Por Marcela Cubillos*

Muchos hemos visto cómo aún existen prejuicios y desinformación sobre el veganismo, desde que es una “dieta” o “¿no erí vegan hermane o erí yuta?” y, sin duda, como una fan del meme, la unidad cultural de imitación, replicación y transmisión, como parte de la nueva comunicación, hay que realmente entender qué hay detrás de la replicación errónea de ciertos conceptos.

Ser vegano no es precisamente una “dieta”, ya que existe una filosofía, más allá de la alimentación, es un modo de vida contra la explotación animal -como la no utilización de pieles, de productos testeados o cualquier subproducto proveniente de la misma- que ha vuelto al veganismo uno de los movimientos más relevantes y transformadores que ha tenido el siglo XXI, que se ha abierto paso en la agenda pública al manifestarse a favor de los derechos de los animales y cuestionar las prácticas que con ellos se realizan, alzándose como un movimiento de liberación del sufrimiento.

El veganismo como moda es un enfoque que lo intenta hacer ver como algo superficial, con sesgo de clase y por ende pasajero, hasta la moda siguiente. Sin embargo, el veganismo no es una tendencia que nació en el nuevo milenio, sino que existe oficialmente desde 1944, cuando Donald Watson y Elsie Shrigley fundaron un grupo de vegetarianos, que además no consumiesen ni lácteos ni huevos. Redactaron un boletín llamado “The Vegan News”, el cual fue el origen de la Vegan Society, la organización vegana más antigua del mundo. Claramente, es innegable el hecho de que esta forma de vida se ha ido masificando con los Millennials y la Generación Z, quiénes también, gracias a la rapidez de la comunicación actual, han sido parte fundamental para dar a conocer al mundo los beneficios que se pueden obtener al practicar el veganismo, no solo para la salud individual, sino a nivel colectivo, puntualmente para todo el planeta. Y aquí me quisiera detener un momento. De acuerdo a lo expuesto en la investigación para Forks Over Knives, un trabajo de Lee Fulkerson (2011), podemos saber lo siguiente: se requiere 10 veces más cantidad de energía de combustibles fósiles para producir una caloría de alimentos de origen animal que para producir 1 caloría de origen vegetal.

Desde los años 70, se ha destruido el 20% de la selva amazónica y el 80% de esta área despejada ahora la ocupa el ganado. Con casi 1.000 millones de personas desnutridas en todo el mundo, los cereales que consume el ganado mundial alimentarían a 8.700 millones de personas, usando sólo una porción de los cereales con los que se engorda al ganado, se podría alimentar a todas aquellas personas que pasan hambre. Y eso no es todo, el 68% de la tierra apta para los cultivos es utilizada por el ganado. Por ejemplo, si todos nos volviéramos vegetarianos, idealmente dedicaríamos por lo menos el 80% de esta tierra a la restauración de pastizales y bosques, que jugarían un papel muy importante en capturar el carbono y aliviar el cambio climático. Por lo tanto, el interés en la sustentabilidad y el medio ambiente no puede ser una moda banal.

Entre otros mitos y memes, se dice que la dieta vegana es cara. En realidad, ¿cuáles son los alimentos con los precios más caros? Los precios más caros suelen hallarse en el área de las carnes, quesos, pescados y mariscos. Por el contrario, dentro de los clásicos alimentos veganos, donde encontramos legumbres, pastas, arroces, hortalizas y frutas, todo es bastante económico. Adicionalmente, en la actualidad, está creciendo un mercado de alimentos basados en granos, vegetales y frutas. Por ejemplo, podemos consumir productos similares en sabor a la carne. Esperemos que con la masificación paulatina de este tipo de alimentos los precios sean más accesibles para toda la población. Pero, siempre será más económico preparar unas maravillosas lentejas para dos días (el segundo día siempre son más sabrosas).

Fundamentalmente, estamos promoviendo un estilo de vida sustentable y libre de crueldad, enfocándonos en la importancia de todas las formas de vida que nos rodean. Esto no tiene nada que ver con ser “cool”, tiene que ver con una filosofía que nos vuelve activistas por un mundo mejor, porque sí, tu activismo puede comenzar en tu mesa y ayudar a transformar el mundo.

 

*#LaBuena, militante de Acción Humanista