A veces tenemos la percepción de que la vida nos sobrepasa, como si se pusiera cuesta arriba, por los años de bloqueo, crisis y porque no decirlo, por errores de políticas y malos métodos administrativos e incluso gubernamentales. Sin embargo, no queda otra alternativa que seguir dando la vida en el intento de ver prospera y sostenible a la Patria, y apoyar la generación continuadora, sin renunciar a la gloria vivida, porque sería comprometer el futuro y caer en un abismo insalvable. Nada será peor que perder la Revolución. Hoy traigo algunos ejemplos que pudieran alimentar nuestro espíritu.

Carlos Manuel de Céspedes, fue el primero que liberó a sus esclavos, marchó al combate con el grito de ¡Viva Cuba Libre! y, tras ver menguadas sus tropas en enfrentamiento desigual con tropas españolas se irguió sobre los estribos y replicó a los derrotistas ¡Aún quedamos 12 hombres; bastan para hacer la independencia de Cuba!

El 18 de abril de 1956, se produce el reencuentro de Fidel y Raúl, en Cinco Palmas, luego del desembarco del yate Granma y la dispersión en el combate de Alegría de Pío.

— ¿Cuántos fusiles traes? —pregunta Fidel a Raúl.

—Cinco.

— ¡Y dos que tengo yo, siete! ¡Ahora sí ganamos la guerra!

Esta histórica frase, cuyo significado ha trascendido en el tiempo como máxima expresión del optimismo, acompaña a todo revolucionario cubano, como premisa insoslayable del pensamiento de Fidel, quien nos enseñó a nunca rendirse aun ante las más adversas condiciones, a convertir los reveses en victoria y a mantener la fe en el triunfo.

El Che, cumplió su último cumpleaños (el 39) el 14 de junio de 1967 y para entonces escribe en su diario….»He llegado a los 39 años y se acerca inexorablemente una edad que da que pensar sobre mi futuro guerrillero; por ahora estoy ‘entero’.» Para ese entonces pesaba 130 libras, lo acompañaban apenas algo más de 20 hombres y se encontraba, cercado,  perseguido, sin contacto con la retaguardia. Nada pudo destruir su moral, ni su capacidad de dar pelea por sus más encumbrado sueños.

 

Poema del Indio Naborí

Parábola

Viejo descubrió el minero

a que hondura está la mina.

cuando el tiempo de alcanzarla

es mayor que el de su vida.

¡Hay, pero sigue cavando

día y noche el duro suelo!

Puede renunciar al oro.

Jamás al preciado sueño.