El asesinato de 6 guardias en un parque nacional del Congo pone de relieve la peligrosidad de defender la fauna salvaje en el continente africano

Una emboscada llevada a cabo el pasado lunes en el Parque Nacional Virunga, en la República Democrática del Congo, ha causado la muerte a 6 guardabosques y herido a otro más. Los guardias se encontraban realizando una patrulla a pie cuando fueron asaltados por sorpresa. El ataque se atribuye a las milicias locales Mai-Mai, las cuales se dedican a penetrar en el parque nacional para realizar pillajes de recursos naturales y controlar terrenos.

No se escatimarán esfuerzos para llevar ante la justicia a los autores de este despreciable nuevo ataque, respetando el estado de derecho.” declara la dirección del parque en un comunicado condenando los ataques.

Los encargados de proteger el parque son los guardias del Instituto Congoleño para la Conservación de la Naturaleza, agentes del Estado congoleño responsables de la aplicación de la ley. Aunque no tienen estatuto militar y su acción no se rige por el derecho de los conflictos armados. Actualmente el cuerpo lo componen 689 guardabosques, provenientes de pueblos cercanos que forman parte del cuerpo tras un proceso de selección. Pero los datos son alarmantes: 200 rangers han sido asesinados desde la creación del parque.

Desde Pressenza hemos contactado a través de correo electrónico con el Parque Nacional de Virunga y nos han explicado la compleja situación de seguridad que afronta el parque. Aseguran que hay más de 10 grupos armados actuando en los alrededores de Virunga. Estos grupos se componen de más de 1800 personas, pero subrayan que es difícil realizar una estimación real. “Estos grupos armados buscan el control del lucrativo tráfico de recursos naturales que abundan en Virunga, incluida la caza furtiva” aseguran.

La importancia de Virunga en la región

Virunga se creó en 1925, siendo el más antiguo en África. En 1979 la UNESCO lo declaró Patrimonio de la Humanidad, aunque durante los últimos 30 años Virunga ha sido testigo fronterizo de diversos conflictos como la Segunda Guerra del Congo. De aquel conflicto son originarios las guerrillas Mai-Mai, un término por el cual se denomina a estos grupos armados nacionalistas, bastante heterogéneos, que actuaron para frenar la invasión de Ruanda en la guerra y que aprovecharon la destrucción del conflicto para saquear y financiarse con recursos naturales. Debido a su variedad, las milicias se han aliado con diferentes frentes dependiendo de las batallas.

El parque natural se ha transformado en un santuario de los gorilas de montaña, una especie de la que se conservan alrededor de 1000 ejemplares en libertad y que en los últimos años su población ha aumentado un 30%, según datos de la organización WWF. Pero los gorilas y demás animales conviven con los combates de los hombres por el control de territorios para su explotación, ya que la República Democrática del Congo es uno de los países del mundo más ricos en materias primas. Sus suelos contienen grandes minas de oro, cobalto y coltán, el ansiado mineral que se rifan las grandes multinacionales tecnológicas.  

El COVID se suma a las amenazas del parque

Las puertas del parque natural cerraron en marzo del pasado año. El objetivo, aseguran, era proteger de inmediato a los gorilas. “Hay una amplia documentación científica que proporciona evidencias de enfermedades respiratorias que han sido transmitidas por seres humanos a los gorilas de montaña y otros grandes simios. En otros países se ha conocido la muerte de gorilas de montaña como resultado de la transmisión de enfermedades respiratorias de los seres humanos a los gorilas” comentan desde la dirección del parque.

Pero el cierre del santuario ha acarreado un varapalo económico a la población local que veía en Virunga una fuente de ingresos provenientes del turismo. También a las arcas del parque, las cuales vieron una caída del 40% de los ingresos de la noche a la mañana. Aunque la economía del parque no depende exclusivamente de los visitantes. Organismos internacionales, como la Unión Europea, ayudan al parque a través de donaciones y programas de desarrollo.

El coronavirus también ha trastocado el sistema de seguridad. Desde la dirección de Virunga aseguran que ahora hay una mayor distancia con los gorilas para proteger su salud, pero los guardabosques siempre tienen como objetivo velar por su seguridad. Incluso dando su vida.