Tras el paso de la borrasca Filomena por la península, bahá’ís envueltos en procesos de construcción de comunidad se movilizan para ponerse al servicio de la ciudadanía.

Pero los bahá’ís no fueron los únicos. Un despliegue ciudadano que ya se conoció durante el surgimiento de la pandemia del coronavirus ha vuelto a ser noticia tras la gran nevada. Vecinos salieron a limpiar las calles, dueños de vehículos 4×4 atendieron emergencias, personal sanitario, bomberos, y muchos otros ejercieron, una vez más, un ejemplo de solidaridad ante los desafíos.

«Ante las crisis los diferentes segmentos de la sociedad se sensibilizan y demuestran el poder de la acción colectiva y la solidaridad», dice Clarisa Nieva, directora de la Oficina de Asuntos Públicos de la Comunidad Bahá’í de España. «Pero, ¿qué podemos hacer para que este valor humano siempre esté presente en la vida de las sociedades y no solamente como respuesta a las crisis y emergencias?»

Los bahá’ís trabajan desde hace varias décadas en barrios y poblaciones en actividades cuyo objetivo es construir comunidades vibrantes como propuesta para la transformación individual y social.

El concepto de comunidad que los bahá’ís ponen en práctica es la unidad de individuos, familias e instituciones que son creadores y animadores de sistemas y organismos que trabajan juntos con un propósito común: el bienestar de las personas. Es una composición de participantes diversos e interactivos que logran la unidad en una búsqueda incesante del progreso espiritual y social.

«El proceso de construcción de comunidad permite crear unidad en el barrio», dice Yasmín Lozano, una joven bahá’í del barrio de Bellas Vistas de Madrid. «Las actividades con los diferentes grupos de edad no son elementos aislados, sino que se relacionan entre sí de forma muy orgánica. Estamos teniendo actividades con los hijos y los padres paralelamente, y creo que es esa conexión entre personas tan diferentes que lleva al cambio de conciencia que se está dando poco a poco en el barrio. Es el ejemplo de unos, mayores o pequeños, el que inspira a otros, y de repente te encuentras rodeada de gente que tiene un deseo ardiente de servir a los demás. Cuando íbamos a quitar la nieve, se nos unía más gente a lo largo del día, y nosotros nos unimos a otros vecinos que estaban haciendo lo mismo. El proceso de construcción de comunidad va más allá de una solidaridad pasajera; establece una solidaridad duradera gracias a los lazos de amistad que se crean y el estudio y reflexión que nos llevan a darnos cuenta de que es imposible efectuar un cambio sin unidad».