Carlos Sánchez, Málaga
Un estudio de la Universidad de Vancouver demuestra que el oído es el último sentido que se desconecta antes de morir, llegando incluso a seguir activo sin la aparente consciencia del enfermo. Esto sienta una base científica para corrientes espirituales y tradiciones que, en la actualidad y desde hace siglos, realizan ceremonias o hablan al oído de las personas cuando están en su lecho de muerte.
De nuevo la ciencia se encuentra con la espiritualidad a través del método científico. Las costumbres milenarias de pueblos y culturas, las experiencias de acompañamiento a enfermos de sus familiares y amigos; y las ceremonias de movimientos espirituales, convergen en un mismo punto.
Según la investigación realizada por la University of British Columbia (UBC Vancouver), y cuyos resultados se publicaron en la revista Scientific Reports: «Presentamos evidencia de audición entre pacientes de cuidados paliativos, cercanos a la muerte y sin respuesta activa.»
En el estudio se tomaron dos grupos, uno de control compuesto por personas jóvenes y sanas, y otro de enfermos cercanos a la muerte y sin respuesta al medio. Los pacientes fueron monitoreados mediante electroencefalogramas, que miden la actividad eléctrica del cerebro (ondas ERP) y permiten detectar respuestas a estímulos del exterior.
Según la investigación: “Todos los participantes del grupo de control jóvenes y saludables, y la mayoría de los pacientes de cuidados paliativos, generan respuesta automática de ondas ERP a las irregularidades auditivas, asociadas con la detección consciente de objetivos sonoros extraños. También generan respuestas a estímulos más suaves como desviaciones en el tono del sonido o desviaciones en el patrón sonoro. Por lo tanto, sus sistemas auditivos responden de manera similar“
El estudio destaca que los miembros del grupo de los enfermos terminales eran, de media, cincuenta años mayores que los jóvenes del grupo de control, y estaban en procesos terminales (principalmente cáncer) y sometidos a tratamiento para el dolor con medicamentos opioides. Podrían, por lo tanto, volverse menos receptivos a su entorno.
Ciencia y espiritualidad, a solo catorce siglos
En el siglo VIII de nuestra era, Padmasambhava, uno de los guías espirituales más importantes de su época, tras fracasar en un intento por llevar el budismo al Tíbet, decidió escribir parte de su doctrina y esconderla en cuevas diseminadas por las montañas: tenían que ser descubiertas cuando la humanidad estuviera preparada para su enseñanza
Setecientos años después, en el siglo XV, fue descubierto su tratado “Bardo Thodol”, cuya traducción literal es “Liberación a través del oído durante el estado Post Mortem”
Este libro fue escrito para recitar al oído de las personas en su lecho de muerte. En sus textos se describen los estados (bardos) por los que la persona transitará después de morir, y le indica los diferentes caminos a elegir para la liberación de su alma.
El Bardo Thodol señala el momento de las lecturas: «… se repiten varias veces esas palabras al oído del moribundo para impregnar con ellas su espíritu … antes de que cese la respiración exterior, » ; » Duración de la aplicación: el período que abarca desde el instante en que cesa la respiración exterior hasta que se retira la corriente vital… «
También se dan indicaciones de quién debe leer: «.. el lama, o un hermano espiritual con el que el moribundo esté muy unido, un hombre venerable instruido en la misma tradición, o cualquier persona capaz de leer claramente con voz articulada…». Además, se llega a concretar, en algunos pasajes, el modo: «…murmurando suavemente a su oído…»
Ha llegado hasta nuestros días, mal traducido, como el “Libro Tibetano de los Muertos”
Experiencias cercanas a la muerte
En 1975, el doctor en psiquiatría Raymond Moody publicó su libro “Vida después de la vida” ,un estudio tras entrevistar a ciento cincuenta pacientes que habían vivido experiencias cercanas a la muerte (ECM). Las ECM se dan en personas que han estado muy próximas a morir, o que incluso han sido declaradas clínicamente muertas, pero que al final han sobrevivido, pudiendo ver, oír y sentir diversas experiencias durante ese periodo de incertidumbre.
“Vida después de la vida” representa una síntesis del imaginario colectivo acerca de qué cosa ocurre tras la muerte. Escenas como la separación consciente del cuerpo, la luz y el túnel, la paz desbordante, o los familiares que ya han fallecido y que vienen a ayudar en el tránsito, son ejemplos de situaciones descritas en sus textos, y que también son, hoy en día, aceptadas como parte del paisaje post mortem.
Al inicio del libro, se describe lo que sería una experiencia tipo, es decir, un modelo de ECM elaborado con los elementos comunes de las ciento cincuenta vivencias. Según Moody: “A pesar de las diferencias en las circunstancias que rodean los casos próximos a la muerte y en los tipos de personas que los han sufrido, sigue en pie el hecho de que hay una notable similitud entre los relatos de las experiencias. De hecho, las similitudes entre los distintos informes son tan grandes que pueden elegirse fácilmente quince elementos separados y recurrentes entre el grupo de historias que he recogido”.
El primer elemento de este patrón es: “Una persona está muriendo y, cuando llega al punto de mayor agotamiento o dolor físico, oye que su doctor lo declara muerto”.
Más adelante, dedica un capítulo titulado “Oír las Noticias”, a experiencias de personas que oyeron lo que transcurría a su alrededor en los momentos donde permanecían “muertas”. Es un hecho común en las ECM, sobre la que hay bastante bibliografía, que las personas oyen lo que sucede alrededor durante su “muerte”, relatando después lo oído, para corroborar como ciertas esas audiciones.
Lucidez sin respuesta externa, ¿los familiares y acompañantes tienen razón?
Volviendo al estudio de la Universidad de Vancouver, sobre la audición en enfermos próximos a la muerte, en su capítulo «¿Es posible que un cerebro moribundo mantenga la conciencia?», se describe: » La tolerancia del cerebro a la isquemia (Detención o disminución de la circulación de sangre) se ha demostrado en la autopsia, ya que solo alrededor del 60% de los pacientes que habían sido declarados con muerte cerebral, antes del fallecimiento, mostraban signos de isquemia cortical moderada a severa», llegando a la conclusión de que «… el cerebro, por lo tanto, puede ser algo resistente a los efectos del daño isquémico mientras que el resto del cuerpo se apaga justo antes de la muerte. Además, los opioides pueden reducir las respuestas conductuales a la estimulación externa, sin reducir necesariamente la conciencia.»
En resumen, la investigación expone: «Hemos presentado evidencia de que pacientes de cuidados paliativos, cuando no pueden responder a los estímulos verbales de la familia o de la atención médica, sin embargo, parecen estar escuchando y dando respuestas neuronales a secuencias de estímulos auditivos simples. Esto es consistente con que la audición sea uno de los últimos sentidos que pierde la función cuando una persona se está muriendo, y da cierta credibilidad al consejo de que los seres queridos deben seguir hablando con un familiar moribundo el mayor tiempo posible.»