Por Daniel Zimmermann

Quiero compartir estas notas en torno a la pandemia, más precisamente, las ocurrencias e interrogantes que surgieron, con el ánimo de encuadrar distintos aspectos, profundos y superficiales, que va afectando el COVID. De manera que estas notas carecen de otro propósito.

Recursos

La Pandemia va poniendo en evidencia recursos y carencias que no estaban en uso o poco utilizados. También creencias, tanto personales como sociales. Al hacer un balance me sorprendió, en mi revisión, considerar como las categorías tiempo-espacio, se han relativizado por el mayor uso de recursos tecnológicos. Hoy lo presencial es sustituible y a veces preferible, como ser el encuentro colectivo como posibilita el programa Zoom.

También sucede con el tiempo, si bien hace rato que es reversible a través de recursos que capturan su fluir como lo hace un video, hoy se suma el estar simultáneamente en distintos lugares en el mismo momento.                                    Sin estos recursos, la reclusión obligada de la Pandemia ¿cómo sería?                                                                                        El caso es que esta situación inédita de alcance universal, distinta de otras pandemias, toca todos con mayor o menor intensidad y nos da oportunidad de distinguir necesidades de deseos.

Algunas áreas

La reclusión domiciliaria, puso en evidencia la no necesidad de lo presencial para diversas actividades. Afectó distintas áreas donde se destaca lo laboral (tele trabajo) con consecuencias difíciles de precisar.                                        También en las actividades forzó a recurrir a capacidades no explotadas, por ejemplo: creatividad.                                    En el área de Salud, la Pandemia nos reveló: no hay lugar seguro. Con la paradoja de que hay lugares con mejores recursos, pero se tornan insuficientes o indefensos ante este inaprensible atacante.                                                                En la Educación el COVID-19 evidenció la brecha digital, en cuanto acceso tecnológico, asunto que tiene consecuencias nocivas de largo alcance y no resuelta. La modalidad a distancia se impone para quedarse y trae no solo otro modo de aprendizaje sino también de lógica y roles. La Educación se torna más auto gestionada en la búsqueda y análisis de información. También preguntas y reflexiones que desbordan las currículas escolares.                Otro aspecto nuclear de la formación es sin duda el contacto directo con pares y este desafío de cómo incorporar lo presencial no parece resuelto.

Otro tema de suma importancia, pero nuevo, que evidencia la pandemia es la violencia  doméstica  de género que reclama justicia, ya no solo desde la  larga denuncia y militancia feminista a la que se van sumando voces.

Global

Cuando los problemas se hacen globales demandan respuestas globales. La mundialización es un hecho y nadie puede evadirse, lo que era remoto se torna cercano. Todo lo que fue deberá ser repensado a futuro y ver lo que viene desde una base nueva de organización social y económica, como podría ser  un cooperativismo como sistema, para evitar la profundización de un modelo asesino.

Con porcentajes a la vista del reparto de la riqueza, no me parece exagerar ya que evidencia un desequilibrio mortal y escandaloso. Es que el 1% es dueño de 80% de la riqueza mundial y deja más del 50% sin nada, mientras el otro 49% se reparte el 20% de la riqueza y defiende la injusticia asesina del 1%.

Futuribles

Un buen futurible, en profundidad, es que se va poniendo en evidencia el sin-sentido y fragilidad del Sistema en que estamos inmersos. Ya no se cree en su fortaleza.

La dificultad de proyectar a futuro, se ha evidenciado y la secuela que dejara el COVID es cada vez más incierta.          Ciertos lugares emblemáticos, para marcar tendencias, como puede ser Nueva York, nos muestran: ¿Ciudad con más muertos por habitante? ¿flagelo del racismo? ¿Saqueos y violencia tras protestas sociales? … Todo parece concordar con la frase de un urbanista reconocido: “Nueva York está construida sobre la base de desastres.” que deja entrever su fortaleza y que se levantará. Pero el caso es que su crisis podría acelerar la desigualdad económica y limitar las oportunidades de progreso que marcaron su identidad. Buena parte de la ciudad está tapiada, con negocios vacíos, gente sin techo y bolsas de basura sin recoger.

Significativo me resultó saber que sucede en otro campo sintomático como lo es la moda hoy, que en el prét-á-porter de firmas de lujo, se preguntan si habrá gente que vaya a comprar ropa que no sean joggins, mientras las semanas de la moda y las colecciones están desapareciendo, otro sector más modesto se destaca en el dominio de la ropa usada y reciclada.

Culto del miedo

Vivir en una atmosfera paranoide es otro regalo de la Pandemia. Este culto al miedo, es histórico, no es nuevo, pero el COVID instaló el temor a equivocarse a exponerse. Así, en mínimos gestos y diálogos de lo cotidiano se advierte la sombra del temor al otro, al semejante. La paranoia es contagiosa, nace en el individuo, pero se convierte en fenómeno de masas cuando se manipula por el discurso político y mediático. Me pregunto cuanto nos costara librarnos del miedo, de no convivir con él y sus secuelas de pérdida de solidaridad, la sospecha hacia todo lo desconocido, el encapsulamiento en pequeños grupos. Creo que sin comprensión de a que minoría beneficia infundir miedo y represión no será posible el cambio.

Lo que se me hace evidente es como va actuando, esta situación mundial, como agente amplificador que desenmascara situaciones que están naturalizadas y hoy cuestionadas, abriendo otro futuro posible donde la vida del ser humano sea el valor central.