Por Siddhartha/Red global Diálogos en humanidad

 

Soy Siddhartha de India, miembro de la red global Diálogos en humanidad. Junto a otras mujeres y hombres que representan redes que actúan a nivel global, formo parte del experimento de un Consejo de Sabiduría de los Pueblos de la Tierra. Este es un experimento que comenzó el 29 de mayo de 2021, propuesto por la Multiconvergencia de Redes Globales, que está impulsando un Parlamento de Ciudadanía Planetaria dentro de las Redes que la integran. Ese Parlamento tiene dos cámaras: el Consejo y la Asamblea de Ciudadanía Planetaria. La próxima reunión será el 31 de julio. Puedes encontrar la historia del proceso y las ideas de este experimento aquí.

Vivimos una época muy difícil.

En el horizonte hay tanto esperanza como desesperación.

Nunca antes la humanidad había experimentado problemas cruciales simultáneos de tal magnitud. Dos de los más significativos son la justicia social y el cambio climático.

En el ámbito de la justicia encontramos –en todo el mundo–que los derechos de las personas (mujeres, campesinos, pueblos indígenas, minorías religiosas y de otro tipo, activistas de derechos humanos, intelectuales y otros) son violados o reprimidos regularmente. Por desgracia, algunos de los que sufren la injusticia son cooptados por los mismos líderes a los que siguen ciegamente. Además, a la lista de los gobiernos autoritarios, se suma el testimonio de la crueldad de regímenes que se dicen socialistas.

En cuanto a la crisis climática, hay un espectro de personas que van desde los defensores del cambio gradual hasta otros que hacen hincapié en la Sexta Extinción. En cualquier caso, parece seguro que la situación no hará más que empeorar si no se controla (recientemente, las temperaturas en el oeste de Estados Unidos y Canadá oscilaron entre 45º C y 50º C). El Valle de la Muerte ha llegado a sufrir 54º de C. Los que creían que Canadá se mantendría prácticamente intacta por su proximidad con el Ártico, tendrán que replanteárselo. El cambio climático afectará a todos los ciudadanos del planeta, estén donde estén).

Para algunos de nosotros existía la ardiente convicción de que eran necesarios cambios estructurales para dar paso a una era de paz y justicia. Esa convicción es aún más válida hoy en día.

Mientras tanto, algunos no han prestado suficiente atención a los valores, actitudes y cambios de comportamiento que eran necesarios para provocar aquellos cambios estructurales. No hace falta añadir que muchos de nosotros hemos criticado durante mucho tiempo la tendencia que implicaba «cambios estructurales primero; cambios de valores y de comportamiento después».

Otro punto importante a subrayar: en mi experiencia, los activistas sociales rara vez hablaron de la dimensión personal: cómo se sienten (respecto a la esperanza, la desesperación, la confusión sobre las estrategias futuras, la crisis de la fatiga laboral extrema, etc.) y las tensiones de ser «humano» dentro de la lógica a menudo contradictoria de las instituciones y los movimientos, etc. Incluso se pensó que sería vergonzoso sacar estos temas personales a colación, por miedo a que se malinterpretaran como un comportamiento «incorrecto», que podría debilitar los objetivos que se quieren alcanzar.

Probablemente el tiempo se esté agotando. A menudo utilizo la analogía de un barco que está a punto de hundirse. Todos los implicados deben hacer lo posible para evitar que el barco se hunda bombeando el agua, reparando los daños, haciendo funcionar la electricidad, etc. No es el momento de averiguar si hay fallos en el diseño del barco, si un diseño mejor podría haber evitado una tragedia inminente. Para un observador objetivo, está claro que primero hay que salvar a los pasajeros. Construir una nave con un mejor diseño es importante, pero puede considerarse más adelante.

También debería ser así con los objetivos que tanto queremos. Debemos contemplar tanto el corto como el largo plazo. (Algunos podrían incluso añadir el medio plazo). Aunque debemos seguir trabajando en nuestros objetivos y nuestra visión –tan querida por nosotros– desde la perspectiva a largo plazo de abrir alternativas, también podemos considerar objetivos a corto plazo para evitar el naufragio. Una de esas estrategias consiste en buscar espacios y aperturas fuera de nuestros horizontes habituales, allí donde existan, lo que puede permitirnos establecer conexiones con personas que no se nos parecen, para provocar el cambio. No necesitamos estar de acuerdo en todo, pero sí podemos avanzar para conseguir resultados concretos. Aunque no siempre es fácil, sería posible que dialogáramos con algunos pocos del otro lado, sobre temas como la crisis del agua, o los peligros de los pesticidas para la salud, o la necesidad de aumentar rápidamente el uso de energías renovables, etc.

Por mencionar un área: una fracción de personas de las principales religiones emitió declaraciones sobre la lucha contra el cambio climático. ¿Sería posible también interactuar con más líderes, que tal vez no compartan plenamente nuestros valores y creencias, para encontrarnos a mitad de camino en el tratamiento de la crisis climática… o para promover la resolución y transformación de los conflictos inter religiosos?

Para continuar con este punto, además del objetivo a largo plazo de promover un parlamento de ciudadanos, también podemos contemplar una serie de objetivos a corto plazo que lleven al diálogo y la transformación, que nos ayuden a cruzar fronteras sin perder las convicciones. Cuando te encuentras con alguien sobre un puente, con opiniones diferentes, puedes escuchar, hablar y, si las cosas van bien, llegar a un entendimiento provisorio. Ninguno de los dos tiene que cruzar al otro lado, pero ambos pueden encontrarse en el medio.

Entonces, ¿sería posible considerar un número (4), que lleve a concretar objetivos de corto plazo a través del diálogo, la negociación y la promoción, mientras se mantiene el objetivo a largo plazo del parlamento ciudadano? Muchos de nosotros en este grupo no viviremos para ver 2045 (año del centenario de la ONU), pero podemos trabajar para conseguirlo y, al mismo tiempo, salvar el barco del haufragio a corto plazo. Por supuesto, estos objetivos a corto plazo tendrán que elaborarse en estrecha colaboración con nuestros movimientos específicos que se ocupan de cuestiones como el agua, la seguridad alimentaria, las relaciones de género, el liderazgo de los jóvenes, la resolución de conflictos interreligiosos, los derechos de los pueblos indígenas, etc.

Estamos claramente comprometidos con la comunicación y la acción no violenta. Como dice frecuentemente mi amigo Ivan Maltcheff, también debemos aprender a escuchar de verdad a la otra parte. Este es un requisito previo. Yo, por mi parte, muchas veces me dejo llevar por mi propia voz, y con frecuencia no escucho. Creo que no tengo la quietud interior para alcanzar la claridad en mis acciones y en mis relaciones interpersonales. A veces me siento mejor, y actúo mejor, cuando hago algo de pranayama (meditación respiratoria) unos minutos cada mañana. Otras veces canto, y parece que eso ayuda. No soy religioso, pero considero que cualquier tipo de práctica espiritual secular es valiosa para brindar una cuota de calma interior. Tengo amigos que están inspirados y motivados por sus convicciones religiosas «liberadoras». También veo que para algunos activistas y pensadores laicos esto puede no ser necesario, que ya tienen el don de la autoconciencia y la compasión naturales (lo digo sinceramente).

Al «hacer» permanecemos en el aquí y ahora de la Esperanza. Estamos haciendo lo mejor que podemos. Como dice la noción hindú de Nishkama Karma, debemos actuar ahora, sin aferrarnos a los frutos de nuestra acción. Es imperativo y ético actuar ahora, aunque no vivamos para ver los resultados de nuestras acciones.

Estas son algunas reflexiones que me gustaría compartir con todos ustedes. Si el tiempo lo permite, podremos discutirlo a finales de julio.