Hace tan sólo un año y medio, el Covid-19 era, para nosotros, inexistente; y la situación en que nos encontramos en la actualidad, impensable.

Ahora tampoco lo conocemos demasiado, sin embargo sabemos algo más de nosotros mismos, ya que nos sirve como espejo. Por ejemplo, sabemos que…

-Nos hemos convertido en expertos epidemiólogos… aunque sin título homologado y, además, defendemos nuestras posturas vehementemente, siendo, a estas alturas, los verdaderos expertos, los únicos que albergan dudas.

-El virus no tiene fronteras. Campa a sus anchas, muta, y va y viene por donde quiere. Sin embargo, nosotros aún nos aferramos, como clavo ardiendo, a las nuestras.

-Desde hace mucho tiempo, tenemos información del efecto mariposa: “El aleteo de las alas de una mariposa en una parte del mundo puede provocar huracanes en otra parte muy alejada”. No obstante, en vez de colaborar seguimos compitiendo para obtener los mayores beneficios del Dios único y verdadero: el Dios Dinero.

-La desconfianza en las autoridades, de cualquier clase y en cualquier país, es descomunal y va en aumento (otra cosa es que sigamos cumpliendo, más o menos, las normas por miedo a sanciones). Nos han engañado tanto -aún nos engañan- que apenas queda alguna “autoridad moral” en la que se pueda confiar. Por otro lado, las cosas cambian tanto y tan rápido que son frecuentes las expresiones “ya no sé qué pensar”, “yo desconecto, y voy a lo mío”, “he dejado de ver noticias porque me ponen malo”, “todos son iguales”… o las actitudes fanatizadas, de uno y otro signo, que nos proporcionan una falsa seguridad pero que, en realidad… dicen más de nosotros mismos y de nuestra situación mental y emocional que del tema de turno.

-La irracionalidad -acompañada de su íntimo amigo el miedo- crece a pasos agigantados: desde quien va con mascarilla cuando está solo en plena montaña a cientos de metros de otro ser humano, hasta quien afirma que se trata de una siniestra conspiración contra su país, por ejemplo.

-Posturas ideológicas, aparentemente en las antípodas, por “arte de birlibirloque”, muestran la misma actitud. Y es que, como dice el refrán: “Demasiado al este es al oeste”.

-El virus no ha sacado lo peor o lo mejor de nosotros mismos. Simplemente lo ha ampliado. Hay quien piensa sólo en sí mismo, y hay quien piensa en sí mismo y en los demás.

Quizás ha llegado la hora de mirarnos al espejo sin filtros ideológicos: Con nuestras miserias y grandezas, desesperanzas e ilusiones, logros y fracasos…

Tal vez llegó el momento de darnos cuenta de que un espejo tiene su utilidad pero que las soluciones no están al otro lado de él sino en este lado.

¿Aprenderemos algo?

Una esperanza más…