Por Gustavo Fernández Quesada*

En pocas semanas iniciará la campaña política y, sin duda alguna, un tema medular será la generación de empleo en el país. Como suele ocurrir, muchos políticos volcarán su mirada hacia el sector cooperativo, dado su historial de éxito por más de 70 años.

Sin embargo, poco se entiende sobre la naturaleza y trayectoria del modelo, por lo cual aflora la trillada frase: “proponemos formar cooperativas”, así en plural, como si la sola palabra, en toda la nobleza doctrinaria que encierra, generara la magia de introducir cientos o miles de puestos de trabajo.

Lo llamativo, y es lo que pocas personas entienden (incluso dentro del mismo sector), es que las cooperativas que realmente han movido la aguja del empleo en Costa Rica dejaron de nacer hace 20 años. De hecho, en los últimos cinco años se han formado cerca de 200 cooperativas que, aunque puedan ser excelentes emprendimientos, no logran afectar significativamente los indicadores de empleabilidad, como en la actual crisis lo requiere el Estado costarricense.

¿Qué sucede?

Hay varios conceptos claves: historia, acto cooperativo y oferta y demanda.

Iniciemos por el acto cooperativo. Como regla general todo asociado a una cooperativa es a su vez dueño de la empresa. Empero, su relación con ella varía según se exprese el “acto cooperativo”, de forma tal que, en síntesis y de forma principal, se puede ser trabajador, proveedor de materia prima o bien consumidor/usuario de productos y servicios.

La difícil situación económica que vivimos ha hecho que miles de personas formen sus cooperativas para trabajar en ellas o bien para proveer un producto que requiere procesamiento como frutas, vegetales, textiles, etc. de manera que la cooperativa se los compre y lo comercialice. En otras palabra, aquí el acto cooperativo se cristaliza desde el plano de la OFERTA, es decir, lo que la persona le “vende” a su cooperativa, sea su fuerza de trabajo o bien un producto o servicio.

El principal talón de Aquiles de estos emprendimientos, que son los que nacen en razón de 30 por año aproximadamente, es el MERCADO, que al estar en una recesión (sobre todo ahora por la pandemia) evita que logren despegar. Por tanto, la tasa de mortalidad de estos grupos es muy grande, generando una gran frustración y desesperanza, en detrimento del modelo.

Por otro lado, están las cooperativas cuyos asociados se agrupan desde la lógica de la DEMANDA, para cubrir una necesidad específica de recibir, en mejor precio y calidad, un bien o servicio. Estas cooperativas nacen con una ventaja comparativa: que sus asociados son a su vez el MERCADO y es lo que les permite sobrevivir en el tiempo.

En resumen, los asociados-trabajadores y los asociados-proveedores materializan el acto cooperativo desde su OFERTA, mientras que los asociados-usuarios lo hacen desde su DEMANDA de un bien o servicio. Veamos a estos últimos en el despliegue histórico.

50 años de trayectoria

Hace cerca de 50 años los habitantes de la zona norte y las regiones Chorotega y Los Santos no contaban con el servicio eléctrico, pues el ICE no tenía aún ese alcance. Por tanto se organizaron en cooperativas de electrificación rural y crearon cuatro empresas que hoy día son verdaderos motores del desarrollo comunitario.

Lo mismo ocurrió con el sistema financiero nacional, que no se había expandido suficiente a zonas rurales. Fue cuando los habitantes crearon cooperativas de ahorro y crédito que ahora son un bastión de la economía costarricense y dignos competidores de la banca comercial, pública y privada.

Estas empresas actualmente son más de 50 y nacieron en su momento gracias a la DEMANDA ciudadana de un servicio oportuno y urgente. Hoy ellas aglutinan al 90% de los cooperativistas del país y son las que más empleo generan dentro del sector, merced a su buena gestión empresarial y social.

Resulta lógico que las cooperativas de electrificación dejaran de formarse, pues el ICE hizo bien su papel de cobertura. Asimismo, por razones de diversa índole las cooperativas de ahorro y crédito dejaron de nacer hace dos décadas.

Lo cierto es que el cooperativismo es lo GRANDE que es, gracias en fuerte medida, a las cooperativas donde el acto cooperativo está signado por el plano de la DEMANDA, no necesariamente por la OFERTA, sin desmeritar este ámbito que sin duda es importante y cuenta con ejemplos de mucho valor.

Jamás sugiero que dejen de nacer cooperativas de trabajadores o proveedores, lo que indico es que, dada la experiencia histórica y la realidad del país y el mundo, no será con ellas con las cuales se logren MASIFICAR puestos de trabajo, como anhelan los costarricenses.

(Habría quizá la opción, no obstante, de hacerlo con cooperativas de autogestión muy colectivizadas si se dimensiona desde la economía digital o incluso en el tema de la vivienda autocreada, pero son experiencias muy embrionarias, sin referentes en el país)

Por consiguiente, sin un Gobierno quisiera impulsar el cooperativismo como política de Estado, lo primero que debería hacer es mirar la historia nacional y caer en la cuenta de los factores que han potenciado el éxito mayúsculo de las cooperativas, en resumen: la integración de las personas en torno a intereses y necesidades comunes.

¿Qué hacer?

Recalco: la ciencia está en la organización de la sociedad civil a la luz de sus necesidades fundamentales. Hay que lograr que la ciudadanía comprenda que la unión hace la fuerza y que es mejor adquirir productos y servicios en su propia empresa, que comprarlos a corporaciones transnacionales, por ejemplo.

Formemos entonces supermercados cooperativos, centros médicos cooperativos, farmacias cooperativas, hoteles cooperativos, condominios cooperativos, colegios cooperativos, pero que nazcan con la DEMANDA, o sea el MERCADO, resuelta, porque los usuarios y consumidores son los que gobiernan el negocio. Ya los sectores de electrificación y ahorro y crédito demostraron que eso funciona en Costa Rica.

De esta manera, como potente efecto indirecto, se abrirán miles de fuentes de empleo y se moverá la aguja de nuestra vilipendiada economía. El cooperativismo tiene la solución, pero hay que orientarla con estrategia, inteligencia y pasión.

 

*Exdirector Ejecutivo del INFOCOOP, Costa Rica.