En el programa de este jueves,  Nelsy Lizarazo codirectora del programa se unió con Daniel Botero de la Redacción Colombia y Javier Tolcachier de la Redacción Argentina para entrevistar a Carlos Martín Beristain, encargado de recolectar los testimonios de los colombianos en el exilio, en su rol como comisionado de la Comisión de la Verdad, para la elaboración y entrega del Informe Final, que se llevó a cabo el pasado 28 de junio.

Aquí puede escuchar y leer la transcripción de la entrevista:

Un saludo muy especial a toda nuestra audiencia a nivel internacional. Esta es la Agencia Internacional de Noticias Pressenza de Paz y No Violencia. Una noticia que es para no solamente para Colombia, sino para América latina y el mundo entero, que ha sido muy esperada es la entrega del Informe Final de la Comisión de la Verdad en Colombia, el cual hace parte del sistema de Justicia, Verdad, Reparación y No Repetición y la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas.

Junto con la Jurisdicción Especial para la Paz y la Unidad de búsqueda de personas dadas por desaparecidas, el 28 de junio pasado, se hizo la entrega de este informe de la Comisión de la Verdad, la cual está en etapa de pedagogía sobre el informe, no solamente en Colombia, sino también a nivel internacional. 

Por eso, nos hemos reunido este rato para conversar con uno de los protagonistas de esta historia que está viviendo el país. Se trata del comisionado Carlos Martín Beristain, quien hizo parte como comisionado de la Comisión de la Verdad, sobre todo encargado de la parte internacional, para los colombianos y colombianas exiliados en el exterior. Muchos de ellos pertenecen a organizaciones que están activas dentro y fuera del territorio colombiano. Estas organizaciones defienden los derechos humanos. Por ello con sus historias hoy se comienzan a escribir hoy en Colombia.

Los acompañamos Nelsy Lizarazo, desde Quito, Ecuador, Javier Tolcachier en Argentina y quien les habla Daniel Botero, desde la Redacción Colombia.

Comisionado, muchas gracias por acompañarnos este rato y bienvenido.

Gracias Daniel. Con mucho gusto.

Para nuestra audiencia internacional es muy importante, porque seguramente en Colombia muchos tienen la conciencia de lo que significa la entrega del Informe Final de la Comisión, en este momento y en este periodo de transición que estamos viviendo en Colombia, pero para nuestra audiencia internacional, ¿Cuál es el sentido? ¿Cuál es el significado que tiene la entrega del informe comisionado?

Bueno mira en el Informe Final de la Comisión de la Verdad. Hemos estado trabajando tres años y medio. Hemos seguido el mandato de esclarecimiento extrajudicial de la verdad.

Además, la Comisión forma parte de un sistema con la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y con la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas. Este es el primer resultado tangible, vamos a decir del propio proceso de paz en el punto quinto de las víctimas, puesto que estas instituciones tienen una vida para llevar a cabo sus sentencias y la búsqueda de los desaparecidos entre 15 y 20 años.

El informe da cuenta lo que la Comisión ha escuchado en estos años. Hemos tomado unos 14 mil testimonios de víctimas individuales, pero hemos escuchado también en procesos colectivos. En total unas 30 mil personas y hemos activado una gran conversación nacional acerca de las diferentes formas de victimización responsables de dicha victimización. 

En lo que sigue pasando todavía en el país, no en un contexto de finalización del conflicto armado con las FARC, pero todavía está el bloqueo de un proceso de negociación y una salida política con este y con los grupos paramilitares que tienen control y manejan el narcotráfico en ciertas regiones del país. 

En ese contexto de esperanza e incertidumbre, también, la Comisión ha presentado su informe, con lo que nosotros llamamos: las recomendaciones fundamentales. Estos hacen referencia a una pregunta que la gente nos hizo desde el principio en nuestras conversaciones, en nuestros primeros viajes a los territorios en el exilio, también la gente nos dijo, queremos una verdad que explique por qué la guerra durado tanto,  por qué la guerra se ha centrado en los ataques a la población civil, porque es la población civil la que más ha sufrido la violencia de todos los lados, ese conflicto, porque los intentos de paz no han llevado a cabo.

Por ello, nosotros nos centramos en ese estudio. Entonces lo que nosotros llamamos los factores de persistencia de ese conflicto armado, qué es lo que ha hecho que ese conflicto, pues sea el más largo de América Latina y el nivel de impacto que ha tenido en la población.

Las recomendaciones del informe como un informe de una Comisión de la Verdad no solamente mira hacia el pasado a los hallazgos, también juega hacia el futuro, aquí es lo que hay que hacer para que esto no se repita. Por eso, digamos, la última parte de ese informe hace referencia a las recomendaciones sobre esos hallazgos fundamentales que la comisión ha señalado y como decías un volumen dentro de ese conjunto de volúmenes que la Comisión va a presentar durante este mes de julio. Un segundo volumen que ha presentado es el volumen del exilio, lo que le ha pasado a esa Colombia fuera de Colombia.

Comisionado justamente enganchó con esta última afirmación que usted ha hecho porque sé que uno de los países que en los que la comisión ha trabajado intensamente es justamente Ecuador, por la gran cantidad de desplazados, refugiados, exiliados colombianos y colombianas en este territorio.

Así que pensando en esta gran cantidad de población exiliada fuera de Colombia y leyendo el documento referido y las recomendaciones que ustedes hacen, a mí me gustaría mucho que usted nos cuente justamente a los exiliados, exiliados y refugiados que no participaron en la elaboración del informe, pero que viven en la misma situación ¿Cuál es el futuro que nos espera? ¿Cómo ven ustedes ese futuro?

Bueno, lo que hemos tratado de hacer con ese informe ha sido visibilizar algo que era invisible, no el exilio colombiano, el desplazamiento de transfronterizo, el refugio, la gente que se tuvo que ir del país por motivos del conflicto armado, pues han sido invisibles durante todas estas décadas. Estás en Ecuador, allí en el año 2000 hubo 2500 colombianos y colombianas bajo el registro de ACNUR, vamos a decir que entre los años 2005 y 2006 llegaron cerca de 300 mil colombianos. 

Ahí se produjo una explosión masiva de personas de Colombia por la agudización del conflicto armado y por parte de diferentes actores, desde persecución política hasta amenazas, secuestro y reclutamiento.

Lo primero que hemos tratado de hacer ha sido visibilizar todo eso para que esa historia sea tenida en cuenta en la construcción de esta verdad que estamos haciendo, también dentro de las fronteras de Colombia, y porque hay muchos connacionales que tuvieron que salir del país.

Los datos que tenemos como Comisión de base en un estudio que hemos hecho con ACNUR en relación con la existencia de refugiados y bueno migrantes forzados colombianos por motivos del conflicto armado interno, es que estamos hablando de más de un millón de personas. Eso significa que después del desplazamiento interno está es la segunda victimización que se ha dado en el país y ha sido, sin embargo, una victimización invisible. Parece que la gente se ha ido porque se quería ir  o porque la gente ha mejorado su situación con el exilio y eso, digamos, es una falacia.

Todos los exiliados han perdido estatus, algunos han perdido la tierra, han perdido su identidad campesina. Los jueces han perdido su trabajo, los empresarios han perdido su empresa y han tenido como muchos de ellos nos han dicho, que comenzar la vida de cero, no desde los pedazos, sino desde las cenizas. Y la Comisión trata de dar cuenta de todo ello, también, para mostrar los impactos que ha tenido el exilio y las consecuencias en la vida, como las rupturas familiares.

Los impactos afectivos emocionales que lleva la pérdida de la patria, del derecho a la ciudadanía, el tener que adaptarse a un nuevo país, no que sea un país cercano, como en el caso de Ecuador, pero la búsqueda de un nuevo estatus, búsqueda de nuevos derechos.

Y esa es una noticia que trae la Comisión, no la visibilización de las consecuencias de ese exilio masivo, a pesar de ser invisible y también propuestas que tienen que ver con el reconocimiento del exilio en la ley de víctimas o ley 1448, ya que este no está contemplado.

Recordemos que en la ley de víctimas (1448) está reconocido el desplazamiento forzado, la tortura, la violencia sexual, pero no el exilio. Tampoco hay una política para el retorno de población que quiera volver de forma voluntaria y segura del país. No han producido más allá de ciertos acuerdos binacionales, y una política amplia con otros países para tratar el exilio. Sin embargo, esta problemática, necesita una una respuesta colectiva, no solamente por parte de un determinado país, sino del conjunto de países. Para ello se necesita una conferencia internacional sobre el refugio, el exilio colombiano que dé cuenta de cuáles son las políticas de protección en los países, reconocimiento de derechos como los laborales y pensionales, el derecho al retorno, es decir, hay una serie de inconvenientes asociados a esa vida partida en dos supone a tener que salir del país.

Esos nuevos impactos en las personas y las poblaciones poblaciones que la Comisión incluye en sus recomendaciones, es el lado que la gente tiene que conocer. 

Pues el nuevo Gobierno de Colombia, el gobierno electo en el acto de presentación del día 28 dijo que iba a tomar las recomendaciones de la Comisión como como una guía para su trabajo respecto a lo que tiene que ver con víctimas y reconstrucción de ese tejido social. Por eso esperamos que estás recomendaciones sean tenidas en cuenta y que se puede abrir un proceso de diálogo más amplio, ojala del que la Comisión ha podido hacer con muchas limitaciones, pero hemos tomado más de 2 mil testimonios de personas que tuvieron que salir por motivos del conflicto armado y creo que podemos dar cuenta de un gran ejercicio de escucha, incluyendo el Ecuador hasta donde hemos podido lograr con numerosas víctimas y personas refugiadas y exiliadas.

Comisionado es muy importante el acento que pone este informe en la conexión entre la no repetición y la reconciliación, no que es como muy destacado, más allá de por supuesto exhibir la tremenda verdad del conflicto. En las recomendaciones contenidas en este decálogo para la reconciliación, digamos, con el que el informe de alguna manera se dirige a las autoridades, a la gente. Hay enunciados muy importantes aludiendo a la necesidad de cambios sociales, cambios personales, profundos, cambios de conducta personal y social. 

Es obvio que dado el arraigo sostenido que ha tenido la violencia en el país por décadas y quizás históricamente por centurias, se requerirán aparte de las transformaciones políticas en el papel, programas que habiliten nuevos aprendizajes en la conducta individual e interpersonal. ¿Se ha hablado algo de esto en el proceso, digamos, de elaboración del informe? ¿Puede darnos alguna pista sobre si se ha pensado en posibles implementaciones específicas o simplemente darnos una opinión sobre el proceso que debería llevarse a cabo, en este sentido de nuevos aprendizajes para los colombianos y colombianos?

Ahí están dos de los hallazgos del Informe de síntesis que presentamos el 28  de junio, porque el informe es más amplio y vamos a ir presentando algunos volúmenes durante todo este mes. Dos de los grandes hallazgos tienen que ver con eso que estás señalando, uno lo hemos llamado la Colombia herida. Es decir, el impacto de la guerra, la violencia. El 90% de las víctimas han sido víctimas civiles y ha habido muchas mecanismos que han llevado a la naturalización de esa violencia, a la justificación de la misma, a la invisibilización de las consecuencias a memorias también defensivas, no que cada quien se fija en una parte del dolor, del sufrimiento de las víctimas, pero no hay una visión compartida del conjunto del país sobre ese conjunto intolerable de la victimización que ha sufrido el pueblo colombiano, especialmente en la población campesina indígena afrodescendiente. Las mujeres de sectores más populares, la niñez reclutada.   

Entonces ha habido una la primera cosa que nosotros consideramos que debe haber es una sacudida frente a  la tolerancia, a la violencia y a la falta de respuesta a los impactos que todo sea producido en el país o la justificación de la violencia, la guerra por las violaciones sufridas por un determinado sector social frente a otro sector, etcétera, no los necesita. 

Una visión compartida de país y una ética de los derechos humanos que sea la base y permita la reconstrucción. Esa base no puede hacerse sobre una capa sobre una imposición o una capacidad de coacción de un determinado sector social, grupo social sobre otro, y eso conlleva también cambios que van a ser estructurales entre ellos: económicos, pero también cambios culturales.

Hay otro apartado de lo que el informe se refiere como a la cultura, como un lugar en el que se expresa una buena parte de ese malestar y se expresa en muchas de esas reacciones, comportamientos dinámicas que han sostenido la violencia en el tiempo. Frecuentemente en Colombia, digamos, el adversario político o el discrepante se convierte fácilmente en el enemigo.

Hay toda una doctrina de la seguridad nacional. También, una manera de actuar políticamente por parte de diferentes sectores, incluidas las guerrillas, de señalar al otro como un enemigo al que es un obstáculo con el que no se está de acuerdo o a una determinada clase social. El campesino ha sido visto muchas veces como un enemigo, los movimientos sociales han sido vistos como alguien como base social de la guerrilla y no legitimando sus propias reivindicaciones. Todo eso tiene que cambiar. La Comisión ha puesto el foco en eso, porque porque hay se necesita un cambio en la cultura política, pero también se necesita un cambio en la cultura y en la acción sostenida para el cambio de esos comportamientos desde la educación, en términos de la historia del conflicto, como también de las actitudes hacia una cultura de paz, donde se muestra un respeto por el otro.

Ahí se muestran muchas de las consecuencias del conflicto, pero también de los factores que han contribuido a mantener el conflicto. Y la cultura es un lugar donde se expresa el malestar, pero también puede ser un motor para el cambio. Nosotros queremos verlo desde esa perspectiva, también haciendo énfasis en en el trabajo educativo, en el trabajo cultural con las comunidades; aunque sabemos que esos cambios no se dan de la noche a la mañana y que muchas veces se va a necesitar tiempo y se va a necesitar una acción sostenida.

También creemos que a pesar del mantenimiento del conflicto armado en diferentes partes del país, el hecho que pueda darse un proceso de negociación más amplio y el cumplimiento integral del Acuerdo de Paz, va a generar un cambio de contexto positivo, que se necesita para deconstruir algunas de esas actitudes basadas muchas veces en la impunidad o en la permanencia de la violencia, que te llevan siempre a creer que nada es posible, que todo va a seguir igual, que siempre va a prevalecer la corrupción o la violencia sobre la ética o sobre la seguridad humana. Mucha gente, por ejemplo con la que trabajó en el exilio y me ha dicho que nosotros empezamos a no naturalizar la violencia cuando estábamos fuera, empezamos a no tenerle miedo a una moto o empezamos a tener otras actitudes en el manejo de los conflictos.

Cuando estuvimos también en un contexto que nos permitió vernos desde fuera, tomar conciencia de muchas de esas cosas y cuando uno está metido en las situaciones, pues tiene que adaptarse a un contexto hostil y tampoco tiene mucha capacidad de detener distancia de lo que le toca vivir. Y nosotros creemos que es parte del proceso incluir cambios en esa cultura política, en la acción de los partidos, pero también transformaciones en las familias, transformaciones en el sistema educativo, apoyo también del sector cultural a esos cambios que se necesitan en Colombia, porque si hay un impacto, digamos a medio y largo plazo en en la cultura, que debe ser reconocido como tal para también convertirlo en un motor de esa transformación.

Comisionado en frente al tema de la continuidad, porque por lo menos el cambio de contexto político en el país ha dado un poco de tranquilidad frente a los legatarios, que ya sabemos que el gobierno se ha comprometido con las recomendaciones, pero sabemos también de la existencia de un comité de seguimiento. Es muy importante que a nivel internacional, también, sepamos que hay unas personas que tienen que ver, digamos, desde el punto de vista étnico, de la población LGTBI+ y que han sido escogidas incluso por el conjunto de los comisionados y comisionadas para hacerle seguimiento. ¿Cuál será la incidencia política que esto tiene en lo que viene?

Mira es muy importante porque una Comisión de la Verdad siempre termina presentando su informe, de ahí termina la vida de la Comisión y lo que venga después depende mucho, pues de dos factores, sobre todo uno: es la voluntad política del Gobierno y de las distintas instituciones del Estado de poner en marcha, de tomar en cuenta las recomendaciones que hace una Comisión, incluyendo el proceso de asimilación de esa verdad. La verdad no se asimilan porque el informe se publique, eso es un primer paso para una política también sostenida de difusión, pedagogía de acción en el camino. Entonces depende de la voluntad política, y dos depende también de en qué medida la gente se apropie del proceso.

Si las organizaciones de Derechos Humanos y las víctimas y los diferentes sectores del ámbito de la cultura, de los judiciales se apropian del informe. Eso va a hacer que haya un seguimiento y una fuerza social que empuje para esas recomendaciones, así como cumplimiento de estas recomendaciones. En este caso, el decreto que creó la Comisión y en el marco del acuerdo de paz con las FARC, se discutió mucho sobre que tenía que haber algún mecanismo de seguimiento.

Si bien las recomendaciones de una Comisión no son per se obligatorias, no en el sentido que tengan la fuerza legal del cumplimiento por parte de instituciones, sí tienen la obligación ética, deben ser consideradas como parte de de la salida política al conflicto, puesto que responden a un trabajo riguroso, muy amplio, muy sostenido en el tiempo, que ha hecho la Comisión y que muestra los caminos de salida. 

En este caso se crea un comité que se llama comité de seguimiento formado por siete personas que van a trabajar durante siete años. Elegimos esos siete años para que fuera dos periodos de gobierno, que son de cuatro años en el caso colombiano, de forma que este comité, tiene la independencia necesaria y tenemos los elementos para hacer el seguimiento de las recomendaciones de la Comisión, que esto no quede solamente al albur de la voluntad política o de las organizaciones sociales, sino que haya una institucionalidad que tenga la función de monitorear, hacer incidencia, mostrar públicamente cuál ha sido el grado de cumplimiento de esas recomendaciones y creemos que eso es un mecanismo, pues mucho más efectivo, que dejar el trabajo de la Comisión que después en el aire.

Nosotros estamos en un periodo de socialización del informe, llevamos dos semanas en varios ámbitos en lo internacional, también a lo nacional. Vamos a ir a Ecuador y a Argentina, entre otros países, a hacer la presentación del informe como una manera de que haya un camino de vuelta, qué es lo que nosotros fuimos a preguntar en estos territorios y tomar sus testimonios. Por ello es necesario mostrar el resultado que ha tenido esto, y poder tener un diálogo, con las víctimas, las instituciones, entre otros. Además se busca que este trabajo sea un puente para que el comité de seguimiento, que empezará a funcionar a partir de que termine la comisión a finales del mes de agosto, pueda llevar a cabalidad su labor de monitoreo y seguimiento de las recomendaciones.

Comisionado, queríamos cerrar este diálogo breve con la siguiente pregunta: 

Nosotros imaginamos que participar en un proceso como el que usted en el que usted ha participado, es decir, ser comisionado y estar estos tres años y medio en esta tarea tan sensible, tan delicada, tan llena de un montón de aristas, también produce algo en las personas que lo hacen, así que la pregunta es muy personal y con esa queremos cerrar, ¿Qué ha significado para usted participar en este proceso, comprometerse en este proceso, escuchar y ver a la gente relatar lo sucedido? 

Bueno. Gracias Nelsy. Yo había trabajado en muchos países, se trabajó con muchas víctimas, desde hace 25 años, atendiendo a muchas víctimas del conflicto en esta atención psicosocial y el apoyo a las organizaciones de derechos humanos.

En la experiencia de la Comisión es un tiempo nuevo. Yo diría que es un tiempo fundacional. Está entre el pasado y el presente, y se aglutina de muchas maneras, una esperanza de cosas que la gente que yo mismo he escuchado durante muchos años: la esperanza de que haya un reconocimiento de la verdad, una transformación del país, que el país fuera a mirar hacia adelante, salir del conflicto armado. Y ha sido la oportunidad de estar en la sala de máquinas de  un proyecto de transformación, en dónde lo primero que hay que hacer es dejarse tocar por el sufrimiento, porque si no te dejas tocar por el sufrimiento, no entiendes nada. 

Yo empecé a tomar los primeros testimonios de la Comisión, antes de iniciar el trabajo, precisamente para entender qué significaba el exilio, para empezar a escuchar a mucha gente en diferentes países. 

¡Claro, las historias son duras! Ellos superan, obviamente, muchas de las cosas que uno a veces pueda pensar o imaginar lo que a la gente le ha pasado y eso duele, y bueno que te duela es parte del proceso, porque no escuchamos como si fuéramos un casete de esos antiguos que no se saca de la cabeza y lo guarda. 

Te llevas parte de ese dolor, yo me he llevado parte de ese dolor y sufrimiento de la gente. Pero también me llevo muchas cosas positivas, de lo que la gente ha hecho para resistir, de la confianza que se ha creado en ese trabajo de escucha y digamos que ese es para mí un camino de vuelta que me ayuda. También a comprender más cosas de la humanidad, a crecer también personalmente, a pesar de los cansancios y los dolores.

Al tiempo, esto ha implicado exponerse muchas veces al horror, porque hemos escuchado historias muy duras, terribles de las atrocidades cometidas en el conflicto armado, el nivel de deshumanización al que se ha llegado. Así mismo hemos visto lo que ha significado la resistencia de mucha gente, como los campesinos que se negaron al olvido, que se negaron a dejar que los cuerpos siguieran por el río, lo recogieron y les dieron entierro, desobedeciendo al mandato de silencio.

Hay lecciones que son muy fuertes, muy profundas. Esta es una experiencia que lo cambia a uno, ya que ha sido muy profunda, conmovedora, dura a veces también porque al estar al lado de la gente y escuchar tu escuchas y sientes su sufrimiento.

Alguna vez un campesino del Urabá antioqueño, hace años, cuando estaba haciendo un peritaje para la Corte Interamericana, me dijo, en el momento que le iba a preguntar su padre desaparecido ¿Qué consecuencias ha tenido la desaparición de su papá en su vida? Él me dijo: mire, Carlos, no se preocupe. Yo he hablado muchas veces, pero esta vez tiene sentido. Y si las cosas tienen sentido, tiene sentido para la víctima y tiene sentido para nosotros, 

Hablar de todas estas cosas, tomar testimonios para las víctimas es volver al escenario de la pesadilla, volver al lugar del horror, lugar donde pasaron las cosas. Es un camino, también, de esa nación, es un camino que tiene un sentido para la transformación, para quitarse un peso de encima, para que ese hecho no le pase a nadie más en el país, para tratar de hacer algo constructivo con una historia de desprecio tan brutal como ha vivido la gente.

Y bueno, eso no le toca humanamente, toca el corazón y también pues transforma. Bueno, es una escuela de humanidad muy importante.

Agradecemos al comisionado Beristain, que nos da unos minutos más para que Javier desde Argentina haga una última pregunta.

Muchas gracias Comisionado, gracias Daniel y quienes trabajamos por la paz, por la no violencia desde hace muchos años, sabemos que una de los principales obstáculos para su superación es esa creencia de que la naturaleza humana conlleva a la violencia, como un ingrediente permanente. Esto por supuesto nosotros  no creemos, no afirmamos, sino  no estaríamos haciendo lo que hacemos.

¿Cree usted comisionado, que se ha abierto un tiempo de esperanza para Colombia con el Informe con el mandato político, la gente está con el futuro más abierto? ¿Se ha derrumbado o debilitado la creencia en que por siempre el pueblo estará inmerso en una espiral de violencia qué opina usted que ha estado tan en contacto junto con el resto de la Comisión con el pueblo colombiano?

Nosotros lo que percibimos, lo que escuchamos, lo que tocamos, también, es un tiempo de esperanza, no es una esperanza ingenua sobre  la continuidad del conflicto en muchos lugares y que la persistencia del conflicto armado, en muchas zonas del país hace que ese horizonte parezca todavía lejano, pero las movilizaciones del año pasado mostraron, especialmente, una población joven de sectores excluidos que está pidiendo ser parte del futuro del país, que está pidiendo derechos económicos y sociales, participación social, política y, que perdió el miedo a expresarse. 

A pesar de la represión que sufrió y eso mostraba, también, un factor de esperanza. Además, todo el proceso ahora electoral que se ha dado en el país ha mostrado que nuevos liderazgos, tenemos una vicepresidenta que hace dos años y medio sufrió un atentado con granadas al ser parte de un grupo de líderes afrodescendientes en el norte del Cauca, que yo mismo fui a atender unas semanas después.

Hoy es la vicepresidenta del país. Ella es una mujer que viene de los sectores más populares afrodescendientes, eso es un signo de esperanza, es un signo de transformación. 

El propio Informe de la Comisión viene con verdades incómodas, espejos en los que hay que mirarse para que realmente la transformación sea posible, pero también viene con una vía de salida, el reconocimiento de la violencia para afrontar factores estructurales que la generaron. Colombia no está permanentemente condenada a reproducir las condiciones de violencia. Eso no tiene que ver con la naturaleza humana de la gente colombiana, como si fuera violenta por naturaleza o cualquier otro país tiene que ver con los sistemas, con los mecanismos, los mecanismos que hacen posible el horror a gran escala y la importancia de cómo se desmantelan esos mecanismos.

Para que la paz no sea solamente un deseo bien intencionado, sino también sea parte de una política. Por eso el informe hace hace referencia a esos factores que tienen que ver con el desmantelamiento de muchas de estas estructuras de violencia sobre las políticas sobre narcotráfico, lo que hay que hacer en el campo de la cultura, en la investigación y la lucha contra la impunidad como mecanismos clave de un futuro que es posible con Colombia, ha tenido demasiados intentos de llevar adelante procesos de paz que se han frustrado o han sido limitados. 

Por ello, el marco del Acuerdo de Paz es amplio para la transformación. Ese marco necesita cumplirse y extenderse a otros actores. Asimismo  es fundamental tener en cuenta algunos de los aspectos que ha señalado la Comisión, ya hay un camino muy importante para Colombia, y también es un ejemplo lo que el país está haciendo para otras naciones. 

La desesperanza es un precio demasiado caro para la gente que tiene tantas ganas de vivir, y el pueblo colombiano  ha hecho un enorme esfuerzo de resistencia y tienen unas enormes ganas de vivir.

Comisionado para la Agencia Internacional de Noticias de Paz y No Violencia Pressenza ha sido un placer compartir con ustedes estos minutos. Agradecerle no solamente por ellos, sino también por el arduo trabajo de todos estos años en la Comisión, y porque sabemos la importancia que tiene este Informe no es solamente un libro, no es solamente unas recomendaciones, sino que como lo decía Javier, ahora, y lo lo planteado usted es la importancia que tiene en términos del cambio de pensamiento, el punto de giro en la mirada que tiene que tener este país.

Frente a todo lo que está aconteciendo en este acuerdo que hemos vivido en Colombia. Muchísimas gracias.

Gracias a ustedes Daniel, Javier y Nelsy.

Carlos un abrazo, muchas gracias y nosotros nos volvemos a encontrar en una próxima, y seguiremos informándoles y reflexionando sobre los temas de posconflicto en Colombia y por supuesto, sobre la pedagogía del Informe en la Comisión de la Verdad.