El principal reto de la sociedad contemporánea, es enfrentar la hegemonía capitalista, esa que se avista con un poder avasallador, orquestada con una propaganda deslumbrante y apoyada en tantos siglos de ignorancia y saqueo, y que amenaza con aniquilar los propósitos más altruistas de mutar a un mundo mejor. Se nos impone como virus desenfrenado, que interfiere en nuestras relaciones personales y sociales, llevándonos al cansancio y con él, al abandono de nuestra ideología, replegándonos a una zona de confort, que nos permita el acceso a la riqueza y al poder.

En el propósito de reinventarnos el futuro, coincidimos con el intelectual y teólogo brasileño Frei Betto, la educación será decisiva, sobre todo una educación que parta de la formación de una conciencia crítica, que los aleje de ser repetidores mecánicos de contenidos y con convencimiento de causa, se conviertan en protagonistas de una nueva praxis emancipadora.

Claro debemos tener hoy, e incluso para inculcar en las nuevas generaciones, como valores subjetivos, que en la austeridad en nuestro modo de vivir, está la garantía de nuestra dignidad y eso requiere de mucha autoestima por parte de los más jóvenes. Esto es lograble, si todos trabajamos por un plan intencionado, alineado y colegiado, dándole su meridiana prioridad, en espacios tan importante como la familia, la escuela, la comunidad, los sindicatos, las organizaciones políticas y de masas, entre otros factores.

Para atrevernos a reinventarnos el futuro, tendremos que reformar la escuela, convirtiéndola en un espacio cooperativo, donde conviva formación intelectual, científica, artística y de manera especial la formación de una conciencia crítica, que terminen dando como fruto acabado, un protagonista social, éticamente comprometido con su tiempo y con la construcción de un mundo mejor.

Tampoco podemos ser ilusos, porque la vida práctica, esa que se sufre y padece desde la crisis, nos recuerda que la piedra angular del socialismo es el ejemplo, y por tanto nada hace más mella en nuestras intenciones, nada favorece tanto a la subversión enemiga, como nuestros propios errores, dígase corrupción, falta de sensibilidad ante los problemas de la gente, burocratismo, falta de honestidad de cuadros y directivos, decisiones unilaterales mal tomadas, cacería de brujas a quienes se enfrentan y combaten, la desidia, la falta de vinculación y acompañamiento al pueblo, la falta de espacio para el debate abierto y franco, entre muchos otros.

De nada vale formar a un hombre nuevo e íntegro en la escuela, si después estos y tantos flagelos, le terminan cercenando el espíritu y el apego a la ética revolucionaria. Eso, menos que menos, podemos permitirlo y abra que a tiempo, saber cargar a degüello, como hicieron nuestros mambises ante los potentes cuadros españoles. Comprendamos que estar ante tamañas arbitrariedades y no actuar, es como cometerla. ¿Si perdemos nuestros valores y principios, que nos queda?. Entonces salgamos a defenderlos con uñas y dientes, para asegurar la continuidad.

El problema

El problema no es

Si te buscas o no más problemas,

El problema no es

Ser capaz de volver a empezar

El problema no es

De quien vino y se fue o viceversa

El problema no es

De quien saca cuenta y recuenta

Y a su bolsillo

Suma lo que resta

El problema no es de la moda mundial

Ni de que haya tan mala memoria

El problema no queda en la gloria

Ni en que falten tesón y sudor

El problema señor

Sigue siendo sembrar

Amor

   Silvio Rodríguez.