No pocos han caído en brazos de Kast. Personas comunes y corrientes susceptibles a los mensajes de los anticomunistas como si todavía estuviésemos en tiempos de guerra fría cuando el mundo era bipolar y se temía un enfrentamiento entre la Unión Soviética (URSS) y los Estados Unidos de Norteamérica (EE.UU.). Son quienes enganchan con los mensajes del miedo a perder la libertad, la seguridad, el orden. Son quienes hoy están tras un candidato, Kast, que se proclaman defensores de Dios, la Patria y la Familia, pero que no han trepidado en pisotear estos conceptos cada vez que tienen oportunidad de hacerlo. Kast y sus más inmediatos colaboradores, su círculo íntimo –Kaiser, de la Carrera, Melnik, Marinovic- son quienes no admiten otro Dios que el de ellos; son quienes hablan de Patria en circunstancias que provienen de otros confines y declaran la guerra al pueblo mapuche bajo el eufemismo de luchar contra el narcoterrorismo; son quienes hablan de Familia que ellos conciben como tal, despreciando, negando a las otras, empecinándose en estar en contra de la ley de divorcio y ahora contra el matrimonio igualitario. Siempre argumentan que lo hacen para evitar males mayores, incluso la violación de los DD.HH. en que incurrieron cuando tuvieron todo el poder armado en sus manos. Pero dale que dale con achacar a los comunistas de todos nuestros males. Son el chivo expiatorio, el comodín que sacan cada vez que las circunstancias lo requieren a pesar que todos sabemos, no nos engañemos, que nuestros problemas no tienen su origen en los comunistas, sino en los abusos de quienes tienen el poder, de nuestras élites, nuestras castas dirigenciales de todo orden –políticas, religiosas, económicas, deportivas y otras-. Los comunistas no tienen nada que ver.

Participé en las primarias de la izquierda, no porque yo sea de izquierda, sino para evitar que saliera Jadue. No porque fuera mal alcalde, sino que porque si la izquierda presentaba a un candidato comunista, estaría perdido en la segunda vuelta. Preveía la entrada de Kast. Para ser un candidato que está a la derecha de la UDI –salió de sus entrañas-, esto es, en la ultraderecha, es un excelente candidato porque no es el clásico vociferante, destemplado, histriónico a los que nos acostumbra la ultraderecha como los Trump, los Bolsonaro, los Hitler.

Pero los adherentes de Kast son los mismos que en Brasil votaron por Bolsonaro, quien ganó a punta de noticias falsas y prácticas mafiosas como fue la Operación Lavajato en comendada al juez Moro para invalidar la candidatura de Lula, seguro ganador. Después Moro fue premiado como ministro de justicia por los servicios prestados. Son los mismos que en USA votaron por Trump asaltaron el congreso estadounidense y quisieron construir un muro en la frontera con México para impedir la inmigración, tal como acá Kast quiere construir una zanja con el mismo propósito. Son los mismos que a nombre de la libertad pregonan el anticomunismo como si el comunismo fuese la fuente de nuestros males. Son los mismos que añoran al innombrable y que ahora quieren al gringo rubio, buena onda, educado, ponderado, que respira lógica pura. El lobo vestido con piel de oveja que como presidente no se arrugará en otorgar licencia a las FFAA y Carabineros para que maten, quemen, torturen a su antojo.

El argumento será siempre el mismo: evitar males mayores. El mensaje será «no te metas en forros». Para Kast y sus votantes los DD.HH. son una entelequia inventada por los comunistas sin ver que es un muro destinado a frenar los abusos de quienes tienen el poder armado, torturan y violan escondidos en retenes y regimientos. Para Kast y sus votantes el cambio climático es un invento de los comunistas de la mano de Greta para que no tengamos zonas de sacrificio y no sigamos creciendo para que el poder económico, los mismos de siempre, sigan depredando, para seguir privatizando costas de playas y lagos. Todo lo que digamos son inventos del comunismo. No cachan que hay otras alternativas, las de los países nórdicos, la de Alemania y muchos otros países.

No quería que fuera Jadue el candidato de la izquierda porque preveía lo que se venía. Un choque entre Jadue y Kast, inevitablemente habría conducido al triunfo de este último dado que el anticomunismo en Chile está inoculado a la vena. Una segunda vuelta entre Kast y Boric o Provoste le pondría más alta la vara a Kast. Lo estamos viendo estos días, lo vimos en el debate. Kast habla de los cambios de Boric ignorando los suyos que se observan más falsos que Judas. Sus persistentes ironías y sonrisas forzadas lo delatan.

Lo que estamos viendo estos días me confirma lo señalado. Este domingo tenemos la segunda vuelta con Boric y Kast en el voto. A pesar de que ya no es el candidato comunista quien estará en la papeleta, ahora no trepidan en endosar el calificativo de comunista a Boric sabiendo que no lo es. ¿Por qué lo hacen? Porque les da rédito, porque es la cantinela barata que facilita que familiares y amigos caigan en las redes de Kast y su banda inmediata. Cantinela que es reforzada y amplificada a través de las redes sociales, difundiendo noticias falsas al por mayor.

Resulta penoso saber que personas modestas, sencillas, se han comprado el discurso completo de la defensa de la democracia, de la libertad, de la seguridad, del orden que proclama Kast. Para el innombrable su dictadura también fue una democracia, a la que agregó el apelativo de “protegida” y su accionar estuvo centrado en exterminar comunistas a punta de torturas, desapariciones, exilios. El resultado fue todo lo contrario. Kast está convencido que la constitución del 80 no tiene por qué ser modificada. De hecho en el plebiscito constituyente estuvo por el rechazo. Un proceso constituyente aprobado por casi el 80% de los chilenos que hoy está siendo boicoteado por sus adherentes inmediatos –Cubillos, Marinovic, entre otros- y que muy probablemente se vea boicoteado y abortado frente a un eventual triunfo de Kast con todas las consecuencias que ello conllevaría.

Me resulta chocante que no pocos de mis conocidos, amigos y parientes amantes de las democracias terminan votando por un candidato, Kast, quien en su momento defendió al innombrable y su dictadura, con el argumento de la paz, la seguridad, el orden y la libertad. El discurso del orden y seguridad, de paz y libertad, es un discurso muy sentido cuando no hay orden, porque entonces no se tiene seguridad, ni paz ni libertad.

Pero ¿de qué orden estamos hablando? ¿Cuál es el orden que defiende Kast? El orden financiero, el orden de los poderosos, de los grandes propietarios para abusar a su antojo, no trepidando en sacrificar el medio ambiente en aras de un crecimiento que beneficia a unos pocos. Y ¿cuál es el orden que defiende Boric? el orden social, el de una sociedad integrada, que sume en vez de restar, donde la convivencia y el respeto entre unos y otros que posibilite el desarrollo de todos en armonía con el medio ambiente. Ese es el orden que busca Boric, el oponente de Kast, un orden que no tiene porqué ser incompatible con el orden económico-financiero. Sin orden social, la violencia seguirá reinando muy a nuestro pesar. No avalamos violencia alguna, ni la física ni la psicológica, pero la violencia no se erradica con represión, a lo sumo se apaga para que luego se reactive con más fuerza. La violencia se erradica con orden social, un orden social que nos proveerá la seguridad bajo al cual todos seamos felices comiendo perdices.

El último debate mostró con claridad de qué orden está hablando cada uno de los candidatos.