por Carla Zambrano y Óscar Lloreda

Luego de su experiencia como veedor internacional en las elecciones parlamentarias del 6D en Venezuela, Ricardo Patiño destaca la participación de organizaciones políticas de oposición que se desmarcaron de la estrategia de sanciones, bloqueo y violencia contra el país

El domingo seis de diciembre (6D) Venezuela se convirtió una vez más en el epicentro noticioso del mundo con la celebración de elecciones para la Asamblea Nacional luego de un lustro de conflicto institucional entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo. El más reciente y grave capítulo de esta diatriba incluye la auto-proclamación del diputado Juan Guaidó como “presidente interino” en 2019 con el apoyo de Estados Unidos, la Unión Europea y un grupo de países aliados, quienes llegaron a amenazar con tener “todas las opciones sobre la mesa” para lograr el denominado “cambio de régimen” en la nación suramericana.

Dando cumplimiento al mandato constitucional y contrariando la injerencista exigencia de postergación de elecciones por parte de algunos países, la institucionalidad venezolana convocó al evento electoral e invitó más de 200 observadores y organizaciones nacionales e internacionales para dar acompañamiento al proceso. Entre ellos destaca el ex canciller ecuatoriano Ricardo Patiño, refugiado hoy en México tras la persecución política desatada por el gobierno de Lenin Moreno contra los dirigentes políticos del proyecto de la Revolución Ciudadana, liderado por Rafael Correa.

Patiño, en cordial entrevista junto al equipo de ALBA TV y el Foro de Comunicación para la integración de NuestrAmérica (FCINA), compartió su favorable impresión sobre el proceso electoral venezolano, destacando la automatización del proceso, su transparencia y la participación de particos políticos opositores, como una buena señal para el futuro político del país.

El ex canciller mostró preocupación, aunque no sorpresa, por la decisión de un grupo de partidos y dirigentes políticos que decidieron no participar del evento electoral, desconocer sus resultados e invitar a sus aliados internacionales a hacer lo propio, en un intento de deslegitimación de la jornada del 6D y del nuevo Parlamento electo. Sobre ellos advierte que en muchos casos, debido a su mala actuación política, “no quieren ser medidos” electoralmente.

“Es importante aclarar a la comunidad internacional que no es cierto que aquí no hay alternativas, que no hay posibilidad de participar. Se les llamó insistentemente, hay algunos que simplemente no quieren participar democráticamente y lo que pretenden es que Estados Unidos invada este país, pretenden golpear económicamente a la población para que reaccione contra el gobierno”, afirmó Patiño.

En ese sentido, resaltó que “hay partidos tradicionales, como Acción Democrática, Copei, el Partido Comunista, así como otros partidos políticos no identificados con la Revolución Bolivariana, que participaron y obtuvieron el 25% de los votos”.  Reconoce que sería deseable un mayor nivel de participación (ubicado en 31% del padrón electoral), pero ello “no deslegitima el proceso”. Recordó, por ejemplo, que en Colombia el promedio de participación gira en torno al 40%, algo similar a lo que ocurre en la Unión Europea para elegir su Parlamento y en países como Suiza.

Patiño destaca que no se pueda analizar a Venezuela sin mencionar que “lo más grave es que este es un país que está agredido, sancionado, bloqueado, ilegalmente por Estados Unidos y muchos otros países. No es una situación normal, Venezuela vive una economía de guerra, injustamente instaurada. Todo hay que hacerlo a través de vías especiales. No hay país que pueda sobrevivir a una situación de esta naturaleza. Y después que le hacen todo esto, entonces dicen: oye, mira qué poca gente está participando en las elecciones. ¡Pero si le están destruyendo la tranquilidad y afectando económicamente su vida! ¿Qué esperan?”.

Más allá de la agresión que afecta directamente la participación, Patiño rescata el proceso electoral del 6D como un “proceso normal, de paz, típico de los que se dan en nuestra región”, donde se garantiza “la participación y la transparencia”.  Resalta, entre otras cosas, el uso del sistema de identificación biométrico: “Me asombra cuando veo que aquí es simplemente imposible que una persona participe si no pone su huella dactilar, sino la máquina no se activa para votar”; así como la gran cantidad de auditorías, “dieciséis en total, que la hacen los partidos”.

El viejo cuento de la dictadura

El ex canciller Patiño describe como una vieja estrategia política y mediática el uso del mote de “dictadura”. “Es lo mismo que hacían con Ecuador, lo que hacían con Rafael Correa. Hubo catorce procesos electorales en diez años, y las cadenas internacionales siempre decían que Correa era un dictador. A Evo le decían que era un dictador. A Nestor Kirchner, a Cristina y a Lula les llamaban dictador. A todos los que no se alinean al pensamiento que intenta ser unipolar les llaman dictador”.

En su opinión, Venezuela ha demostrado que “hay democracia, que hay elecciones y que este país está agredido y que no merece seguir siendo agredido”, razón por la cual cifra sus esperanzas en la presión que ciertos gobiernos latinoamericanos puedan ejercer para cambiar la situación: “Ojalá la recuperación de Nuestra América Latina vaya logrando presionar a los Estados Unidos, a algunos países europeos, para que ya no sigan atacando a nuestros países, no sigan violando las leyes internacionales, no sigan irrespetando a nuestros pueblos”.

Con respecto a las posibilidades que hipotéticamente se abren con el cambio de gobierno en Estados Unidos, Patiño señala que  sus  “esperanzas no son muy grandes, pero yo espero, que el triunfo de Biden, que sabemos que no significa un cambio total en la política exterior de Estados Unidos, ofrezca un poquito más de democracia y respeto y que, ojalá, cese el bloqueo, aunque creo que eso es algo imposible, pero creo que al menos puede cesar la agresión”.

Si bien considera que el cese de las medidas unilaterales contra Venezuela no depende exclusivamente de las acciones locales, Patiño sugiere que, además de la presión de los gobiernos independientes de la región, la recientemente electa Asamblea Nacional tiene una tarea importante para hacer gestiones que visibilicen y disminuyan el daño provocado por el bloqueo: “Ojalá también el nuevo Parlamento venezolano haga gestiones para que se respete el país. No es justo que se siga agrediendo, y que después de la agresión se diga: ¡uy, pero qué mal les está yendo!,  es que les estamos tirando una bomba atómica y después dicen ¡ay qué pena se murieron!”.

En ese sentido, convoca a la comunidad internacional a ejecutar acciones “mucho más fuertes”, similares a las tomadas en el caso de Cuba, para “exigir” el cese de la agresión: “A quienes debe sancionarse es a los gobiernos que agreden, como Estados Unidos”, concluye.

Recuperar la integración regional

Tras ser golpeada por los gobiernos de derecha de la región, las fuerzas progresistas están nuevamente en condiciones de recuperar la integración y la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), señaló el ex canciller.

Para Patiño el hecho de que seis países se retiraran al unísono de la Unasur deja al descubierto una “visión miope” de la derecha regional y hasta “vergonzosa, ridícula, absurda y antihistórica”, sobre todo si consideramos las circunstancias del mundo actual. “Negociamos, discutimos y nos complementamos a nivel internacional en bloques, razón por la cual existen uniones de naciones y Estados en todos los continentes del planeta”, destacó el ex canciller ecuatoriano.

Patiño recordó que “Unasur funcionó y muy bien desde su creación”, razón por la cual encuentra “vergonzosa” la declaración de Lenin Moreno cuando dijo que no funcionó y pidió de regreso el edificio que le servía de sede en Quito. “¿En qué mundo estoy para que la gente pueda dar argumentos de esa naturaleza?”, se cuestionó.

Con el trabajo conjunto de Argentina, Bolivia, Venezuela, Surinam y Guyana, “Unasur resurgirá”, dijo Patiño al resaltar que de ganar Andrés Arauz, candidato de la Esperanza para las elecciones de Ecuador en febrero próximo, se sumará un nuevo integrante a este proceso de renacimiento, pues se trata de una persona “esencialmente integracionista”.

En ese sentido, no reparó en apuntar el papel activo de Arauz en pro de la integración regional, posición que ha dejado plasmada en importantes discursos y escritos a lo largo de su trayectoria profesional, académica y política. Recalcó que Arauz fue el representante de Ecuador ante el Banco del Sur que iba a abrir sus puertas cuando Mauricio Macri ganó las elecciones en Argentina y boicoteó la apertura de dicha institución.

Patiño subrayó que se trata de “un grupo importante de países que estaríamos impulsando la reactivación de Unasur y con ello daríamos fuerza desde el Sur a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac)” cuya presidencia pro témpore está a cargo de México.

Blindaje de la Unasur

Aún cuándo la recuperación de Unasur es un hecho que va tomando fuerza, Patiño enfatizó la importancia del blindaje de la integración ante errores que no deben volver a cometerse.

“Necesitamos entender que se pueden impulsar políticas públicas desde la institucionalidad, desde el gobierno, el Estado, desde los municipios, desde el Congreso, eso está bien y es importante, con la legitimidad del voto es mucho lo que se puede hacer, pero es insuficiente esa acción que se hace desde el Estado si no tiene un correlato en la sociedad, si no tiene apoyo organizado desde la sociedad”, acotó.

Tomando en consideración este aspecto, resaltó que es fundamental en los tiempos transformadores de hoy trabajar CON la gente, no solo POR y PARA, “porque si no lo haces CON la gente, si la gente no se siente comprometida con el proyecto, si no participa, incluso en el diseño del proyecto, no lo va a hacer suyo. Si se hace CON la gente ella lo va a defender y se va a sentir no solo beneficiaria de los planes, sino constructora de los planes, protagonista de los planes y eso hace la gran diferencia”.

Patiño consideró esencial la construcción de un sujeto histórico en este sentido, para lo cual se debe definir una estrategia clara de trabajo con los cuadros políticos y la militancia. Esto, a su juicio, es lo que faltó lograr en el Ecuador, a diferencia de otros países donde se trabajó más este aspecto.

La “construcción de un doble poder transformador”, concepto que ha venido trabajando con otros autores, es clave tanto en la institucionalidad como en la base social para blindar los procesos de cambios en pro del bienestar de los pueblos.

 

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