En Chile, el pasado 11 de marzo asumió un Gobierno encabezado por el joven Gabriel Boric y en que de las izquierdas y progresismos lograron converger en un proyecto político alternativo al neoliberalismo que hizo explosión el pasado 18 de octubre de 2019.

El humanismo está presente, como corriente de pensamiento en el Gobierno, a través del referente político Acción Humanista. De este movimiento, hoy en camino a transformarse en partido político legal, surge la figura de Marilén Cabrera quien asumió la Subsecretaría de Bienes Nacionales.

Conversamos con Marilen tras dos meses de ejercicio en la función. Esto fue lo que nos contó.

Pressenza: A poco más de dos meses de asumir el cargo, ¿cómo evalúas tu gestión y cuál es el principal sello que se le has querido dar?

Marilén Cabrera: Han sido semanas intensas, de constante aprendizaje, mucha reflexión y acción. Hemos podido reunirnos con decenas de organizaciones sociales, culturales, de DDHH, comités de vivienda, quienes trabajan por el patrimonio natural y urbano, entre tantos otros. Con ellos vamos avanzando en un nuevo estilo de gobernar que se basa en la escucha, en la participación de la gente, en avanzar en conjunto que es la única manera de ir concretando avances sociales.

Heredamos un Ministerio con una mirada economicista, centrada en el resultado y poco en el proceso. Nosotras, junto a la Ministra Javiera Toro y su equipo, queremos cambiar ese rumbo y hacia allá vamos.

Pressenza: ¿Qué cosas han descubierto que se pueden hacer en beneficio de la población desde esta Subsecretaría y Ministerio? ¿Cómo se diferencia eso de gestiones previas?

MC: Con la Ministra Javiera Toro, en dos meses hemos logrado destrabar el proceso que conducirá a la entrega de terrenos para un hospital que beneficiará a cerca de 70.000 habitantes de la provincia del BíoBío; hemos logrado llegar a un acuerdo con la familia Roe de Rapa Nui, junto al Ministerio del Interior, que permite avanzar en la reivindicación de tierras, concreta la desocupación del aeropuerto Mataveri y así se podrá reanudar su funcionamiento; anulamos la revocación de concesión de la ‘ex Cárcel Valparaíso’ que había iniciado la administración anterior, fortaleciendo el trabajo con ese centro cultural y de memoria; fijamos un cronograma de trabajo de seis meses para el traspaso definitivo de 14.487 hectáreas a la comunidad Indígena Chusmiza-Usmagama en Tarapacá.

Es decir, con voluntad de hacer cosas, generando ámbitos de participación, abriendo las puertas del Ministerio, se ha llegado a soluciones innovadoras para problemas que se arrastraban desde hace mucho. Eso es lo que nos ha instruido el Presidente Boric.

Nuestra gestión se caracteriza por eso: participación, apertura y avanzar en la resolución de las demandas históricas que ha planteado el pueblo durante las últimas décadas.

Pressenza: Hemos visto que le han dado gran relevancia al tema del patrimonio (urbano, rural y también natural). ¿Qué se puede hacer desde Bienes Nacionales para preservar esos lugares ante la voracidad del negocio empresarial?

MC: El Ministerio de Bienes Nacionales no se ocupa sólo de temas de regularización o la entrega de terrenos, también se abarcan temas tan sensibles como los sitios de memoria y diversas rutas que los potencian; el rescate del patrimonio arquitectónico y cultural de nuestros pueblos y ciudades, pero también el natural que hace a la protección de nuestros preciados bienes, paisajes, zonas vírgenes, etc.

Tenemos mucho que hacer en lo medioambiental y cultural. Para esto nos proponemos trabajar en conjunto a otros Ministerios y Subsecretarías.

Lo mismo pasa con el rescate de la memoria para combatir los intentos de amnesia oficial que ha vivido Chile por décadas.

Para todo esto el trabajo interministerial, de acuerdo a los lineamientos que ha dado del Presidente Boric, es clave.

En todos estos temas aspiramos a ir dejando atrás toda lógica neoliberal o economicista. Nuestro norte son las grandes transformaciones con enfoque ambiental, de género y de DDHH.

Pressenza: Pasando a un plano más político. Se viene el plebiscito ante la propuesta de nueva Constitución que está generando la Convención Constitucional. ¿Cuál es su postura ante este referéndum?

Como autoridad de Gobierno no me corresponde pronunciarme ante una u otra postura. Como Gobierno siempre se ha planteado el interés de que este plebiscito cuente con la mayor y mejor información, que tenga una amplia participación popular. Eso es clave. La gente debe entender que su voto marca un rumbo para Chile en los próximos 30 años, no es cualquier voto.

Ciertamente yo tengo una opción personal que no es secreto para nadie pues vengo de años de luchas y construcciones desde el Humanismo, cuando planteábamos la necesidad de una nueva Constitución desde finales de los años 80. Ya en esos tiempos propugnábamos la importancia de que esto se diera a través de un proceso participativo tal como lo ha sido la Convención Constitucional.

Creo que la gente tiene en sus manos una tremenda decisión y así lo entendemos desde el Gobierno.

Pressenza: ¿Por qué, el tener una nueva Constitución, se ha visto como una real salida y respuesta ante las demandas ciudadanas expresadas en 2019?

MC: Bueno porque la demanda por una nueva Carta Magna sintetizó todas esas luchas y exigencias que se expresaron en las calles durante la primavera de 2019. Desde el fin de la destrucción ambiental hasta la educación gratuita, pasando por los derechos de las mujeres y niñeces. Todo confluyó en el tema constitucional y ahora ese proceso tiene el punto culmine que implica aprobar o rechazar la propuesta que está planteando la Convención.

Creo que para el mundo ha sido un proceso inédito lo que ha pasado en Chile, logrando tener una propuesta integral de nueva Constitución en base a un órgano electo democráticamente, con paridad de género en que el 50% de convencionales son mujeres, con escaños reservados para las primeras naciones, etc.

La paridad de la Convención ha sido clave para todas las mujeres feministas.

El mundo nos está mirando.

Pressenza: ¿Cómo está aportando Chile y su nuevo Gobierno de izquierdas, a ese anhelo de que “otro mundo es posible”?

MC: Creo que Chile no fue una pieza clave en todo lo que vino después de las protestas de Seattle, Génova, el Foro Social Mundial y todo lo que implicó esa ola de críticas globales hacia el sistema neoliberal en los años 2000. Pero sí se hicieron esfuerzos desde la sociedad civil, movimientos, campañas. Los estudiantes con sus rebeliones de 2006 y 2011, más manifestaciones ecologistas de esos mismos años, las marchas de la diversidad sexual; luego las protestas contra el actual sistema de pensiones o los movimientos de mujeres como el mayo feminista de 2018 o las huelgas generales feministas. En fin, todo eso fue generando una corriente que cada vez cobró mayor vida pública. Desde ahí venimos.

Todos esos movimientos sociales influyeron en las agendas de Gobiernos anteriores, pero es sólo ahora y tras el estallido social de 2019, en que se da un paso más allá: se logra avanzar en el cambio de Constitución y se elige a un Gobierno que viene directamente de esas luchas sociales y de esas nuevas generaciones rupturistas.

Un Gobierno que logra un aumento histórico del sueldo mínimo, que se compromete a la firma del tratado ambiental de Escazú, que se propone un diálogo histórico con el pueblo Mapuche, que incluye la representación de las y los trabajadores en el directorio del canal público de TV, que genera un ambicioso plan económico en ayuda de las familias, que instala un gabinete en que más de la mitad son mujeres ministras, que duplica los recursos para compra y restitución de tierras para pueblos originarios dando una relevancia nunca antes vista a la CONADI, que promueve medidas que buscan limitar las alzas en parafina, electricidad y gas licuado, que apoya el desarrollo de las zonas extremas del país creando un fondo nacional de equidad territorial, que promueve la participación ciudadana en políticas públicas como la reforma tributaria, entre otras medidas.

Hoy el Gobierno de Gabriel Boric es una esperanza para la región y para el mundo, en el sentido de que para enfrentar al neofascismo que se expande, es posible y necesario hacerlo desde lógicas que se diferencien de estas décadas de neoliberalismo individualista; es posible concretar un recambio generacional; es posible generar políticas que apunten a la protección social en base a un Estado más fuerte y responsable; es posible transformar demandas feministas de millones en políticas públicas que fomenten dinámicas no patriarcales y no discriminatorias.

En fin, creo que este gobierno es heredero de luchas sociales en Chile y en Latinoamérica de los últimos 15 o 20 años. En ese sentido creo que por fin mi país está dando una importante referencia en que efectivamente es posible ese otro mundo.