Madeleine John, peruana, es integrante del Movimiento Humanista desde muy joven. Hoy,  desde el Mensaje de Silo, sintetiza su activismo diciendo:  “El hilo conductor de mi vida ha sido tratar de aportar a una cultura de la no violencia y la no discriminación”.

En esta entrevista con Pressenza aborda los temas más importantes a los que se está aplicando.

El mundo al que aspiramos

Frente a lo que describe como una “crisis global donde todo se cae y nadie cree en ninguna institución”, Madeleine rescata el evidente nacimiento de un mundo nuevo al que miles de personas de todas las latitudes aportan en colectivos feministas, étnicos culturales, ecologistas, antibélicos…

 “Creo que ese mundo al que aspiramos necesita superar la vieja forma de la culpa y el castigo. Necesitamos avanzar a una cultura de la reconciliación y la reparación, si no ese mundo no será posible.

Desde El Mensaje de Silo, yo trato de aportar y profundizar en ese camino de la reconciliación y reparación como puedo, trabajando a nivel personal. Creo que partir de reconocer cómo el resentimiento afecta nuestra vida, a partir de ver en nosotros el cambio que implica reconciliarse, podemos avanzar”.

La reconciliación como elección

Madeleine destaca cómo habitualmente se justifican el resentimiento y la búsqueda de venganza, “en lo que otros nos hicieron”.

“Sin embargo todos tenemos experiencia de cómo, ante una misma situación, algunos reaccionan con una ira enorme y claman por castigo, mientras otros “reaccionan con una grandeza humana que a mí me resulta conmovedora.

Ahí uno comprende que es una elección que tiene que ver con la dirección de la propia vida, con lo que uno quiere construir y la persona que uno quiere ser… Yo puedo decidir responder con comprensión y reconciliación, o irme por el camino del resentimiento y de la búsqueda de venganza y de castigo”.

Recursos y proceso

Después de destacar que el cambio que propone es un proceso, Madeleine dice que “hay que hacer un esfuerzo por ampliar la mirada”, porque el resentimiento agranda lo negativo del otro y lo deshumaniza. Propone reconocer los errores, las compulsiones, las torpezas, las debilidades del otro,  “volver a conectar con su humanidad”.

“Ese esfuerzo también me lleva a tratar de comprender los factores, las circunstancias que rodearon la situación dolorosa y la hicieron posible.

A veces, está el prejuicio de que cuando uno se reconcilia, la lucha por cambiar las cosas pierde fuerza. Mi experiencia es que no es así, al contrario. Seguramente el motor va a ser otro, pero yo creo que cuando tú comprendes las circunstancias que hicieron posible la situación de violencia y conectas con la humanidad del otro, en realidad te da un coraje y una fuerza y un compromiso para tratar de cambiar estas circunstancias. En realidad, fortalece nuestro afán de cambio y nuestra lucha por un mundo mejor”.

La reconciliación social

“A nivel social el tema es muy complejo, porque tiene numerosas aristas. Con algunos amigos tratamos de trabajar en ello, pero fuimos sobrepasados… Hay muchas creencias a la base que sostienen esta concepción de la culpa y el castigo, una mirada muy zoológica del ser humano, casi de domesticación animal… La creencia, por ejemplo, en la eficacia de la violencia, en el sufrimiento como un factor ‘educativo’.

Hay muchos intentos muy interesantes que se están haciendo en este sentido, como las Comisiones de la verdad y la reconciliación en distintos países, pero todavía con muchos problemas. Entonces cuando nos sentimos sin capacidad de dar respuesta a un tema tan complejo, yo decidí reconocer mi limitación y avanzar desde entornos más pequeños, desde la base, desde mis propios colectivos. Yo creo que en la medida en que vayamos teniendo una experiencia del cambio extraordinario que supone la reconciliación, creo que cada vez habrá más gente que comenzará a ver cómo hacer para avanzar en una reconciliación más amplia, histórica, entre los pueblos”.

Ni olvido ni perdón

Aunque reconoce que el tema ha sido “muy manoseado”, Madeleine es categórica al afirmar que “la reconciliación no tiene nada que ver con el olvido”.

“Hay ciertas cosas que no se olvidan y uno de los problemas en la reconciliación social es que necesitamos también una revisión histórica, porque nuestra historia —que ha sido escrita por los poderosos— no recoge las voces de todos los actores. Hay muchas cosas que se han tapado, que se han negado o invisibilizado. Necesitamos verlas, recuperarlas.

El olvido no te permite reconciliar en ningún caso, de modo que esa revisión histórica no es para olvidar sino para comprender en profundidad el proceso que hemos vivido y también para rescatar lo bueno”.

Y pone el ejemplo del vigoroso movimiento feminista que no sólo denuncia la violencia milenaria contra la mujer, sino que también rescatar sus enormes aportes.

«La reconciliación social tiene muchas aristas, pero sin duda no tiene nada que ver con el olvido ni con la impunidad, que levantan siempre algunos grupos interesados que mal usan el tema para encubrir sus crímenes. ¡Ni olvido ni perdón: ¡reconciliación!”.

Finalmente Madeleine invita a seguir reflexionando sobre el tema a través del documental “Más allá de la venganza” de Luz Jahnen y Álvaro Orús y se ofrece para enviar materiales a los interesados que entren en contacto con ella.

“Aliento a todos a avanzar en este camino de la reconciliación”, concluye.