Con la adhesión de más de 100 organismos de derechos humanos, la familia de Sebastián Moro lanzó una campaña internacional hace pocos días para pedir justicia por el periodista argentino asesinado en Bolivia durante el golpe de Estado contra Evo Morales y exigir que la causa se caratule como «delito de lesa humanidad». Como les decía, allí en la capital boliviana está Penélope Moro, hermana de Sebastián para contarnos cómo está todo eso.

Muchas  gracias a Cuatro Elementos, a vos Mariano y a Radio Pichincha y a toda la audiencia de la región que nos está escuchando, hacía rato que queríamos comunicarnos, pero se ha complicado por las distintas gestiones que justamente estoy haciendo aquí en La Paz.

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Contanos, porque la verdad es un tema que lamentablemente no ha trascendido  a los grandes medios de comunicación, contanos qué es lo que s abemos de lo que le pasó a Sebastián y cómo está avanzando esto en términos de la justicia allí en Bolivia.

Bueno, Sebastián era mi  hermano. Periodista argentino con residencia en La Paz, estuvo viviendo dos años en La Paz, trabajaba para medios de la Central Campesina de Bolivia, era editor del periódico sindical “Prensa Rural” y también en la radio del sindicato, que es Radio Comunidad. A  su vez, prestaba reportes  para diferentes medios de la región y estaba haciendo desde las elecciones del 20 de octubre en adelante cronicaba para Página 12 como corresponsal, el escenario que la derecha estaba planteando de falso fraude, que casualmente hoy el último conteo oficial, después de que haya habido tantos a cargo  de la justicia boliviana, se devela que no hubo fraude, sino que el MAS había  ganado por ese famoso 10 %. Sabemos que en el 2019  la derecha aprovechó esa situación, marcó esa confusión en la sociedad para poder impulsar y concretar el golpe de estado que se terminó consumando el  10 de noviembre de 2019.  En ese marco Sebastián trabajaba anticipando lo que iba a  suceder, de hecho su último acto con vida fue contar para Página 12 un golpe de estado en Bolivia, que fue el sábado 9 de noviembre a la noche. No nos olvidemos que el domingo 10 de noviembre de 2019 es cuando  Evo Morales debe irse del país amenazado de muerte, su familia y un montón de otros funcionarios, por supuesto. Por eso decimos que ahí es cuando se consuma el golpe  porque  además es en esa fecha cuando se rebelan las fuerzas militares, la policía, los llamados motines ya lo  habían hecho días antes. Sebastián lo venía cronicando para Página 12, desde el 8 de noviembre, días  antes también, pero sobre todo a partir del 8 de noviembre y el propio 9 fueron días muy peligrosos para los trabajadores de medios de corte popular,  público, campesino, entre los que trabajaba Sebastián principalmente, que fue el ojo de la tormenta, los medios de la Federación del Trópico de Cochabamba que se incendiaron. En ese contexto es en el que perdemos contacto el viernes a la noche con Sebastián, previamente habíamos sabido  que se había secuestrado a su director, a su jefe de los medios de la CCB que es José Aramayo, no sé si habrán visto las fotos de un periodista atado  a un árbol,  maniatado…

Sí, fue espeluznante.

En esas horas nosotros ya estábamos en comunicación con Sebastián, nos venía contando todo esto que pasaba, era a días de que se concrete el golpe, tendría que dejar el país. Él no pierde la templanza, “cuídense” nos decía a nosotras que estábamos desesperadas y le decíamos “cuídate vos” y “venite urgente para Argentina” y él decía “sí, luego de un tiempo, primero hay que estar aquí, hay que contar lo que está pasando”. Nunca pensamos que iba a ser un golpe  tan violento, creo que ese fue un error, no pensar que iba a ser un golpe tan cruento, con sangre, con armas, militares y policías en la calle, un Estado dado vuelta como ocurrió durante los 70 en nuestra región. Pero sucedió así y esa noche ya perdimos contacto con Sebastián, hasta que fue encontrado en su casa el domingo, con golpes, en estado de inconsciencia, fue internado en una clínica de aquí de La Paz y nosotras ya nos habíamos organizado para viajar, fuimos llegando en tandas, las mujeres de la familia, yo, mamá y mi otra hermana mayor. Sebastián a la semana falleció, producto de ACV que, a la luz de los médicos forenses de parte  y de prueba, que  inicialmente presentamos ante nuestros abogados especializados en Argentina en derechos humanos para sacarnos la  duda, consideran que ha muerto producto de una golpiza, que le provocó este  tremendo ACV y después de una cadena de responsabilidades que estamos luchando para que se investigue.

¿Él no pudo hacer ningún tipo de testimonio, no estaba en condiciones de contar lo que le había pasado?

No, cuando llego a La Paz mi hermano ya había sido trasladado a terapia intensiva y no, mi hermano no volvió a hablar.

¿Y cómo está avanzando la investigación  alrededor de esos hechos? Imagino que durante ese año que duró el golpe de estado no se debe haber hecho  nada más que intentar ocultar. ¿Desde que volvió la democracia, digamos, en Bolivia se ha podido avanzar un poco o la cosa hoy viene muy lenta?

Cómo no va avanzando te puedo contar, si querés. Lamentablemente aquí en La Paz no va avanzando ningún tipo de investigación vinculada a los delitos contra la humanidad que sufrieron durante el golpe y la posterior instauración de la dictadura de Jeannine Áñez y compañía, no  quiero evitar mencionar a Fernando Camacho, Pumari, Tuto Quiroga y muchos más, Almagro, Trump, sabemos que es un eje interminable para arriba. Pero la realidad es que no se está avanzando, he llegado aquí para conseguir la causa que había abierto el golpismo  por orden de la Relatoría de la CIDH. El golpismo por supuesto que la abrió, pero  con la intención de que se caiga, nosotras durante un año y medio estuvimos luchando para conseguir un abogado, al final fue una abogada que nos representa aquí en Bolivia. Fue una empresa imposible porque aquí no hay una perspectiva de derechos humanos y de lesa humanidad como tenemos en Argentina, por lo tanto no podíamos llegar a confianza o a compromiso con los mismos abogados que hablábamos. La causa se terminaba tomando como un homicidio simple, se lo termina descontextualizando del golpe de estado, una cosa tremenda, viendo lo que estaba  pasando en el país y que Sebastián fue el primer periodista que denunció el golpe, tanto hacia el interior de Bolivia, como hacia el exterior. Habían sido dos años muy difíciles y gracias a las organizaciones de derechos humanos que nos acompañan, de Argentina y ahora de Bolivia, estoy aquí y estoy muy feliz. Bueno, hemos podido dar con una abogada de nuestra confianza, que es boliviana, por supuesto.  En Argentina sí teníamos representación, pero  necesitábamos la representación boliviana y fue una lucha. Ahora la tenemos  y estamos en la revisión de la causa y pidiendo que se reabra una investigación porque lo que había hecho el golpismo era puro llenado de papeles vacíos, de testimonios sin sentido, no había quién se aclare en esa causa. Así que estamos, recién, reimpulsándola. Y después, en el resto de las masacres  ocurridas en ese contexto, como las masacres de Senkata y de Sacaba, la masacre de El Pedregal, lamentablemente debo decirles que por más voluntad política, que pareciera que tiene el gobierno, porque así lo ha expresado el gobierno actual de Bolivia, la justicia no está trabajando al respecto. De hecho, son causas que están aisladas, sería  lógico que se estuvieran investigando de manera conjunta. Así que no hay ningún detenido en las masacres de los hermanos de estas poblaciones indígenas, que mueren posteriormente a Sebastián. Las personas que están presas son funcionarios de la dictadura, como Jeannine Áñez y muchos más, están presos por causas de corrupción y de toma ilegítima del poder, pero no por ninguna de las masacres. Entonces, falta muchísimo para avanzar en los delitos de lesa humanidad y en ese sentido es que con los familiares y las familiares nos estamos, desde que yo llegué, estoy  tratando de acercarme a ellas, para presentarles a Sebastián, que es un hermano más que muere en la misma situación que  los suyos y que nos unamos, porque ha sido muy difícil para nosotras desde Argentina llevar la lucha en soledad, es con ellos, con quienes compartimos el dolor, con quienes tenemos que pelearla, así que en eso estamos.

Hablábamos del mismo colega, la persona con la que él trabajaba que ha sido atado a un árbol,  fueron muchos los casos de tortura, de secuestro ocurridos en esos días, imagino que debe haber varias investigaciones que deberían estar avanzando en paralelo y lo importante que sería que todo eso…

No, Mariano, no avanzan. No te puedo mentir porque hablo con los familiares y el dolor y la impotencia es la misma. Nosotras pensábamos que estaban un poco más encauzados ellos por estar en este país, que nosotras nos estábamos quedando atrás en el proceso por estar en la Argentina, con una pandemia en el medio que nos imposibilitaba de llegar, pero me junto con los familiares, que hoy son familia mía también y no avanza. De hecho, hay una marcha estipulada  para el próximo lunes, desde Sacaba, Cochabamba hasta la ciudad de La Paz reclamando justicia, porque no se avanza y en Senkata tampoco se avanza. En El Pedregal  tampoco se avanza. No hay ningún tipo de avance por las masacres. Lo que se puede entender como un avance es la intervención del GIEI, que es un grupo especial de investigación que ordenó la CIDH para que se pusiera la orden lo  que había surgido durante el golpe y la dictadura de Áñez en Bolivia, que presentó hace un tiempo atrás, un informe muy a cavado al respecto, donde se contabilizan 38 muertes, entre ellas  está Sebastián y eso dio mucha fuerza, mucho impulso. El presidente Arce se pronunció al respecto, dijo que  impulsaría todos los procesos de Verdad, Memoria y Justicia, pero bueno, lo cierto e s que la justicia no está trabajando y por ahí se necesitaría un empujón más de la política, considero yo. Una política de Estado como la que en Argentina supimos conseguir luego de  tantos años de lucha,  también. Así que considero que va a ser un trabajo arduo pero que no vamos a parar y esa es la posición que tenemos hasta ahora con los familiares.

Como mínimo necesita del impulso y de la auditoría o el seguimiento de los otros poderes, el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo para que esto avance. Me quedo pensando en la situación que se da de Sebastián como argentino, está todo el tema de la falta de ayuda por parte de la Embajada argentina, lo que después se comprobó del contrabando de armas del gobierno argentino en apoyo del golpe de Estado, no sé si también hay una causa paralela.

Mirá, te cuento, en lo personal, de todo lo que ha sido llevar el duelo, que ha sido complicado porque el duelo te requiere, te exige silencio, introspección. Pero a la vez si tenés que luchar públicamente hay procesos que se contraponen y eso es lo que hemos vivido. Y el último gran golpe que sentimos fue cuando descubrimos  que la embajada argentina había sido cómplice,  partícipe activo, no solo la embajada, sino el anterior gobierno argentino había sido partícipe de este golpe. La verdad que fue un shock, para mí y para mi familia fue muy doloroso saberlo porque en ese momento de desesperación en el que nosotras llegamos y tratamos…  acompañamos a Sebastián hasta sus últimos segundos de vida con todo el esfuerzo y la desesperación del mundo porque sabíamos que había un golpe de estado horrible y todo lo que estaba sucediendo aquí en Bolivia. Confiábamos en las autoridades consulares y sin embargo estaban negando la atención que corresponde, al menos hubo abandono de persona. Lo hemos dicho muchas veces, el embajador argentino en ese momento, Normando Álvarez, no se comprometió con la causa de mi hermano, si bien fue a la clínica a ver algunos días, cuando llegaron mi madre y mi hermana, se comprometía a llevarse recetas que yo no podía comprar porque la calle era un caos, tenía que caminar, no teníamos movilidad y eran lugares lejanos, y él teniendo todo, nunca regresaba con la compra de esas recetas para mi hermano.  Nos negó el avión sanitario para trasladar a Sebastián, antes de que muriera y después de que muriera. Aduciendo que no podía ir ningún avión argentino en  suelo boliviano por el conflicto político.

Armas sí, pero ayuda humanitaria no.

Y eso fue el shock, ¿no? He estado hablando con este ser humano en la clínica en soledad, esperando que llegara mi familia, pidiéndole a todos los santos que Sebastián se pusiera bien. Y este señor ofreciéndome yerba para el mate, simplemente y después yo lo veía en los medios, en las televisiones de la clínica, que decía que todos los periodistas argentinos  estaban a salvo porque hubo agresiones contra los periodistas argentinos, eso es real, en las calles, en la vía pública, porque habían ido especialmente para  cubrir el golpe. Pero sin embargo él sabía que había un periodista argentino que se estaba muriendo en una clínica y lo omitía. Omitía decir eso, no estaban todos los periodistas a salvo, todo lo contrario. Incluso yo, que soy periodista también, no había ido e n rol de periodista, estaba en rol de hermana, acompañando a mi hermano, a ponerme al tanto de qué estaba pasando, no recibí  ningún tipo de ayuda, sino más bien que en el hostel a la vuelta de la clínica me podían hacer un descuento, por ejemplo. Cosas de ese calibre. Así que el rol de la embajada fue patético y no creo que haya responsabilidades…

Uno, lamentablemente, no puede dejar registro de todas esas actitudes, uno está con la cabeza puesta en ayudar a la persona que lo necesita prioritariamente y no deja constancia de todas esas barbaridades que se van cometiendo alrededor.

Imaginate que Sebastián se estaba  muriendo, yo  estaba en estado de desesperación diciéndole a mi mamá “mirá es un peligro que vengas” (porque era un peligro venir a Bolivia  en este momento, “pero el Sebi se muere, vení”.  “Vengan” y aparte porque yo solo no podía,  era demasiado para mí y aparte ellas también estaban en desesperación de venir a ayudar. En principio creíamos que era algo leve, por eso viajé sola, sino hubiéramos estado las tres juntas.  Y después porque yo veía, si bien mi hermano no hablaba, su cuerpo sí.  Yo veía golpes en su cuerpo, que son las pruebas fundamentales hoy, han sido presentadas a la justicia en todos los  ámbitos, en Argentina, en Bolivia y  también en el ámbito internacional, que fotografié   porque no sabía si eran producto del ACV o no, lo consultaba con médicos y había médicos que me decían que eso eran producto de torturas, otros que decían “solo Dios lo sabe”. Y también porque  también cuando me asomaba a la calle, yo veía lo que era el golpismo  en la vía pública, la quema de las whipalas en la plaza de la esquina,  una Bolivia muy distinta a la que  yo había conocido en meses anteriores, de la mano de Sebastián. Estado de shock, de miedo, de desesperación, la verdad que no quisiera ni recordarlo, porque vuelvo a temblar. Tenía miedo hasta por mí, me tenía que esconder en las habitaciones de la clínica para hablar con mi familia para decirles cómo sigo y contándoles lo del cuerpo de Sebastián. Y afuera están quemando whipalas, están pegando a mujeres de pollera, cómo sigo. El consejo que me daban es “te quedás como puedas, pero recién denunciás cuando llegás a la Argentina, porque si no, no sabés si volvés”. Y así fue como pasó con Facundo Molares, el fotoreportero argentino que terminó preso más de un año, el año que duró la dictadura,  en un penal de máxima seguridad, torturado… Así que si nosotros denunciábamos en Bolivia lo que estábamos viviendo,  muy probablemente hubiésemos terminado en la cárcel, hubiésemos tenido un año de secuestro en cualquier penal, vaya uno a saber qué hubiese sucedido con nosotras.

Necesitamos que la región tome consciencia, sobre todo Bolivia tome consciencia que tiene que dar fin a la impunidad, porque si no en dos años más, en tres, o en cinco vendrá otro golpe y así sucesivamente y no lo podemos permitir nunca más.