Para mujeres amazónicas de la comunidad de Atacapi los bioemprendimientos han sido una opción de independencia económica, empoderamiento y mejora de su calidad de vida. 

En la comunidad de Atacapi en Tena, veintisiete mujeres formaron el bio emprendimiento Awakkuna. Con sus tejidos de animales amazónicos buscan generar conciencia sobre la conservación de las especies. Cada tejido viene acompañado de una reseña con el nombre científico del animal, sus características y si se encuentra o no en peligro de extinción.

En sus tejidos buscan realizar réplicas exactas de los animales con la intención de que la persona que compre su producto pueda tener una imagen real. Consideran que el animal tejido puede servir para la educación de niñas y niños. Cuentan con más de cuarenta especies tejidas a mano. Los fondos sirven para mejorar la calidad de vida de ellas y sus familias. Llevan dos años realizando estos tejidos, tiempo en el que han aprendido a tejar y mejorar su técnica. Este aprendizaje ha sido juntas, donde cada una a realizado un aporte.

Para algunas de ellas ha sido difícil formar parte de esto, ya que sus esposos les impedían su participación, pues creían que estas actividades no les iban a servir de nada, al depender económicamente de ellos, no podían tomar sus propias decisiones. El machismo que viven se ejerce en mayor o menor magnitud si cuentan o no con ingresos propios. Para otras integrantes, debido a falta de empleo, divorcios, o fallecimiento de sus maridos han tenido que buscar otros medios para mantener a sus familias. Desde su experiencia, el tejer y poder tener un ingreso de algo que disfrutan hacer es bueno. Así muchas de ellas han podido solventar los gastos educativos de sus hijos u otras necesidades.

En un futuro esperan que su emprendimiento les permita vivir solo de eso y ya no necesiten realizar otros empleos para sostenerse. En algunos casos, realizar los tejidos es la única actividad de subsistencia, ya que solo realizan actividades como amas de casas.

Sus primeros tejidos juntas fueron la serpiente coral, el armadillo y las tortugas charapas. Con el tiempo, cada una ha ido creando nuevos prototipos. Para mantener la organización, una parte de sus ingresos se queda en Awakkuna.

Iniciaron tejiendo los animales con lana, luego con lana de oveja proveniente de la comunidad del Salinerito de la provincia de Bolívar. En la actualidad están tejiendo con fibras naturales como la pita. Gladys Grefa comenta que utilizan esta fibra por el conocimiento ancestral transmitido por sus abuelos, pues esta se da en sus chakras y saben transformarla. Existen varios colores de esta fibra, que los consiguen con el uso de plantas naturales como la curcuma para el color amarillo.

La mayoría de las familias kichwas tienen esta planta en sus casas, lo que hacen es elegir una penca, de esta planta solo sirven sus hojas. Poco a poco van incluyendo esta fibra en todos los animales, siguen produciendo más colores necesarios para que todos sus animales se tejan con esa fibra, afirma Gladys. Quieren con su emprendimiento mantener este conocimiento ancestral y otros.

Adriana Andi aprendió a tejer por necesidad, se quedó sin empleo y no tenía forma de conseguir fondos. Desde su experiencia, tejer se convirtió en una terapia, ya que cuando lo hacía se olvidaba de todos sus problemas. Por eso, considera que tejer es vida. Aunque los fondos no le sirven para vivir solo de esto, asegura que si le han sacado de apuros.

El proceso de tejido de un animal es largo, este empieza con la selección, luego le toman una fotografía y comienzan a idear el patrón para tejer, eso demora aproximadamente una semana; después viene el proceso de tejido que tiene otro tiempo. Los costos de estos tejidos van en función de la mano de obra y el tiempo que ocupan para tejer cada animal.

Bioemprendimientos como Awakkuna se encuentran insertos dentro del acuerdo ministerial Nº 034, en el cual se establecen varios lineamientos para fomentarlo. La finalidad de esto es que el país y las personas o comunidades asociadas al extractivismo puedan tener otra matriz productiva que se sustente en modelos alternativos de producción que promuevan “el conocimiento, la innovación y el uso sostenible de los recursos”. Esto estaría regulado por el Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (MAATE) y está vigente desde abril del año 2019.

Esta propuesta se enlaza con el artículo 14 de la Constitución del Ecuador del año 2008 que reconoce “el derecho de la población a vivir en un ambiente sano y ecológicamente equilibrado, que garantice la sostenibilidad y el buen vivir, sumak kawsay. Se declara de interés público la preservación del ambiente, la conservación de los ecosistemas, la biodiversidad y la integridad del patrimonio genético del país, la prevención del daño ambiental y la recuperación de los espacios naturales degradados.”.

Otro proyecto que ha facilitado la creación de bioemprendimientos de este tipo en la Amazonía es el Socio Bosque, creado también por el Ministerio del Ambiente, Agua y Transición Ecológica (MAATE) que entrega incentivos monetarios a socios privados y comunitarios para conservar áreas boscosas, manglares y páramos presentes en sus territorios. Este acuerdo nació desde el año 2008, mediante el acuerdo ministerial 169. Entre sus objetivos estaba el mejorar las condiciones de vida de las poblaciones rurales, así como reducir la deforestación.

Según datos de Pro-Amazonía entre el período de marzo 2019 a febrero 2021, 16 comunidades han destinado recursos para bioemprendimientos, los cuales se eligen mediante asambleas comunitarias, es decir que participa la comunidad en la toma de decisiones y de inversión de estos fondos. Todo este proceso de inversión no solo ha transformado los medios de subsistencia de las comunidades, también las relaciones de género que existen en estas al generar independencia económica de las mujeres y, de este modo, también su empoderamiento.