Muchos lectores me han comentado que se han quedado algo pensativos con mi artículo titulado Excesos, y me preguntan qué podemos hacer.

Ser ejemplo es lo mejor que podemos hacer, ser ejemplo coherente de lo que queremos ver.

Vamos a hacer lo posible por vivir, por sentir la piel del prójimo, los abrazos, las miradas. Vamos a retomar viejas buenas costumbres.

Cuando haya niños/niñas cerca dejemos los móviles escondidos: cero tecnología.

¿Cuántas caras levantadas ves en el metro o en el bus, incluso por la calle?. Cada vez hay más personas huyendo de la realidad, escondiéndose en artilugios electrónicos sin emociones pero que les provocan más emociones que los propios humanos con los que se codea. No seamos ese tipo de personas llenas de miedos.

¿Qué ven los niños desde su altura cuando miran para arriba? Manos y teléfonos tapando caras.

Perdemos lo buenos modales por mirar los gadgets electrónicos, no miramos si a nuestro alrededor alguien precisa de ayuda, o una sonrisa.

Hace poco me pasó, necesité preguntar a alguien por una dirección y tardé en conseguir que alguien parase a indicarme, ¿sabéis quién lo hizo? Una señora mayor que no llevaba gadget electrónico alguno.

Hemos perdido la atención plena en la era de la Atención plena.

Sabiendo que estás cosas están pasando, hemos de darnos prisa en ser ese ejemplo que cunda en lugar de que cunda el pánico. Hemos de ser ejemplos para que nos imiten.

Miremos hacia adelante. Ya está bien de caminar cabizbajo, de sonreír a electrodomésticos. Hace años, mi hija tendría entonces once, me hizo una observación “papá, ¿te das cuenta que la gente solo sonríe cuando mira al whatsApp?”.

Podemos hacer de la sociedad lo que queramos, siempre a imagen y semejanza de nuestros principios, por eso es tan importante ser estímulo positivo siempre. Ser ejemplo de vida, ser coherente, tener valores, requiere de una fuerte personalidad. No es fácil y puede que a veces te sientas sola, solo, pero ¡qué importante es para uno hacer lo que cree correcto!

Ser ejemplo de vida es decir que no quieres estar en un canal de chats y no estar. Es decir que no a las redes y no estar, buff, eso es lo que más duele porque por trabajo… pues marca un horario si es por trabajo ¿o trabajas las 24 horas del día?

Ser ejemplo significa saber dónde estás y saber estar. Es saber reír y saber llorar. Es saber hablar y saber callar, como un hermano mayor, que sepan que estás para lo que estás y además que el hermano pequeño te mira con admiración porque lo que hace el hermano mayor, ay, es todo un ejemplo.

Vivir en coherencia es amar la vida y al prójimo. Vivir en coherencia es permitirse errar sabiendo que gracias a ello aprendes y, si hay que pedir perdón por el camino, pues se agacha la cabeza y se pide perdón, y se perdona al prójimo y a uno mismo.

Ser ejemplo es dar al prójimo lo que a uno le gustaría que le diesen. Es dedicar a los demás el tiempo que te gustaría que te dedicasen, amar todo lo que te gustaría que te amasen, dar lo que te gustaría recibir…

Ser ejemplo es no esperar a que vengan las cosas sino hacer porque vengan y vayan, cual efecto dominó, alas de mariposa, boomerang… la influencia de hacer hacer. En las quedadas de abrazos que organizamos desde Susurros de luz nos dicen muchas veces que no cuando pedimos un abrazo pero no nos importa. En algunas ocasiones parejas que nos dicen que no, automáticamente después se abrazan entre ellos. Eso nos encanta. Somos ejemplo e inspiración.

¿No os ha pasado que cuando en una cola muy lenta, alguien empieza a quejarse, en seguida saltan otras personas? Pues seamos el ejemplo contrario, esos que ponen armonía en el desasosiego. A estás alturas del Siglo XXI, ¿qué trabajador no tiene presión en su trabajo? Seamos ejemplo positivo de empatía para calmar los ánimos, para animar la espera, no es fácil, hay mucha tensión, pero alguien tendrá que rebajarla o estallaremos cuales globos de helio… por exceso.

¿No será mejor que nos codeemos en lugar de darnos de codazos? ¿No será mejor ir al mismo paso que poniéndonos la zancadilla? ¿No será siempre mejor parar, mirarnos a los ojos y encontrar nuestro reflejo en la pupila del prójimo en lugar de ir con la mirada perdida? ¿No será mejor preguntar por una calle a un oriundo en lugar de a un Maps sin sentidos? Cuando he viajado siempre ha habido alguien que me ha advertido que tuviese cuidado porque “ahí donde voy hay mucho peligro”, una vez allí descubres que el verdadero peligro es no conocer por miedo a lo que pueda pasar. Estuvimos en Limpio, Paraguay, colaborando en una humilde comunidad. Una tarde, una señora llamó a nuestra puerta y nos trajo un pastel vegano de proteínas de guisante que nos había hecho porque se había enterado de que somos veganos. “Me ha costado encontrar la receta pero os traigo esto porque si yo estuviese fuera de mi país, ayudando a otras personas, me gustaría que alguien me trajese un día la cena”. Nunca habíamos visto a esta mujer antes. Nos dio una sorpresa y una lección inolvidable. Todavía hoy, cuatro años después, seguimos saboreando y agradeciendo ese plato.

Seamos ejemplo de vida sencilla, de miradas profundas, de largos abrazos, de estrechar fuertemente las manos, de compartir con generosidad, de brindar, sin exceso, por el bien común.

No es por ti, no es por mí, es por toda la humanidad.

¡Seamos buenos ejemplos!