Las narrativas violentas, de desinformación y de revictimización de los medios de comunicación hegemónicos, han creado la necesidad de que el periodismo feminista se abra paso y se posicione en la primera línea para hacerle frente a algo que hace parte de las bases del sistema patriarcal. Para profundizar en este tema hablamos con Tatiana Peláez, periodista feminista de Manifiesta Media en Colombia.
El periodismo feminista se ha vuelto una forma de respuesta y resistencia en toda la región. Colombia es uno de los países que ha tomado fuerza en la consolidación de estos medios de comunicación feministas, haciéndole contrapeso a las narrativas revictimizantes y violentas de los medios hegemónicos, por un lado a la hora de informar las violencias machistas –como por ejemplo el registro de femicidios– y por otro lado a la hora de cubrir la movilización social y las iniciativas del movimiento feminista.
Tatiana Peláez expone que los medios de comunicación feministas nacen también a partir de la necesidad de contar las historias de las mujeres, las personas trans y no binarias y buscar la forma de saber contar esas historias sin caer en estereotipos de género y sin resaltar roles establecidos a nivel cultural y social.
“El periodismo feminista que manejamos desde Manifiesta, es un periodismo descentralizado, es decir no sólo busca contar las historias de las mujeres que viven en las ciudades, sino también contar las historias de las mujeres que viven en diferentes partes del país, tanto en lo rural como en lo urbano, de esta manera también le apostamos a la interseccionalidad” afirma. Y agrega: “contar el conflicto armado desde las mujeres y cómo el conflicto recae sobre los cuerpos y las vidas de ellas, hace parte de ese objetivo”.
“Nosotras tenemos muy claro que no somos las que les ‘damos voz a las que no tienen voz’, que es esa frase de cajón del periodismo, somos tan sólo un parlante para esas voces que históricamente han sido ignoradas. Eso es el periodismo feminista para nosotras”.
El periodismo feminista también tiene como objetivo mostrar las diferentes formas de resistencia del movimiento, entre ellas la movilización social, un desafío complejo en un país como Colombia donde la movilización social está en un nivel de estigmatización de magnitudes desproporcionadas. A eso también le hacen frente las periodistas feministas, ya que los medios hegemónicos son los que se han encargado de reproducir dicha estigmatización en sus narrativas, en un carácter de desinformación y poca rigurosidad.
“El pasado 8 de marzo se presentó en Colombia una de las movilizaciones de mujeres más grandes en la historia, en la cual hubo diferentes organizaciones feministas y así mismo diferentes acciones, entre esas la acción directa” explica Tatiana, quien junto con el medio de comunicación feminista estuvo cubriendo la manifestación.
Sin embargo, también comenta que “sigue doliendo e indignando más una pared rayada o cualquier otro tipo de manifestación, que el asesinato o la violación de una mujer o una niña. Al otro día los medios de comunicación sacaron titulares refiriéndose a lo lamentable de que una marcha de mujeres termine en vandalismo y comienza el debate otra vez sobre esas no son las formas”. Es acá donde los medios feministas logran hacerle frente a estas narrativas. Gracias a líneas editoriales como la de Manifiesta y la pluma de periodistas como Natalia Guerrero –quien escribió «Todas las demás cosas que también fue la marcha de este #8M en Bogotá»– y del trabajo de cubrimiento de Tatiana Peláez, es que podemos contar con otros relatos, porque sin esa desnaturalización de las narrativas que como sociedad venimos consumiendo hace décadas, sin esas otras historias y sin explicar lo válido de la acción directa y su por qué, solo se tendría la versión de los medios que exponen con morbo y desinformación, en vez de hacer un ejercicio riguroso de preguntarse por qué marchamos las mujeres y el por qué de nuestras distintas formas de accionar en estas jornadas o registrar un momento histórico en la lucha que se está gestando en Colombia desde el feminismo.
En esa misma línea, aportes como el de Las Igualadas que hacen parte del Espectador, se tomaron el trabajo con la producción que hicieron sobre esas no son las formas de explicar por qué las mujeres se tomaron Transmilenio y por qué se manifestaron contra las iglesias. “Estamos cansadas de que todos los días haya mujeres acosadas y violadas en el transporte público, de los agresores que quedan libres a las pocas horas y que algunos que se esconden detrás de una sotana queden en total impunidad”, expone Tatiana.
“Al día siguiente salían las imágenes de mujeres que trabajan en labores domésticas limpiando las paredes, pero sabemos que realmente a quienes hacen este tipo de publicaciones no les interesa la situación de las mujeres que ejercen labores de cuidado o labores de servicio, sólo les importa hacerlo sin ningún tipo de argumento concreto con tal de atacar a las feministas”, afirma Tatiana. Además expone que la labor periodística que se hace desde el feminismo tiene que ver con el trabajo riguroso del cubrimiento no sólo de la marcha sino del proceso que se viene consolidando. “Los medios feministas lo están contando porque lo están viviendo y porque estamos yendo en persona y sabemos de lo que estamos hablando”.
Que se generen las condiciones para que periodistas feministas puedan contar las historias también depende de la exigencia del movimiento feminista para que los medios envíen periodistas, fotógrafas y camarógrafas a los cubrimientos. Estas son demandas que están siendo exigidas en las jornadas de movilización y es lo que permite también que seamos las mujeres las que podamos registrar estas luchas, que haya paridad en medios y que si aún no la hay que los medios se la empiecen a replantear y contraten mujeres, porque gracias al trabajo de los medios feministas y de fotógrafas independientes es que se logra contar la historia de otra manera y no como ha sucedido durante tantos años con la historia de Colombia que nos negaron.
“El año pasado fue un año de gran agitación social por la crisis agudizada por la pandemia. Ya venían asesinando líderes y lideresas sociales, ya venían asesinando firmantes de la paz y mujeres, llegó la pandemia y las cosas empeoraron, por lo que la gente se cansó y decidió salir a las calles a manifestarse sin importar el virus. Uno sabe que un país está muy mal cuando para millones de personas lo menos peligroso es un virus que le puede causar la muerte. Esa es la menor de las preocupaciones para muchas personas en Colombia”, expresa la periodista colombiana.
A la hora de informar sobre temas de femicidio y travesticidio los medios de comunicación han optado por la revictimización, “dentro de los medios de comunicación tiene que haber un enfoque de género y una formación en derechos humanos y en derechos de mujeres y niñas, para evitar que pasen estos hechos sobre todo para los y las periodistas regionales”, asegura Tatiana y agrega: “se incurre en la violencia cuando en alguno de estos casos culpan a la víctima, cuestionan cómo iba vestida o no respetan la identidad de la víctima en el caso de los travesticidios”.
“Otra cosa en la que muchas veces incurren los medios es en la difusión de las fotos como pasó en México con el caso de Ingrid Escamilla, en el que un medio publicó fotos de su cuerpo. Posteriormente las feministas en México salieron a hacer acción directa ante el periódico que hizo eso. Eso es realmente devastador para la familia y para todas nosotras, fue sentir el femicidio de Ingrid otra vez. Si bien en Colombia no se ha presentado un hecho parecido, sí hay algunos medios como por ejemplo Tropicana y Candela (emisoras colombianas) que informan de manera misógina y con chistes machistas”, comenta Tatiana
Otra labor que están encaminando los medios de comunicación feministas es realizar el registro de los femicidios al igual que muchas organizaciones, ya que los conteos institucionales siguen siendo insuficientes en el tema porque mientras el Boletín Mensual de Feminicidios – VIVAS NOS QUEREMOS registra 106 femicidios entre enero y febrero, la Fiscalía General de la Nación entregó un informe en el que expone que entre el 1 de enero y el 28 de febrero de este año se registraron 37 femicidios en Colombia. En ese sentido los medios de comunicación feministas se están poniendo a la tarea de no solo llevar a cabo este registro, sino además realizarlo sin reducir las vidas de las mujeres a cifras y al femicidio en sí mismo.
“Eso es lo que pasa en un país que todos los días cuenta muertos. Esas vidas que ya no están quedan en una cifra. Eso es lo que hay que cambiar, no reducir la vida de la mujer al femicidio, contar quién era, evitar los detalles mórbidos para no revictimizarla, redignificar su memoria además de nombrar al agresor con nombre y apellido y exponer su condición judicial”.
En definitiva cabe destacar la labor que los medios feministas (Las igualadas, Volcánicas, Manifiesta, la Magdalena Revista, Feminacida, La Papaya, entre otros) realizan combatiendo todas estas narrativas de los medios hegemónicos, ya que son varios los medios de comunicación que se posicionaron en la primera línea para hacerle frente al periodismo machista, ese que dice que aparecemos muertas, el que cuestiona cómo íbamos vestidas, el que nos culpa por ser asesinadas y violadas, el que titula como crimen pasional, el que se burla de la víctima o justifica al femicida. Sin duda es un camino largo y lleno de desafíos llevarlo a cabo en un país tan conservador y que legitima de tantas formas la violencia institucional como Colombia, pero ni allá, ni acá estamos solas.