El autor hace un análisis de los pormenores acerca de lo que está ocurriendo con los recibos de la luz y el gas en España, e invita a la movilización ciudadana y a que el Gobierno español cumpla sus promesas electorales frente «al expolio» al que nos someten las compañías del sector.

En España se ha desatado la polémica tras las subidas récord en nuestros recibos de electricidad (y gas) el pasado diciembre y en enero. Llegando a una media de 95€/MWh, batió el récord de 2013, que estaba en 93€. Mientras publicamos este artículo los analistas esperan que el precio superará los 110€/MWh.

A pesar del subidón meteórico reciente, hay que decir que el precio en 2020 osciló un 40% por debajo de los precios de los dos años anteriores. De momento el ahorro en este periodo compensa el pico actual, pero no será así si se mantiene la tendencia al alza y el Gobierno no reacciona.

Somos uno de los países europeos con el recibo eléctrico más alto y más inexplicable. Pese a nuestra dependencia de los combustibles fósiles, tenemos abundate energía renovable generada en los saltos de agua, solar y eólica.

Proceso de privatización del sector energético

Nuestra principal compañía eléctrica es ENDESA, con más de un 36% de cuota. Fundada en los años cuarenta como “Empresa Nacional de Electricidad Sociedad Anónima” fue una compañía pública hasta su privatización, del 1998 al 2003, por el gobierno conservador del Partido Popular y que culminó bajo el gobierno socialista de Zapatero.

Aunque lo de “nacional” sigue estando en sus siglas actuales, su privatización en aras de la liberación del sector en España fue una farsa en diferido, al estilo del Partido Popular. Una operación fallida que diez años después es al 70% de la eléctrica italiana ENEL, cuyo principal accionista es el Estado italiano. El resto de ENDESA quedó en manos de inversores y accionistas privados.  ¿Cómo se entiende semejante operación? España la privatiza y su accionista mayoritario acaba siendo otro estado. ¿Para qué la privatizaron entonces? Fue la estrategia para cortarle las alas a una empresa que se estaba internacionalizando e iba bien. Desde la EU, Italia, Francia y Alemania sí supieron proteger sus intereses energéticos, España no y acabó entregándosela a otro estado.

ENEL pagó, hasta el 2007, unos 37.000 millones de euros por hacerse con todo el control de la principal eléctrica española. Ningun capital español vino en ayuda de Endesa y ésta renunció a su expansión internacional una vez privatizada.

Apenas cuatro años después de la compra, ENEL recuperó prácticamente toda su inversión. Obligando a la economía de nuestro país el retorno del capital invertido, bajo condiciones propias de un fondo buitre, y no de una gran empresa industrial, o de un país socio en la UE. Devolver toda la inversión a ENEL ─y por tanto al estado italiano─, en tan poco tiempo, implicó exprimir al máximo el mercado en España por vía de dividendos a los accionistas, sosteniendo altos precios al consumidor.

Endesa hoy sigue siendo la primera de las tres grandes compañías del sector eléctrico en España. Junto a Iberdrola y Naturgy, dominan en torno al 90% del mercado nacional y todas son de capital mayoritariamente extranjero. Entre las tres “hermanas” forman un oligopolio, precisamente cuando “ENDE,SA” fue privatizada so pretexto de liberalizar el mercado.

Una vez más la historia nos enseña que cuando se invoca el liberalismo y sus ultrapartidarios hablan de “liberalizar”, en realidad sucede lo contrario. Se trata de favorecer a unos pocos, que dominarán ese mercado y alzarán precios y condiciones a su gusto.

Fue un atraco a los intereses ciudadanos y del país privatizar un servicio esencial y básico, como la electricidad, para consentir un oligopolio en manos de accionistas y fondos inversores extranjeros (aunque sea de otro estado amigo). Que sea capital extranjero no es el problema, sino la tipología de quienes son los accionistas mayoritarios. En este caso, fondos que solo piensan en terminos de beneficios para sus ejecutivos y accionistas. Cosa que influirá en su compromiso de inversión en el mercado español.

Junto con las otras eléctricas se mantuvieron los precios altos, sin una verdadera competencia que pudiera reducir sus márgenes. Invertir en eléctricas españolas era y es un negocio seguro. Para mantenerlo, hacen lobby dentro y fuera, para que nada ponga en peligro el negocio. https://www.elperiodico.com/…/electrica-publica…

Entre las tres hermanas eléctricas arrojan unos beneficios  cercanos a los de la banca española en su conjunto. Crisis o no, están entre las empresas que más facturan y ganan todos los años.

Las mejoras en sostenibilidad ecológica en este sector no la pagamos, compartida, entre empresa y consumidores. Ellas no priorizan financiar sus inversiones parcial o totalmente disminuyendo los beneficios, aunque podrían hacerlo con holgura. Repercuten las reconversiones en nuestro recibos. Las eléctricas además lloran en Bruselas y reciben. Lloran en Moncloa y reciben…

Justifica la prensa económica y los analistas, al servicio de la derecha política y económica, que «las subidas en los precios son cosa del «libre mercado»».

La banca, las corporaciones, o los fondos de inversión como Blackrock, Vanguard, Capital Income Builder, etc, no creen en el libre mercado. Vista la historia del sector eléctrico en España en los últimos veinte años, se explica el expolio en nuestros recibos.

Los precios apenas bajan, aunque veamos mejoras en el mercado internacional de los combustibles fósiles. Solo oscilan algo a la baja con los buenos días de sol o viento. Sin alternativa a las “tres hermanas” del sector, estamos ante un oligopolio depredatorio  sobre una demanda cautiva. Los particulares, las empresas pequeñas y medianas, todo el que viva tras un contador eléctrico o de gas, no tiene escapatoria. Todo está bien amarrado para que los altos ejecutivos, consejeros y accionistas no pierdan nunca.

Si se aprieta a las empresas e inversionistas implicados, amenazan con desinvertir. Los capitales extranjeros agitan así el peligro de provocar una estampida general. Presionan en Bruselas, presionan ante el FMI, y ante otros aquelarres similares.

Si algún gobierno intenta regular la situación, basta con amagar que van a desinvertir. Bajarían las ratios e índices que marcan el riesgo país. En el caso de España, las agencias de rating internacionales (de las que los fondos de inversión también son dueñas) nos bajarían sus calificaciones. Si no hay capital extranjero o éste se va, nos deshinchamos como un globo.

Así se explica que las acciones en el sector eléctrico siempre den buenos dividendos (en Endesa pagó su compra en cuatro años). Eso lo pagamos todo nosotros, los ciudadanos y las empresas. Las muy grandes no. Los grandes consumidores de electricidad ─o consumidores electrointensivos─ juegan a otro nivel. También tienen contra la pared al gobierno.

¿Esta situación quién la endereza?

Como en la historia de David y Goliat  a un lado está el consumidor pequeño y al otro lado los lobbies e intereses más poderosos que un gobierno mediano, miembro de la UE. David aquí está indefenso y no tiene onda ni piedras que lanzar, como en el mito bíblico.

¿Necesitamos un Robin Hood, al Rey Arturo, o algún semidios griego de la antigüedad? Lamentablemente ninguno de ellos está disponible.

En este asunto y otros parecidos, las democracias liberales o sus mecanismos de gobernanza son papel mojado. Necesitamos una reformulación del juego porque es insostenible. Empobrece y quiebra lo social.

Estamos en manos de ese 1% de la población que posee o maneja el 82% de la riqueza total del planeta, de ellos y de sus ejecutivos mercenarios. Ese 1%, que pese a todo, quiere vivir en un mundo en paz y bonito, sin peligros. Quieren mostrarse. Quieren que se les vea, disfrutar de Berlín, Nueva York, Paris, Viena, Ámsterdam, como escenarios para su bienestar.

Pues, cada vez va a ser más difícil. Socialmente no es sostenible esa paz, si la población tiene que elegir entre calentarse en invierno o comer. ¿A dónde irán a disfrutar de lo conseguido? ¿Habrá tanta policía y ejército para vigilar muros, ventanas o puertas y que no entre la miseria?

Hay un héroe que podría romper este falso esquema de pensamiento único. El demos, que en griego es el pueblo, y kratos su gobierno. Demokratos → democracia, solo que verdadera. Pero andamos el 99% de la población demasiado asustados y debilitados.

Sin dramatizar y por mantener un nivel más propio de la comedia, mientras despiertan o no Demos y Kratos, en España nos quedan los abuelos politiqueros y sindicalistas. Esos que lucharon de verdad por la democracia y contra Franco. Gente comprometida entonces y también hoy, que vemos que se mueve por lo suyo, y por lo de sus hijos y nietos, buscando la acción en red o en conjunto.

También en el 15-M se vio que hay mucha gente así. Lo que falta es que por necesidad reaccionemos los demás, no asaltando parlamentos, si no con argumentos. Votando con cabeza y luego auditando al gobierno.

De las fuerzas políticas que gestionan nuestro país, no esperemos que cojan “el toro eléctrico por los cuernos” (el recibo de la electricidad y gas). Ni PP, ni PSOE, ni C’s o UP, ni coaliciones de todos ellos tomados de tres en tres.

Solo la presión de los consumidores, que somos mayoría, podrá con las eléctricas y atemperar a sus verdaderos dueños.

Es absurdo que se comercie con los bienes y servicios de primera necesidad hasta el extremo de que a la gente «corriente» no le llega para pagarlo. En los precios nos ahogan y en los sueldos nos engañan. Si esto sucede en todas las necesidades básicas (como ahora, que empieza a cotizar el agua en la Bolsa de Nueva York), pronto se habrá secado todo y no es una metáfora. En esto estamos todos, como ya nos enseñó la pandemia mundial.

Mientras, año tras año sale un enorme torrente de capital por vía de los beneficios para los accionistas de las eléctricas, que procede de nuestro esfuerzo. De las ocho horas o más de trabajo de cada uno.

Recibo actual y responsables

Volviendo al recibo, este tiene dos partes: potencia contratada más consumo, y “la parte fija”. El alivio en precio de estos dos últimos años vino por el cambio en el cálculo del consumo (los kilovatios). Hay un mercado mayorista donde el pool de las empresas generadoras subasta el megavatio a las distribuidoras. A menudo son los mismos. Como un perro con dos cabezas. Aun siendo muy cuestionable y oscura esta manera de calcular el precio, es una mejora. Se lo debemos a la Unión Europea, porque era de obligado cumplimiento. No es gracias a los gobiernos del PP o del PSOE. Todos tienen a sus ex-políticos muy amigos de las eléctricas.

Con todo, la parte del recibo que más ha crecido en los últimos años es justo la parte fija del recibo, que tiene escasa relacion con lo que gastamos o el precio de los combustibles.

Esa parte depende del Gobierno y su negociación con el sector. Al ser un oligopolio protegido, que quiere beneficio seguro, no cede sino que exige.

Esa parte es la suma de impuestos, tasas, costes, IVA, más una deuda histórica con las eléctricas llamado déficit tarifario. Este último concepto es la diferencia entre las tarifas que se pagan y los costes atribuíbles (directos e indirectos). Desde el 2000 hasta 2019 esa diferencia ha sido casi siempre negativa, y hoy entre deuda e intereses alcanza los 16.602 millones.

Los sucesivos gobiernos españoles no negociaron con las eléctricas y demás empresas implicadas las partidas del supuesto déficit. Tampoco subieron las tarifas al consumidor, porque ni era una medida popular, ni era explicable el 100% del déficit tarifario.  Así que chutaron la pelota hacia adelante, al futuro. Durante dos décadas. Todo bien empaquetado en el recibo, e indescifrable, sigue mordiendo nuestros bolsillos desde hace 20 años porque es una deuda que apenas baja.

Se hace necesario aclarar que las eléctricas, en su propaganda, se lavan las manos alegando que «la parte fija» son impuestos y que la culpa es del gobierno. Hay tasas e impuestos, ciertamente. Pero gran parte de esa deuda al liquidarse les vuelve también a ellas, o en forma de protección de sus inversiones, nueva diferencia tarifaria, intereses, etc. Negocio seguro.

Lo cierto es que el gobierno progresista actual no ha bajado el IVA de la energía para el consumidor. No se planteó tampoco cortar el grifo de la protección a las eléctricas, o cortar las subvenciones y protección de beneficios a grandes inversores en energias verdes especulativos.

Tampoco corrigió la situación del consumidor con ayudas o un bono social, o subiendo el mínimo vital, y aquilatando en el IRPF la desgravación a las rentas más bajas para mitigar la situación. Aquí es donde está la traición al programa electoral del Gobierno. Aunque aún tienen tiempo. Ya veremos…

Finalmente, como escenario del subidón en nuestros recibos llegó la tormenta perfecta: el año 2020. Pandemia, desplome de la economía, frio intenso, una borrasca (Filomena),el demantelamiento de la generación nuclear, el cierra de algunas centrales de carbón, los pantanos están al 40%, etc. Para colmo de males, no hay viento ni sol suficientes (o eso dicen) el último mes del año. Por tanto,  hubo que tirar de gas y otros combustibles fósiles para generar electricidad.

Pero… ¡qué mala suerte! Además el gas está caro y Argelia nos hace la pascua vendiendo nuestra cuota de gas comprometida a China y Japón. Están con ola de frío y pagan a mejor precio que nosotros.

Los barcos metaneros también prefieren navegar hacia los mercados de oriente o donde mejor cotice el flete. La flota gasista anda en reconversiones por las nuevas regulaciones internacionales y porque está envejecida. Hay menos buques disponibles. Así, ¿cómo traemos gas a precio razonable?

El gas llega menos y más caro. Mala suerte y a pagar. La «tormenta perfecta» pilla al Gobierno con el pie cambiado, pero no a las eléctricas que impasiblemente nos dan el palo en el recibo mes tras mes.

Le han sacado los colores al Gobierno por todo esto y agitando la hemeroteca de cuando estaba en la oposición y ellos eran los que se indignaban sobre anteriores subidas en el recibo eléctrico.

No era una sorpresa. Ni una mala suerte no previsible. Todos los años traen un ciclo frio y los meteorólogos ya avisaron de que cada año es más acusado o imprevisible. Para los distintos responsables en ministerios y organismos implicados, las vicisitudes del mercado de los combustibles fósiles, las dificultades de nuestros proveedores, el transporte o la realidad del país, etc, no pueden ser sorprese. No todos o absolutamente. Está en su agenda y en su radar. ¿De qué sueño fingen haber despertado? ¿Excusas? No se aceptan. Hay que ser más previsor y profesional.

Tras este repaso de estos últimos 20 años para entender el escenario y de dónde vienen los tremendos recibos que apuñalan nuestras cuentas corrientes, ¿qué hacemos?

Armémonos de valor. Lo de los abuelos sindicalistas y el 15-M no es una broma. Se llegó pacíficamente muy lejos acampando en Sol y con las marchas y utilizando las formas de resistencia y denuncia del siglo XX y XXI. Nos toca tener los datos, denunciar la trampa y explicar a las poblaciones, para protestar por todas las vías a nuestro alcance. También exigir al Gobierno que no recule de las reformas pendientes, aunque las electrointensivas y las tres hermanas se resistan. Si eres consumidor y conservador, te tocará exigir a la PP, C’s o nacionalistas conservadores que no estorben. Que no creer sus fakes y mentiras de siempre.

En cuanto al PSOE, es de todo menos social comunista. Este Gobierno se comprometió en su programa que parte de la cuota fija desaparecería (la diferencia por déficit tarifario) pasaría a ser responsabilidad de los partícipes en el mercado (las generadoras, la red que la transporta, las empresas implicadas), creando una especie de fondo al que contribuyen todas. No en vano ya vimos que sacan un chorro continuo de buenas ganancias sin apenas oscilaciones o verdadero riesgo, porque en el siglo XXI nadie vive sin energía.

Es el momento de que el gobierno cumpla su programa electoral y de que todos lo exijamos.