Existe en Estados Unidos una gran devoción por las armas de fuego. Actualmente hay más de 400 millones de armas en circulación en el país —es decir, más armas que personas— y solo unas pocas y laxas medidas de control sobre quién puede comprarlas o acceder a ellas. A lo largo y ancho de la sociedad estadounidense, una gran cantidad de personas veneran, exaltan y portan con orgullo las armas de fuego, y eso ha generado un devastador número diario de muertes que no tiene parangón en el mundo. Este culto a las armas venera sobre todo el rifle semiautomático AR-15, al que la Asociación Nacional del Rifle ha denominado ”el rifle americano”. Tras las masacres consecutivas que ocurrieron en la ciudad neoyorkina de Búfalo y en la ciudad texana de Uvalde —ambas cometidas por jóvenes de 18 años armados con rifles semiautomáticos del tipo AR-15 que habían comprado de manera legal—, las víctimas y varias organizaciones de activistas han instado a tomar medidas efectivas para controlar la adquisición y tenencia de armas de fuego. Sin embargo, el Senado de Estados Unidos, donde tantos de sus miembros están atados al lobby de la industria de las armas que los financia, solo adoptará poses, rezará, guardará uno o dos momentos de silencio… y luego no hará prácticamente nada.

Desde la ciudad de Uvalde, Kimberly Mata-Rubio testificó este miércoles de manera virtual ante el Comité de Supervisión y Reforma de la Cámara de Representantes de Estados Unidos: “Nuestros dos hijos menores, Julian, de ocho años, y Lexi, de diez […] asistían a la escuela primaria Robb. En la mañana del 24 de mayo de 2022, dejé a Lexi y Julian en la escuela poco después de las 7 a.m. Mi esposo y yo regresamos al campus nuevamente a las 10:30 a.m. para la ceremonia de entrega de premios de Lexi. Lexi recibió el premio a la ciudadana ejemplar y también obtuvo otro reconocimiento porque todas sus calificaciones fueron A. Nos tomamos fotos con ella y luego le pedimos que se fotografiara con su maestro, el señor Reyes. Esa foto, la última de su vida, fue tomada aproximadamente a las 10.54 a.m.”.

El atacante adolescente llegó a la escuela una media hora más tarde y mató de manera metódica a 19 escolares y dos de sus maestras. Según se está reconstruyendo, mientras eso ocurría, 19 agentes de policía permanecieron en los pasillos de la escuela durante una hora sin tomar ninguna acción.

Kimberly Mata-Rubio, quien trabaja como reportera para el periódico Uvalde Leader-News, continuó: “Hoy venimos en representación de Lexi y, en su nombre, exigimos que se tomen medidas. Queremos que se prohíban los rifles de asalto y los cargadores de municiones de alta capacidad. Entendemos que, por alguna razón, para algunas personas —para las personas con dinero, para las personas que financian campañas políticas— las armas son más importantes que los niños y niñas, por lo que en este momento les pedimos que se produzca un avance. Instamos a que se eleve de 18 a 21 años la edad mínima para adquirir estas armas. Pedimos que se [amplíen las] llamadas leyes de “bandera roja” y que las verificaciones de antecedentes [de los compradores de armas] sean más estrictas. También queremos que se derogue la inmunidad que protege a los fabricantes de armas de cualquier responsabilidad civil”.

Zeneta Everhart, madre de un sobreviviente de la masacre de Búfalo, también testificó ante la audiencia congresual. Su hijo de 21 años, Zaire Goodman, trabajaba en el supermercado Tops Friendly Market y resultó herido el 14 de mayo cuando un joven supremacista blanco irrumpió en la tienda y mató a diez personas, todas ellas afroestadounidenses. “A los legisladores que piensan que no necesitamos leyes más estrictas de control de armas, permítanme describirles esta situación: mi hijo Zaire tiene un agujero en el lado derecho del cuello, dos agujeros en la espalda y otro en la pierna izquierda, causados por la explosión de una bala de un [rifle] AR-15. Cada vez que curo sus heridas, puedo sentir los pedazos de esa bala incrustados en su espalda. La metralla quedará dentro de su cuerpo por el resto de su vida. Ahora quiero que imaginen a sus hijos en esa misma situación”.

El mismo día de la audiencia, la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó —siguiendo mayormente las líneas partidarias— un paquete de medidas denominado “Ley de Protección de Nuestros Niños”. La ley incluye un rango limitado de medidas de control de armas, entre ellas, aumentar de 18 a 21 años la edad mínima para comprar armas de fuego semiautomáticas y prohibir los cargadores de más de diez rondas de municiones (excluyendo aquellos que ya están en manos de particulares). Se anticipa que el proyecto de ley no será aprobado por el Senado, donde se carece de los 60 votos que se necesitan para superar el obstruccionismo republicano.

Algunos senadores republicanos son entusiastas defensores de los rifles tipo AR-15. Ese es el caso del senador Bill Cassidy, del estado de Luisiana, quien dijo al medio digital Vice News: “[Estas armas se usan para] matar jabalíes en donde se les ocurra, por ejemplo, en el distrito medio de Luisiana”. De similar manera se expresó el senador John Thune, del estado de Dakota del Sur: “En mi estado, los usan para disparar a perros de la pradera y a otros tipos de alimañas”.

Mientras que los senadores republicanos protegían los derechos de unos pocos a matar cerdos y otras “alimañas” con armas de asalto de tipo militar, el único pediatra de Uvalde, el doctor Roy Guerrero, describió al Comité de Supervisión y Reforma de la Cámara baja lo que vio en la sala de emergencias después de la masacre:

“[Vi a] dos niños cuyos cuerpos habían quedado tan pulverizados por las balas, decapitados y cuya carne estaba tan desgarrada que las únicas pistas para conocer sus identidades eran las ropas de dibujos animados salpicadas de sangre que aún colgaban de ellos”.

El médico terminó su testimonio instando a los funcionarios electos a tomar medidas para el control de la tenencia de armas de fuego:

“Ustedes son los médicos y nuestro país es el paciente. Estamos acostados en la mesa de quirófano, acribillados a balazos como los niños y niñas de la escuela primaria Robb y de tantas otras escuelas. Nos estamos desangrando y ustedes no están allí”.

Estados Unidos necesita con urgencia una prohibición total de las armas de asalto. No hay más tiempo.

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