La cuadragésima edición del Festival Internacional del Caribe celebra hoy su segunda jornada en medio de los impedimentos derivados de los peores momentos de la Covid-19 y el paso de la Tormenta Tropical Elsa.
Trasladada a las plataformas digitales debido a la pandemia, la Fiesta del Fuego rinde homenaje a la resistencia cultural en la región y a Belice, en la continuidad del reconocimiento a los legados artísticos de estas naciones en estas cuatro décadas.

El comienzo del Coloquio El Caribe que nos une, espacio teórico del evento, sobresale en el programa, que se extenderá hasta el próximo día 9 y abarcará 11 talleres con diversas expresiones como la oralidad, la religiosidad popular, la música, la poesía, el teatro y las artes plásticas.

De acuerdo con el comité organizador, unos 600 artistas y estudiosos de alrededor de 25 países respondieron a la convocatoria, con una destacada representación de República Dominicana, México, Puerto Rico y Chile.

Uno de los más significativos momentos del Festival fue la entrega del Premio Internacional Casa del Caribe al investigador cubano Tomás Fernández Robaina, quien acumula una fecunda trayectoria en los estudios de la identidad nacional y caribeña.

A tono con las circunstancias epidemiológicas tuvieron lugar disertaciones acerca del impacto de la Covid-19 en los espacios y procesos culturales, una de ellas la denominada Ursulas y Amarantas en pandemia, a cargo de la profesora María N. González, de Colombia.

De la sopa de Wuhan al ajiaco caribeño. Del coronacrisis a la primavera de ébano, fue el título de la conferencia impartida de forma virtual por el intelectual Agustín LaO Montes, de Estados Unidos, una presencia habitual en este encuentro de las culturas de los pueblos caribeños.

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