El modelo de gestión ambiental basado en el sacrificio es caduco e injusto. Es necesario tomar la decisión valiente, y compasiva, de transitar a otro distinto que se tome en serio los intereses de los animales

Por Eze Paez/Ctxt

Desde la semana pasada circulan vídeos de trabajadores municipales de Barcelona y del Parc de Collserola capturando a un grupo de jabalíes. Estas imágenes causaron una comprensible indignación. No son nada fáciles de ver. Animales adultos y crías están experimentando dolor, angustia y miedo de manera intensa. El Ajuntament confirmó que fueron sacrificados con posterioridad en un matadero. La captura y muerte periódicas de jabalíes, de hecho, forma parte del plan de acción del consistorio en esta materia.

El crecimiento poblacional de jabalíes puede causar daños personales o económicos a los seres humanos que viven cerca de ellos. Aquí hay un conflicto de intereses real. Ahora bien, no todo vale. No cualquier manera de gestionar este conflicto es ética. Los jabalíes son individuos sintientes con un bienestar propio. Este hecho es reconocido por el derecho europeo, el derecho civil catalán y la ley catalana de protección de los animales. Si todo sale como debiera, en no mucho tiempo la legislación civil común del Estado español definirá también a los animales como seres sintientes. Actuar éticamente y de conformidad con el espíritu de la ley nos exige cambiar los protocolos existentes sobre control poblacional de jabalíes y otros animales.

Es preciso un nuevo modelo de gestión ambiental centrado en el bienestar de los animales silvestres, inspirado en tres principios. Imparcialidad: ponderar el impacto positivo o negativo que las medidas propuestas tendrán tanto en poblaciones humanas como en poblaciones de animales no humanos. Eficacia: nunca aprobar intervenciones dañinas para los animales si no hay evidencias suficientes de que funcionen. Menor lesividad: hay que escoger, de entre las medidas eficaces, aquellas que causen menos daños a los individuos afectados.

¿Qué supone todo esto respecto de los jabalíes? Primero, sólo está justificado aplicar medidas lesivas en caso de que estos animales estuvieran causando daños graves a los seres humanos o a otros animales no humanos. Jamás en el supuesto de que estén causando simples molestias. Por lo tanto, nuestras intervenciones deben circunscribirse a las situaciones en las que se cumpla esta condición.

Segundo, tenemos que abandonar la captura y muerte de jabalíes como nuestro método de control poblacional por defecto, al que recurrimos a la primera oportunidad. Según el propio Departament d’Agricultura de la Generalitat de Catalunya (ver informes de 2019 y de 2020), la captura y muerte de jabalíes no ha permitido evitar el aumento de su población. De hecho no disponemos de evidencias sólidas sobre la eficacia de este método. Algunos estudios sugieren, incluso, que la presión cinegética contribuye al crecimiento poblacional de estos animales, al empujar a las hembras a tener más crías a una edad más temprana.

Tercero, matar a un individuo sintiente con buenas perspectivas de futuro debe ser contemplado siempre como una tragedia y como un último recurso, si es que alguna vez se puede justificar la necesidad de matar. El método más deseable para el control poblacional es, en este sentido, la contracepción o la esterilización, al ser el menos lesivo para el bienestar de los animales. Afortunadamente un grupo de investigación de la Universitat Autònoma de Barcelona ha testado con éxito de forma experimental el control poblacional de jabalíes mediante contracepción. Es deber de la Administración Pública fomentar este tipo de investigación, con el fin de poder hacer uso extenso de ella en el futuro.

El modelo de control poblacional basado en la muerte es caduco e injusto. Es necesario tomar la decisión valiente, y compasiva, de transitar a otro distinto que se tome en serio los intereses de los animales.

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