Los encuentros presenciales se pausaron, los derechos y las garantías sufrieron también los embates de la pandemia. Un año estuvimos aletargados pidiendo desde los interiores de nuestros refugios distanciados evitar el retroceso de los derechos que por siglos se vienen peleando contra corriente.

El virus se ha vuelto pandémico pero la discriminación en sus distintas y ásperas aristas es un mal endémico y, año a año, cada junio en las ciudades del país y del mundo se celebra el mes del orgullo con diferentes y diversas manifestaciones sociales. Se vuelven presa, eso sí, de distintas lenguas bífidas que observan por encima del hombro “aquellas aberraciones anti-natura” a las que seguro “a alguna maldición deben responder, a algún castigo divino”. Las redes sociales se inundan de comentarios, blasfemias, rezos condescendientes, memes en contra de todo disfrazados entre broma y broma de la misericordia divina del dios de turno.

Después de un año de temores y cuidados que han evitado la convocatoria de eventos como el que pueden ver en esta galería, con varixs[1] otrxs compañerxs fotógrafxs pudimos compartir, sentir y expresar nuestro permanente apoyo con el movimiento LGBTIQ+ en lo que fue un reencuentro lleno de emotividad, respeto, cariño, diversidad y disidencia.

Este registro responde, desde el corazón, a la convicción personal y colectiva de documentar desde la mirada propia la importancia de mantenerse vigilantes, consecuentes, críticos y empáticos y lo hemos sabido hacer de la mejor forma en que expresamos lxs fotógrafxs: con cada una de las imágenes que verán a continuación:

[1] Este texto fue escrito en consonancia con los nuevos hábitos de escritura con enfoque de inclusión a las diversidades sexo genéricas.

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