Juana Pimienta es el nombre de un programa radial que se emite por Radio Nacional de Argentina, conducido por Liliana Daunes. En su capítulo 148, del 30 de junio pasado, el tema central fue la crítica situación que vive el pueblo de Nicaragua, sometido a la dictadura sostenida del matrimonio de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

Desde el programa afirman: “expresamos nuestra solidaridad con quienes hoy, en Nicaragua, levantan las banderas de la dignidad y de la libertad. No aceptamos la injerencia extranjera de la OEA, de los EEUU, pero decimos con toda claridad que ninguna revolución tiene el derecho a devorarse a sus hijos e hijas.”

Compartiendo esa afirmación, sigue la transcripción del programa así como el enlace para escucharlo integralmente.

 

«No es la primera vez que un proceso revolucionario es liquidado por sus propios creadores.

Desde la revolución rusa en adelante tenemos numerosos ejemplos de lo que significa que un grupo se haga del poder como un beneficio personal, familiar, de una casta y defienda con uñas y dientes –también con represión y violencias– no la revolución, sino ese espacio de poder estatal en el que se aseguran los privilegios en nombre de un pueblo que va siendo crecientemente expulsado de los procesos políticos y de creación de poder popular.

En un continente como América Latina, siempre en tensión con las políticas imperialistas, se vuelve más difícil la crítica y autocrítica interna y externa de esos procesos, porque se teme que cualquier crítica afecte la legitimidad del proyecto frente a la agresión gringa y europea, pero el silencio nunca ha sido buen consejero para revoluciones que se creen y si quieren tales. ‘La libertad es siempre y exclusivamente libertad para el que piensa diferente’, decía Rosa Luxemburgo en debate con los apologistas dogmáticos de las revoluciones.

Estamos hablando de Nicaragua y de lo que significa cada ola represiva con la que el gobierno de Daniel Ortega se aleja cada vez más del proyecto sandinista. Fue César Augusto Sandino, el general de hombres libres que inspiró la revolución roja y negra en Nicaragua, quien aseguró: ‘Nosotros iremos hacia el sol de la libertad o hacia la muerte, y si morimos nuestra causa seguirá viviendo. Otros nos seguirán’.

Quienes hacemos la Juana Pimienta y nos juntamos para hacer otros programas de radio –Espejos todavía, por ejemplo, estoy nombrando en particular a la cumpita Claudia Korol–, hemos estado comprometidas en cuerpo y alma en la defensa de la revolución sandinista. Participamos de muchas iniciativas de solidaridad internacionalista a lo largo de los años, por eso estas palabras la compartimos con dolor pero también con responsabilidad, por la memoria de todas las compañeras y compañeros caídos en esas luchas revolucionarias y por el compromiso con la libertad, de aquellos y aquellas que siendo protagonista de esas luchas hoy están presas, presos o perseguidos y perseguidas o en el exilio o en la clandestinidad.

Una oleada represiva se desató nuevamente en Nicaragua en el mes de junio. Entre otras, fue hecha prisionera una de las mujeres que encabezó la lucha revolucionaria en los años 70: Dora María Téllez junto a otras compañeras que han sido parte activa de la revolución sandinista y compañeras feministas. Traemos la palabra de Federica Scarfó, feminista nicaragüense integrante de las FAN –Feministas Autoconvocadas– que hace parte de la articulación de movimientos sociales que nuclea a feministas, ecologistas, campesinado, sectores estudiantiles, organizaciones comunitarias y grupos LGBTIQ+ en resistencia.

Cuando la comunidad internacional se sorprende de conocer que Ortega y Murillo han ordenado apresar a sus antiguos compañeros y compañeras de lucha, a quienes participaron en el derrocamiento de la dictadura de Somoza, a quienes expusieron su vida, hace falta hacer una pequeña remembranza de quiénes son esas personas. Está encarcelada y le han indicado que va a estar 90 días incomunicada sin acceso a sus familiares, sin acceso a abogado o abogada, sin ninguna asistencia legal, y sin posibilidad de defenderse, Dora María Téllez quien fue comandante guerrillera de la revolución popular sandinista, fue ministra de salud, fue integrante del consejo de estado es una historiadora que tiene una larguísima trayectoria de lucha. Fue a los 21 años una comandante guerrillera que condujo la toma de la ciudad de León, la segunda ciudad más importante del país y que comenzó con el desmoronamiento de la guardia nacional de Somoza. A ella la tiene presa Daniel Ortega.

Otro de los presos es Hugo Torres, que participó del copamiento de la casa de Chema Castillo –que era un ministro de Somoza en diciembre del año 74– logrando la libertad de Daniel Ortega. Él, junto a un grupo grande de militantes sandinistas arriesgaron su vida para tomar esa vivienda en donde se desarrollaba una fiesta donde estaba presente el embajador norteamericano, y lograron la liberación de las presas y los presos políticos. Uno de los que fue liberado tiene ahora preso al comandante guerrillero que llegó a ser general del Ejército Popular Sandinista, que se llama Hugo Torres. Otro de sus compañeros a los que ha apresado se llama Víctor Hugo Tinoco. Fue el vicecanciller de la Revolución Popular Sandinista y participó de las acciones de liberación de las ciudades, en la lucha contra la dictadura de Somoza.

Estos tres militantes en el año ‘95 se separaron del Frente Sandinista y formaron un partido que se llamó Movimiento Renovador Sandinista, que hace pocos meses cambió de nombre por UNAMOS. Toda la dirigencia de UNAMOS junto a Ana Margarita Vigil, junto a Suyen Barahona, están detenidas. Han descabezado totalmente a un partido que se reivindicó sandinista durante muchísimos años y que ha sido obviamente una fuerza de oposición, a la que le quitaron la personería jurídica hace muchos años y que obviamente no podía competir como partido en las elecciones.

Estamos diciendo ¿por qué Dora María, una figura emblemática de la revolución? Yo creo que la respuesta es muy sencilla: Ortega no puede permitir oposición alguna y pretendiendo escarmentar a toda Nicaragua, manda un mensaje que dice “no tengo límites. Yo puedo encarcelar por venganza, por odio, puedo encarcelar sin motivo alguno a todo aquel y a toda aquella que se me oponga.” El prestigio de Dora María es innegable y obviamente en la militancia de América Latina ha sorprendido, pero esa misma militancia que conocía de la matanza, que conocía de la represión, no debería sorprenderse tanto porque hace más de 3 años que se venia denunciando toda esta embestida contra la ciudadanía, contra las organizaciones sociales, contra las feministas, contra ambientalistas, el campesinado, el profesorado, trabajadoras y trabajadores de la salud, los médicos y la médica despedidos y perseguidos durante la epidemia de la Covid. Toda esta represión que se ha incrementado en este momento, tiene largos años de existencia y por esa razón es tan importante, dado que estas figuras han despertado el asombro, que también despierten la solidaridad de la militancia y puedan dejar de ver a Nicaragua como que está siendo atacada por el imperialismo norteamericano.

Uno de los mejores aliados de los gringos ha sido Ortega, aliado de los tratados de libre comercio. Sus diputados han votado a favor de esos tratados y han sostenido las políticas neoliberales que tanto daño le han hecho al continente. Ha pretendido depredar el gran lago Cocibolca haciendo un contrato con un chino desconocido para hacer un canal interoceánico, entregando por 100 años la soberanía de Nicaragua en una ley que debería ser la primera ley que se derogue el día que se derroque esta dictadura.

La represión no es de ahora, señala Federica Scarfó. Y en un recuento de los últimos tiempos nos relata, dirigiéndose directamente al activismo de derechos humanos y de la solidaridad internacional de Argentina:

Es importante para Argentina comprender esta nueva oleada represiva que se acrecentó en los últimos 20 días y ya llevado a 21 personas a la cárcel –entre las cuales están 5 precandidatos, 4 varones y una mujer que se habían postulado para la presidencia de la república en lo que es el proceso electoral que debería terminar el 7 noviembre. La represión no comenzó ni siquiera el 18 abril del 2018 cuando ocurrió una insurrección cívica y pacífica, que el gobierno de Ortega denominó “golpe de estado” con intervención de los Estados Unidos. Posiblemente la desinformación les ha impedido a los sectores progresistas comprender la realidad de Nicaragua. Sin embargo, es importante conocer que esa insurrección cívica y pacífica que sacó en un momento –el 30 de mayo– a 600.000 personas a la calle en la marcha en el día de las madres que fue reprimida y ese día asesinaron a 19 personas desarmadas, usando francotiradores; que luego de las investigaciones que hizo el grupo de expertos independientes de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos se demostró que usaron fusiles de largo alcance obviamente provistos por el propio ejército de Nicaragua. Es importante que la militancia en Argentina conozca que el grupo de expertos independientes que hizo la investigación, fue expulsado de Nicaragua en el momento en que iba a presentar su informe y que logró hacer un informe parcial con 328 asesinatos, pero que al día de hoy tenemos el registro de 428 personas asesinadas en el marco de las protestas.

Ese grupo de expertos estaba integrado por el fiscal argentino Pablo Parenti y por la fiscal de Guatemala Claudia Paz y Paz, insospechados de estar al servicio del imperialismo norteamericano. Claudia Paz y Paz llevó a la cárcel al genocida Ríos Montt y logró que fuera juzgado por genocidio contra la población indígena. Los informes muestran con absoluta claridad que la forma de represión violenta, abusiva, armada de parte del gobierno de Ortega y Murillo solamente ha cambiado de forma. En este momento no están matando de manera directa porque tampoco hay manifestaciones, porque han sido prohibidas por ley y tampoco hay partidos que puedan competir en las elecciones; porque dos de los partidos han sido despojados de su personería jurídica; porque los candidatos y candidatas están presos; porque la nueva ley electoral impide que los partidos reciban apoyo externo para poder asumir sus campañas electorales; porque el nuevo consejo supremo electoral recientemente elegido solamente incluye personas que son serviles a la dictadura; porque no tiene ningún balance y es un órgano político destinado a convalidar un fraude que evidentemente ya comenzó.

Tampoco hay posibilidad de hacer manifestaciones, reuniones, plantones, piquetes, ninguna forma ni de propaganda electoral, ni de resistencia cívica, ni de protesta, porque inmediatamente la policía y los grupos parapoliciales partidarios integrados por militantes del Frente Sandinista y fuertemente armados y encapuchados, llegan a los lugares donde la gente se puede reunir, impiden las reuniones, se los llevan detenidos, los golpean y muchas veces quedan por largos años.

En Nicaragua, además de las 21 personas que despertaron tanta noticia a nivel internacional hay 130 prisioneras y prisioneros políticos, 10 de los cuales llevan hasta 10 años, algunos de los cuales sobreviven en condiciones infrahumanas que han sido denunciadas a nivel internacional. Pero Ortega no permite la presencia de ningún organismo internacional de derechos humanos y mucho menos organismos nacionales de derechos humanos, a los cuales les ha quitado la personería jurídica, han tenido que exiliarse la mayor parte de sus integrantes y les ha expropiado sus bienes y sus edificios destruyendo toda la información recopilada durante más de 30 años.

Esa es la realidad que vive en Nicaragua y que en Argentina se cree que existe una segunda revolución y por esa razón ha costado tanto que exista solidaridad con el pueblo que resiste buscando libertad justicia y democracia.

¿Qué sucede con las feministas en este contexto? No dice Federica Scarfó…

Nicaragua es uno de los 3 países de América Latina en cuya constitución dice que el estado es laico, pero esa disposición jamás se ha cumplido. En un gobierno sandinista conservador o liberal, nunca se ha dejado de lado la influencia de las jerarquías religiosas que han impuesto las políticas educativas y las políticas de salud. Obviamente la derogación del aborto terapéutico en el mes de octubre del año 2006 –pocos días previos a las elecciones en donde Ortega volvió a subir al poder– fue la mejor demostración de la alianza del Frente Sandinista con la conferencia episcopal y con la jerarquía eclesiástica evangélica. Ellos hicieron una coalición que se llamó Coalición por la vida y lograron la legislación que derogó el aborto terapéutico, que en la realidad no servía, no se aplicaba, y como medida de salud pública no tenia ninguna eficiencia para impedir la muerte o las secuelas con las complicaciones del aborto clandestino y del aborto inseguro.

En el año 2007 cuando sube al poder nuevamente Ortega, se aprueba el nuevo código penal en donde además de que está penalizada toda forma de aborto, se establece la supremacía de los derechos legales de los no nacidos y de esa manera los embriones de los fetos tienen más derechos que las mujeres ya nacidas. Los médicos y las médicas pueden ir a la cárcel, perder la posibilidad de ejercer la medicina, o el cierre de clínicas y consultorios hasta por 8 años. Esto ha significado el establecimiento del aborto clandestino e inseguro, bajo un gobierno que se dice revolucionario. La represión a las organizaciones feministas se ha incrementado después del 18 de abril pero desde el año 2008, como feministas, hicimos análisis de escenarios donde veíamos que la entronización de una dictadura era el único destino que tenia Nicaragua mientras gobernaran Ortega y Murillo. Y eso fue 10 años antes de la insurrección cívica y pacífica del año 2018.

Las redes feminista fueron reprimidas. No se puede tener un local, un edificio que no esté siendo hostigado por la policía. Decenas de organizaciones feministas han cerrado. No se les permite su funcionamiento porque nunca se logra cumplir con los requisitos para el funcionamiento de las organizaciones no gubernamentales. Centenares de compañeras feministas están en el exilio, están viviendo clandestinamente dentro del país, han sido detenidas, han sido torturadas y hay denuncias de violaciones por grupos parapoliciales armados identificado como sandinistas y también en instalaciones oficiales de la policía nacional.

Hay un tribunal que se hizo en Costa Rica con la participación de importantes, prominentes figuras de los derechos humanos, que han mostrado con testimonios las violaciones sexuales de mujeres y de hombres mientras duró su detención. Y en algunos centros de mujeres se han atendido jóvenes que han sido violadas hasta por 6 individuos que se identificaron como de la juventud sandinista. La represión contra las feministas ha sido cada vez más fuerte y se observa en los discursos –especialmente de la vicepresidenta– una frecuente mención como “asesinas”, como “abortistas” y como “pretendiendo desnaturalizar a la familia tradicional y nuestros valores cristianos y occidentales”.

Obviamente la lucha feminista sea fortalecido porque la decisión de vivir en un país libre, democrático y justo, es reversible. Hay nuevos grupo feministas, gran cantidad de nuevas iniciativas de jóvenes feministas y también el trabajo se continúa en todos los departamentos del país acompañando a las víctimas de la violencia machista, denunciando la impunidad y la complicidad de las instituciones del Estado, y especialmente si los agresores son afines al partido de gobierno. Las feministas participamos de iniciativas locales e internacionales de denuncia y de demanda de solidaridad procurando aclarar, al resto de las redes y espacios feministas internacionales y logrando, claramente, la adhesión y la solidaridad de numerosas redes en América Latina y en Europa.  

Y obviamente la lucha feminista en Nicaragua continúa buscando una salida que no sea violenta y una salida en donde se pueda participar sin represión, sin prisión. En este momento están presas compañera feministas como Ana Margarita Vigil, Dora María Téllez, Suyen Barahona, Tamara Dávila, Violeta Granera, y una precandidata presidencial hija de Violeta Chamorro llamada Cristiana Chamorro, además de cuatro presas políticas que vienen desde más de un año atrás. Y por ellas seguimos haciendo campañas y recordando y demandando su liberación inmediata en todos los foros nacionales e internacionales donde tenemos acceso.

Desde la Juana Pimienta expresamos nuestra solidaridad con quienes hoy, en Nicaragua, levantan las banderas de la dignidad y de la libertad. No aceptamos la injerencia extranjera de la OEA, de los EEUU, pero decimos con toda claridad, que ninguna revolución tiene el derecho a devorarse a sus hijos e hijas.»


Edición: Alicia Blanco