Dadas las instituciones que asumen la ciencia económica dominante de hoy y el sentido común imperante, nunca se producirán empleo bueno y sostenible para todos, pagados con los fondos creados por la venta de productos que los empleados contribuyen a producir. Nunca llegará el día en que haya suficientes patrones que lo encuentren rentable contratar a trabajadores y pagarles bien, para emplear a todos quienes necesiten trabajar para vivir una vida digna y para mantener a sus familias.1

En consecuencia, en el mundo funcional del mañana, el cual ahora se está construyendo a partir de materiales disponibles en el mundo disfuncional de hoy — hablando en términos de los tres flujos de ingresos identificados por Adam Smith—para satisfacer las necesidades básicas y liberar a todas las personas para dedicarse a las necesidades superiores de Maslow2 es necesario contar con flujos de ingresos que no provienen de aquella porción de las entradas de las ventas que los patrones destinan a pagar sueldos. Smith los denominó ganancias y rentas. O sea, dignidad para todos requiere el buen uso de ingresos que fluyen del control de la propiedad. Muchos pueden lograr la felicidad percibiendo salarios cuya fuente es su propio aporte al valor de los productos que su patrón vende. Pero no todos. Imaginar que la base material de la felicidad de todos puede derivar de encontrar a un patrón que quiere contratarte porque le conviene contratarte porque le sería rentable vender el producto de tu trabajo es una ilusión. Los millones de pobres del primer mundo, y las masas mayores de pobres del resto del mundo, jamás van a salir de la pobreza por esta ruta imaginaria. Esto no va a cambiar con ninguna cantidad de “desarrollo” o de “productividad” o de “innovación técnica” o de “educación.” Solamente puede ser cambiado por “innovación social.” La innovación social tiene muchas finalidades y puede lograr muchas metas loables. Algo que tiene que hacer, sí o sí, es pasar excedentes (no necesariamente todos los excedentes) desde donde sobran hasta donde faltan.

Los ingresos de la propiedad, a diferencia de los ingresos laborales, siguen siendo hoy típicamente las ganancias de empresas, las rentas de inmuebles y las rentas de recursos naturales. Dichos ingresos son lugares típicos donde a menudo se encuentra el excedente, definiendo el excedente como ingreso no necesario donde está, y por eso elegible para ser transferido hasta algún destino donde sí se lo necesita.

Si una determinada parte de la ganancia o la renta es o no excedente, y cómo usarlo, son asuntos que inevitablemente no pueden ser bien manejados sin la deliberación ética.3 La deliberación acaba de comenzar, y está lejos de terminar, cuando una determinada suma se clasifica como ganancia o renta. Sin embargo, dado que los simples mortales no pueden soportar tanta incertidumbre ni tanto pensar complicado y agotador, las culturas humanas, durante los siglos de los siglos, han simplificado la vida practicando normas consuetudinarias. Las normas, determinan, por ejemplo, cuáles parientes obtienen qué trozo de carne cuando un cazador mata un ciervo. Las sociedades modernas (Gesellschaften de Max Weber), organizadas principalmente por contratos y derechos de propiedad4, también son consuetudinarias, pero consuetudinarias de una manera diferente. Básicamente, están organizados por los derechos de propiedad y por los contratos. Este marco institucional moderno hizo posible la nítida división de Smith de los flujos de ingresos en tres partes: sueldos, ganancias y rentas.

Tratándose de normas consuetudinarias antiguas o actuales, la deliberación ética bien entendida parte de la moral que ya existe en un medio sitiado y fechado.5 La moral existente es necesariamente el punto de partida para las reformas éticas que suben y mejoran la moral.

Uno puede agregar fuentes de excedentes ahora en el siglo XXI que Smith en el siglo XVIII no pensó. Una es el flujo de los excedentes astronómicos pagados a ejecutivos poderosos que están en condiciones de inflar sus propios paquetes de compensación6. Otra fuente son los pequeños excedentes de las personas de clase media que se jubilan con buenas pensiones. Hay muchos más, algunas difíciles de descifrar, porque a menudo es difícil distinguir lo que es necesario de lo que es superfluo, como lo descubre cualquiera que haya revisado su presupuesto personal o familiar. No existen reglas simples que definan lo qué es y lo qué no es excedente disponible para ser compartido.

Tomando una visión más amplia, dejando la esfera de la ciencia que Smith fundó por completo, uno puede considerar todas las formas en que un ser humano depende de aportes de otros seres humanos (y de aportes de la naturaleza) para satisfacer sus necesidades, comenzando con el primer impulso del recién nacido de mamar la leche materna.

También se desprende de la cosmovisión de Smith que algunas personas pierden el juego económico articulado por Smith y con algunas modificaciones todavía vigente. No perciben ganancias ni rentas porque no poseen propiedades que les generen ingresos. No ganan un sueldo o salario porque nadie los contrata.

Hoy, en el siglo XXI, los mini negocios que se inician con mini créditos nunca son suficientes para convertir a todos los perdedores en ganadores. Algunos encuentran clientes suficientes y ganan. Otros no. Pierden. Etcétera con toda una serie de sueños que han sido promovidos como recetas para curar la pobreza.7 La existencia de perdedores en la economía y por ende en la vida, que es consecuencia de la estructura social básica de la modernidad, ha estado ocurriendo durante tanto tiempo que ha llegado a considerarse natural.

Me parece moralmente intolerable no aspirar a la inclusión de todos los seres humanos en los beneficios de la cooperación social, o sea mediante buenos empleos sostenibles para todos o sea de alguna otra manera. Endurece corazones, y envenena mentes el dar por sentado que habrá perdedores en el juego de la vida. Legitima la indiferencia.

Que en la vida unos ganan y otros pierden era y es un «hecho» desconocido por los pueblos indígenas cuyas estructuras sociales estaban y están organizadas por parentesco8. Era un «hecho” desconocido en las sociedades matriarcales antes del surgimiento del patriarcado.9 Fue un «hecho» que desapareció temporalmente en Suecia y en Austria después de la Segunda Guerra Mundial hasta que la globalización degradó a la socialdemocracia del rango de ser el futuro de la humanidad al rango de ser una serie de medidas para ralentiza el inevitable desmantelamiento del estado de bienestar de ayer. En la época de la globalización, el estado de bienestar se desarma con el fin de bajar los salarios y los impuestos a niveles compatibles con la competitividad en los mercados globales.10

Que algunos tienen que perder es un «hecho» creado por las reglas constitutivas de la modernidad, verba gracia de sociedad de mercado, reglas constitutivas resumidas por Darcia Narváez como «desapego competitivo”11 y por André Orléan como séparation marchande.12

Demasiados economistas tratan el alto crecimiento, la baja inflación y el bajo desempleo como tres medidas de éxito económico, no siempre compatibles entre sí, por lo que es necesario aceptar menos de uno para obtener más de otro. Demasiados economistas se conforman con políticas que deliberadamente crean algo de desempleo porque el pleno empleo sería inflacionario y porque desalentaría el crecimiento al aumentar los salarios y, por lo tanto, debilitar las ganancias y por ende el incentivo a invertir.

También se podría decir que todos los economistas enseñan que es un hecho que hay y debe haber perdedores en la vida. Se podría decir que cualquier académico que critique y no acepte lo que Joseph Schumpeter llamó el marco institucional de la economía –dentro del cual nunca puede ser el caso que haya suficientes empleadores a los que les resulta rentable ofrecer a todos los que lo necesitan un empleo estable con buenos salarios– por definición no es un economista.

Esta última forma de ver el asunto pondría fuera de la profesión de economista a los disidentes que estudian economía, pero no aceptan los postulados que son el punto de partida de aquella ciencia. Mientras hablemos de esta manera, no serían verdaderos economistas, porque los verdaderos economistas creen y defienden los conceptos que definen su disciplina. Pero no es necesario que hablemos así siempre y en todo lugar. “Economista” estaría lejos de ser la única palabra que conviene usar en diferentes sentidos en diferentes contextos.

Compartir el excedente, definido como mover recursos de donde no se necesitan a donde se necesitan, no es una idea nueva. Para Santo Tomás de Aquino, escribiendo en el siglo XIII, y cuyo criterio hoy se repite en las enseñanzas de las iglesias católicas y en las enseñanzas de las iglesias protestantes principales, todo cuanto usted o yo tengamos no nos pertenece sólo a nosotros. También pertenece a quien podamos ayudar con nuestro excedente.13 Esta ideal antigua no es de ninguna manera una idea olvidada hoy. Mientras hablamos, millones de personas en todo el mundo están compartiendo, compartiendo dinero, tiempo, experiencia, comida, ropa y todo lo que tienen y pueden dar, para ayudar a otros14. Los gobiernos y otras organizaciones grandes también a menudo se dedican a traspasar recursos desde donde los recursos hay hasta donde los recursos faltan.

Hoy, en 2021, quiero sugerir que pedir un énfasis renovado en esta idea de compartir con la hermana o hermano en apuros –esta idea tan antigua y tan bien recordada– tiene nuevos significados a la luz de al menos cinco desafíos contemporáneos:

1. El desafío existencial número uno de la humanidad hoy en día es ambiental, no social. Si nuestra especie no se reinventa para adaptarse a la realidad física, todo termina.

2. Pero el medio ambiente y la justicia social no pueden separarse, ni tampoco pueden separarse los dos de los imperativos sistémicos que imponen la dinámica de acumulación que mueve el sistema. La codicia de las personas poderosas que quieren ganar dinero haciendo inversiones rentables, incluso cuando esas mismas inversiones hacen que la venida del día de la catástrofe final sea más seguro y más próximo, no explica completamente por qué los acuerdos solemnes para respetar la madre naturaleza se convierten en letra muerta una y otra vez. La gente quiere trabajo. La gente necesita trabajo. El sistema necesita inversiones para seguir funcionando, mientras que su estructura básica implica una tendencia crónica a que las inversiones (y los puestos de trabajo) se escasean15.

3. Las crisis existenciales exigen el razonamiento objetivo y la cooperación. Con frecuencia, las crisis exigen el autosacrificio en aras del bien común. Pero hoy, como en la década de 1930, las crisis existenciales coinciden con mareas crecientes de ira irracional, mentirosos y manipuladores descarados, desesperación masiva, violencia y locura política. Hasta ahora, la locura política reciente que más amenaza el futuro de la humanidad está en los Estados Unidos.
La desesperación masiva surge en comportamientos como el de los migrantes económicos que se amontonan en botes con goteras para cruzar ilegalmente desde el norte de África a Italia, y en el comportamiento de los migrantes económicos que caminan a pie desde Honduras hasta la frontera entre México y Estados Unidos.

4. Hemos llegado -o al menos propondría para discusión la tesis que hemos llegado– a un momento de la historia en el que nada serviría mejor a los intereses objetivos de los ricos que el fin de la pobreza. Richard Wilkinson y Kate Pickett, ambos epidemiólogos, han reunido datos estadísticos en apoyo de una tesis relacionada: las personas de altos ingresos se benefician de vivir en sociedades donde la riqueza se comparte de manera relativamente equitativa cuando se comparan estas sociedades con otras donde las brechas entre los que tienen y los que no tienen son extremos.16 Acabar con la pobreza, de una forma u otra, suele ser un tema prioritario en la agenda de las reuniones anuales del Foro Económico Mundial en Davos, y por supuesto lo es en el Foro Social Mundial. Sin embargo, la dinámica del sistema vigente continúa requiriendo políticas gubernamentales (como exenciones tributarias… etc.) que garanticen altos beneficios para pequeñas minorías. Exacerben la desigualdad, para atraer capitales y evitar la fuga de capitales. Las políticas de los países del mundo mantienen bajos los salarios (y a menudo practican formas más violentas de represión de los trabajadores) para mantener competitivo el precio de venta de las exportaciones nacionales en los mercados mundiales. En el pasado, a menudo ha sido una obviedad concluir que el sistema favorece a los ricos y oprime a los pobres. Acostumbrarse a la idea de que en este momento de la historia los aparentes ganadores son en última instancia también perdedores, requiere escapar de modelos mentales que corresponden más al pasado que al presente. Lo que la dinámica de la acumulación competitiva de capital tiende a obligar a los empresarios y a los gobiernos a hacer -acabamos de ver un ejemplo en el punto dos anterior, con respecto al medio ambiente— no equivale a lo que objetivamente le conviene hacer a nadie. Esta reflexión lleva a vislumbrar caminos educativos y organizativos de cambio que eviten sacar una cierta conclusión pesimista común. Esa conclusión pesimista es: Una modificación del sistema lo suficientemente fundamental como para hacer posible un sustento digno y sostenible para todos, y para hacerlo posible escapar de la catástrofe ecológica, solo podría lograrse mediante revoluciones violentas; pero las revoluciones violentas con tales fines ya no son posibles; y si fueran posibles, no serían deseables.

5. La pandemia de Covid-19 ha puesto de relieve problemas fundamentales. Un mundo posterior a Covid-19 puede ser un mundo donde una mayor conciencia de los problemas fundamentales cataliza una mayor capacidad para resolverlos. Ya se ha mencionado uno. Es la inseguridad de los ricos provocada por la existencia continuada de los pobres, que se manifiesta por ejemplo en la violencia criminal y en la propagación de enfermedades contagiosas. Un segundo es la inseguridad de los pobres, que se manifiesta en la falta de acceso a la atención médica. Un tercero es un tema central para el futuro: ¿Qué pasará con las nuevas tecnologías que multiplican la productividad más allá de lo conocido en el pasado?17 ¿Serán propiedad intelectual de unos pocos multimillonarios, con derecho por ley a vivir en el lujo mientras ignoran las necesidades vitales de todos los demás? ¿O los beneficios de lo que antes solía llamarse “trabajo universal” (o sea, el trabajo científico que produce avances en el conocimiento) serán verdaderamente universales? Estas preguntas han llegado a un punto crítico debido al conflicto entre el derecho legal de las empresas farmacéuticas a negar la vacuna a quienes no pueden pagar y su deber moral de utilizar sus excedentes para ayudar a los necesitados. Un cuarto problema fundamental ha sido causado por los falsos conceptos gemelos neoliberales de la eficiencia económica y del libre comercio. Cuando Covid-19 asumió las dimensiones de una pandemia, los pueblos del mundo descubrieron para su consternación que habían perdido la autosuficiencia y la resiliencia. La “eficiencia” y el “libre comercio” habían hecho que prácticamente todos los países del mundo dependieran de China para los antibióticos y de unos pocos proveedores para los chips de computadora. Etcétera. Para satisfacer muchas necesidades vitales, los pueblos del mundo dependían de cadenas de suministro largas y complejas sobre las cuales no tenían ningún control. Covid-19 priorizó el estudio de las formas de vida de los antepasados ​​indígenas que supieron vivir en el territorio donde se ubicaban y que estaban solidariamente vinculados entre sí en grupos de parentesco, según principios como el Buen Vivir latinoamericano y el Ubuntu africano.18

¿A dónde vamos desde aquí donde estamos?

 

 

1 Esta afirmación está respaldada por análisis detallados y evidencia en Howard Richards con Gavin Andersson, Economic Theory and Community Development. Lake Oswego OR: Dignity Press, 2021. Para un análisis, véanse especialmente los capítulos tres y cuatro; para una ilustración empírica ver el capítulo cinco. La afirmación está generalmente de acuerdo con las escuelas de pensamiento que ven una insuficiencia crónica de buenas oportunidades de empleo como una consecuencia permanente de la estructura básica del sistema, y ​​no solo como una consecuencia temporal de, p. Ej. estar en una recesión del ciclo económico, ajustándose a las nuevas tecnologías, gobiernos y sindicatos que no son favorables a los negocios, subdesarrollados o choques exógenos. P.ej. Harry Magdoff y Paul Sweezy, La profundización de la crisis del capitalismo estadounidense. Nueva York: Monthly Review Press, 1969.
2 Mientras se niega o modifica la noción de que las necesidades superiores deben esperar la satisfacción de las necesidades inferiores, se puede mejorar la economía considerando la lista corta de Maslow de lo que son las necesidades humanas: fisiológicas, seguridad, pertenencia y amor, estima (dignidad), autorrealización. y autotrascendencia. A.H. Maslow, una teoría de la motivación humana. Psychological Review, Volumen 50 (1943) págs., 370-396.
3 Vea Dave Elder-Vass, Profit and Gift in the Digital Economy. Cambridge, Reino Unido: Cambridge University Press, 2016. Amartya Sen, La Idea de la Justicia. México: Tauras, 2010.
4 El relato clásico de cómo el derecho contractual y de propiedad moderno surgió a partir de formas sociales anteriores en Europa es el Derecho antiguo de Sir Henry Maine. Londres: John Murray, 1861. Para una descripción de cómo las instituciones europeas se convirtieron en instituciones globales, véase Maria Mies, Patriarchy and Accumulation on a World Scale. Londres: Zed Books, 1998.
5 Howard Richards, ‘Moral (and Ethical) Realism’, Journal of Critical Realism, vol. 18 (2019), páginas 285–302.

6 Para ver ejemplos, consulte Andrew Sayer. Por qué no podemos permitirnos el lujo de los ricos. Bristol: Policy Press, 2015.
7 Kate Philip, Mercados marginales: mineros, creación de empleo y desarrollo empresarial. Woodbridge, Reino Unido: James Curry, 2018. La autora ha sido activista antipobreza desde su juventud como líder antiapartheid estudiantil en Sud África. En su libro relata el fracaso uno por uno de una serie de recetas antipobreza que han sido de moda durante el medio siglo recién pasado.
8 Wahinke Topa y Darcia Narvaez, Restaurando la cosmovisión del parentesco. Berkeley CA: North Atlantic Books, 2022.
9 Marija Gimbutas, El lenguaje de la diosa. Londres: Thames y Hudson, 2001.
10 Howard Richards con la ayuda de Gavin Andersson, Teoría económica y desarrollo comunitario. Lake Oswego OR: Dignity Press, 2021. Capítulo siete. Otra forma de ver el declive de la socialdemocracia es decir que resultó ser incompatible con el marco jurídico neorromano que Max Weber identificó en Wirtschaft und Gesellschaft como un prerrequisito para el capitalismo. Howard Richards y Joanna Swanger, Los dilemas de las socialdemocracias. Lanham MD: Rowman y Littlefield, 2006. Ese marco estableció derechos de propiedad neo-romanos y contratos exigibles. (Pacta sunt servanda). La globalización misma puede verse como posible gracias a los mismos principios legales básicos, también llamados las mismas estructuras sociales básicas, aplicadas a escala global Howard Richards con David Faubion, Understanding the Global Economy. Santa Barbara CA: Peace Education Books, 2004. Una nueva edición (2021) está disponible en Akhia Andersson.
11 https://sites.nd.edu/darcianarvaez/
12 André Orléan, L´Empire de la valeur: refonder l économie. Paris: Seuil, 2011.
13 Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae. II II, Pregunta 32, Artículo V, respuesta a la segunda excepción. (varias ediciones)

14 Las personas que practican el cuidado y el compartir informan que experimentan niveles más altos de felicidad y salud. Véase David Schroeder y William Graziano (editores), The Oxford Handbook of Prosocial Behavior. Oxford: Oxford University Press, 2015; David Servan-Schreiber, Anticancer: una nueva forma de vida. Nueva York: Viking, 2008.

15 “La debilidad del incentivo a invertir ha sido en todo momento la clave del problema económico”. John Maynard Keynes, La teoría general del empleo, el interés y el dinero. Londres: Macmillan, 1936 págs. 347-48.

16 Richard Wilkinson y Kate Pickett, The Spirit Level. Londres: Allen Lane, 2009.
17 Peter Diamandis y Stephen Kotler, Abundancia: el futuro es mejor de lo que piensas. Nueva York: Free Press, 2012
18 Walter Mignolo y Catherine Walsh, On Decoloniality: Concepts, Analytics, Practices. Chapel Hill, NC: Duke University Press, 2018. Reuel Khoza (con prefacio de Nelson Mandela) Let Africa Lead. Johannesburgo: Vezubuntu, 2006.