de RD Congo, que se ha definido como una «guerra civil», o «étnica» o «entre grupos, incluidos los islamistas». Una guerra a menudo descartada como demasiado complicada de entender y resolver, y que en cambio tiene orígenes y actores históricos muy claros. Además se está produciendo, no por casualidad, únicamente en la región oriental del país: Kivu del Norte, Kivu del Sur e Ituri. Esta es la zona con el subsuelo más rico del mundo. Están la casiterita, el oro, el petróleo y el famoso coltán, que es muy preciado para las empresas de alta tecnología: optimiza el consumo de energía de los chips, por lo que mejora la duración de la batería de nuestros teléfonos y computadoras. Es la misma zona donde fueron asesinados el embajador italiano Luca Attanasio, su carabinero de escolta Vittorio Iacovacci y su chofer Mustapha Milambo mientras viajaban en un convoy desprotegido de la agencia del Programa Mundial de Alimentos de la ONU. Ni siquiera su muerte ha llamado la atención mundial para buscar la verdad detrás de lo que sucede todos los días en el Congo. Y casualmente, el viaje del Papa Francisco, quien se esperaba que visitara la zona a principios de julio pasado, no se realizó.

¿Cuántas veces nos preguntamos por qué países como el Congo son tan ricos en minerales y agua y en cambio su gente muere de hambre y sed? ¿Y por qué se nos habla desde hace semanas con actitud piadosa de los acuerdos que permiten partir de Odessa barcos cargados de cereales ucranianos para alimentar a África, mientras la mayor parte de la prensa ignora deliberadamente las atrocidades que se están cometiendo en el continente?

Las conciencias y el pensamiento común probablemente se sientan aliviados por la idea de que las misiones de la ONU están en los puntos calientes del conflicto. Lamentablemente, sin embargo, la MONUSCO ha sido acusada varias veces de delitos muy graves y por eso los ciudadanos y los políticos congoleños piden su retirada. Ahora más aún, tras los dos últimos tiroteos documentados con vídeos escalofriantes. Esta vez no nos podemos confundir, no fueron batallas entre rebeldes o ejércitos irregulares indefinidos. Esta vez los Cascos Azules mataron civiles con sus armas. ¿Por qué la ONU no abrió investigaciones internas? Se gastan alrededor de mil millones de dólares al año en la MONUSCO. ¿Por qué los 193 países de la ONU que lo están pagando no dijeron nada sobre los crímenes de los soldados de la ONU?

Pierre Kabeza, un refugiado político congoleño en Italia, ex activista sindical por el derecho a la educación de todos los niños en el Congo, explica: “Los crímenes de los cascos azules en el Congo se han cometido durante años y se han documentado con videos y fotos. Hay violencia contra las mujeres, incluidas las niñas, y tráfico ilícito de minerales como el oro y el coltán. La sociedad civil congoleña e incluso la iglesia los han acusado muchas veces. Además, los ciudadanos congoleños nunca se han sentido protegidos por la MONUSCO desde el comienzo de la misión. Los Cascos Azules siempre han aparecido inmóviles frente a las masacres cotidianas».

John Mpaliza y Pierre Kabeza dicen que el retiro de MONUSCO es necesario, pero con una agenda de salida pacífica. “Las misiones tienen un principio y un final y además esta demostró que fracasó”, dice Mpaliza. Los Estados Unidos son los principales financiadores de la ONU y su única respuesta al respecto fue que pidieron al gobierno de RD Congo que garantizara la seguridad de los Cascos Azules (¡que deberían garantizar la seguridad de los congoleños!). También pidieron mantener las tropas de la ONU en el territorio por al menos otros 15 años. Mientras tanto, un video que circula en las redes sociales aparentemente muestra a nuevos Cascos Azules bajando de un avión de Ethiopian Airlines que aterrizó en el aeropuerto de Goma.

En este punto la pregunta es: ¿gozan de buena salud las Naciones Unidas? ¿Han demostrado trabajar durante sus 77 años de vida? ¿Cómo llegó la ONU al punto en que los soldados de la MONUSCO violen mujeres, contrabandeen minerales y disparen a civiles cuando se supone que deben garantizar la paz y la protección en el Congo?

“El primer problema de Naciones Unidas es sistémico”, explica Roberto Savio, periodista y experto en multilateralismo y cooperación internacional. «Los 5 países fundadores –EE. UU., Rusia, China, Inglaterra y Francia–, son miembros permanentes del Consejo de Seguridad. El Consejo de Seguridad tiene la última palabra sobre cualquier propuesta. La regla dice que para deliberar se requiere unanimidad. Si solo uno de los 5 países veta, cualquier resolución se detiene. Esto impidió que la ONU funcionara hasta ahoracomo un garante ejecutivo de la paz y la protección, como se lee en su Estatuto. A pesar del Derecho Internacional y la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en caso de una propuesta “incómoda”, cualquier miembro del Consejo de Seguridad puede bloquearla con su veto haciendo prevalecer sus propios intereses. Además de eso, hay otro problema bastante desconocido. Aunque se trate de crímenes de guerra o crímenes de lesa humanidad detectados y documentados, no todos los países de la ONU han ratificado los acuerdos que permiten que el Tribunal de La Haya tenga autoridad en su territorio. Se habla mucho de los crímenes de guerra de Putin en Ucrania, por ejemplo. El propio Biden señala con el dedo, pero ni Rusia, ni Ucrania, ni siquiera los Estados Unidos reconocen la Corte Penal Internacional de La Haya. Ni China. Eso significa tres de cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, y son los más influyentes”.

Esto explica la situación absurda en RD Congo, donde los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad tienen fuertes intereses económicos.

¿Qué está pasando realmente en el Congo?

Pierre Kabeza utilizó una imagen sugerente: “Podemos representar esta guerra como un árbol en el bosque. Las raíces están escondidas, están bajo tierra, no se ven, son las multinacionales y detrás de ellas grandes países como USA, Israel, Inglaterra, Europa. Las raíces alimentan el tronco que se ve de cerca, e incluye todos los países vecinos del Congo: Ruanda, Uganda, Burundi, Angola. Las ramas y las hojas se ven desde lejos y son los grupos armados que hacen la guerra alimentados por el tronco. Todas las partes se nutren entonces de la savia: los intereses económicos”.

Pero los países del bloque occidental no son los únicos que tienen intereses en RD Congo. Además de ellos también en el país están los llamados BRICS: Brasil, Rusia, India, Sudáfrica bajo el escudo de China. O incluso BRICSIA, como los llamó el periodista Raffaele Crocco, agregando Irán y Argentina. La presencia de China fue legitimada por el propio expresidente Kabila quien en ese momento firmó un acuerdo: China proveería para la construcción de infraestructura por casi 9 mil millones de dólares. En compensación, China adquiriría así legítimamente el derecho a poner sus manos sobre los recursos del subsuelo congoleño. Comentario de Kabeza: “Tenemos que entender que en el Congo tuvo lugar la Guerra Mundial Africana, como se la ha llamado”.

John Mpaliza explicó: «La situación en RD Congo no se puede entender sin reconstruir al menos los últimos 40 años de historia del país». Mpaliza cuenta cómo el Congo en particular fue uno de los países clave en el tablero de ajedrez de la Guerra Fría. Es significativo que el Che Guevara haya ayudado a organizar su revolución. Incluso antes de la Guerra Fría había dos bases militares estadounidenses en el Congo. El uranio utilizado para construir las bombas atómicas de Nagasaki e Hiroshima fue tomado en Katanga. Luego, tras los treinta años de presidencia del dictador «anticomunista» Mobutu, sucesor del asesinado primer ministro Lumumba, Estados Unidos orientaba la fortuna política del país con el objetivo preciso de buscar esta vez el coltán: mineral fundamental para la tecnología y la estrategia para el Pentágono. Más tarde, el colapso de la Unión Soviética después de la caída del Muro de Berlín, facilitó que Estados Unidos se fortaleciera en África Central. Aprovechando el conflicto étnico en Ruanda en 1994 y la guerra en el Congo en 1996, EE. UU. ayudó a reemplazar a Mobutu con Laurent-Désiré Kabila para fortalecer su posición económica.

Posteriormente, la globalización intensificó la presencia de empresas multinacionales y la explotación laboral a muy bajo costo. Los niños son empleados en las minas, al menos los que no se han convertido en Kadogo (en swahili, «los muy pequeños»), que son los niños soldados reclutados por más de 100 ejércitos que luchan en el este del Congo.

A partir de ese momento comenzó la explotación del subsuelo y el intento de balcanizar el país, explica Mpaliza: “Por eso los congoleños pensamos que la invasión del Congo por parte de Ruanda con Uganda y Burundi no fue una coincidencia. Fue algo planeado que incluía las masacres en Ruanda y también las del Congo. Se estima que 10 millones de congoleños han sido asesinados hasta ahora”.

En este punto, en 1999 la presencia de la misión de la ONU y los Cascos Azules en el este de RD Congo comenzó con la función de observadores y más tarde con la híbrida de pacificadores. De hecho, fueron las Naciones Unidas las que querían el Reporte Mapping, un dosier muy detallado que documenta todos los horribles crímenes cometidos en el Congo entre 1993 y 2003. Sin embargo, más de 6 millones de víctimas no obtuvieron justicia porque ese informe s guardóen un cajón. Se trataba de personas y países tan incómodos, que cualquier disposición a proceder sería bloqueada por el veto de uno u otro miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU. Es elocuente que el actual presidente de RD Congo, Félix Tshisekedi, niegue la validez del Reporte Mapping. Inevitablemente demostraría la responsabilidad de muchas personalidades aún presentes en el panorama político y militar del país.

El presidente también ha decidido «empezar de cero» con Ruanda y Uganda y firmó acuerdos económicos secretos con ellos, legalizando de alguna manera el saqueo de minerales congoleños. Mpaliza comenta: “El interés económico común de Ruanda y Uganda en el Congo los une. Pueden fingir que discuten entre ellos, pero cuando llega el momento de actuar contra el Congo, lo hacen juntos”.

Otra pregunta es: ¿quién arma a los actores de la guerra en el Congo?

El hecho de que las extremamente sofisticadas armas  del ejército irregular M23 de Ruanda sean mucho más poderosas que las de MONUSCO, sugiere que son suministradas por superpotencias como Estados Unidos, Canadá, Europa, Inglaterra e Israel. Un hecho que hace que el embargo de armas establecido por la ONU en el Congo sea inútil y sin sentido. Parece que Congo no puede armarse mientras que sus vecinos agresores sí pueden. A principios de julio, el Consejo de la ONU se dividió precisamente en este tema con Francia de un lado e Inglaterra y Estados Unidos del otro. Mientras tanto, Boris Johnson habría firmado un acuerdo para enviar inmigrantes no deseados a Ruanda, que probablemente terminarían siendo reclutados militarmente.

Mirando nuestra casa, Italia aparentemente entrena al ejército de Ruanda y Leonardo vende helicópteros militares al ejército de Uganda. Además, el pasado mes de febrero hubo una pregunta parlamentaria sobre las armas vendidas por Italia a Uganda.

En pocas palabras, es “la tribu blanca” la que hace daño a RD Congo, como dijo el padre Alex Zanotelli. Pero no está sola: los países vecinos son enemigos internos junto con una corrupción galopante. En 2023 debería haber próximas elecciones políticas, ¿cómo deben resultar para alentar la esperanza? Kabeza y Mpaliza respondieron de la misma manera: los crímenes en el Congo deben ser reconocidos, las víctimas deben tener justicia y la voluntad política nacional e internacional debe construir la paz y la verdadera democracia a través del diálogo. Para lograr esto, el premio Nobel de la paz Denis Mukwege, el médico que ha tratado y salvado a miles de mujeres violadas en el Congo, debería presentarse y ganar las elecciones. Un grupo de intelectuales congoleños firmó una petición pidiéndole que se presentara como candidato. Su estatura moral, el hecho de que sea conocido internacionalmente, que tenga acceso a las más altas esferas políticas del mundo y que siga denunciando los crímenes cometidos en su país, lo convierten en el hombre clave que podría escribir la nueva historia de la República Democrática del Congo. Sin embargo, hay una duda: ¿lo permitiría la «tribu blanca»?