El Tratado de Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN) ilegaliza el uso de armas nucleares. Sin embargo, eso no es lo que hace que este tratado sea tan importante. Efectivamente, muchos argumentan que cualquier uso concebible del armamento nuclear inevitablemente violaría los principios fundamentales de las leyes humanitarias internacionales y, en consecuencia, su uso ya era ilegal mucho antes de la llegada del TPAN. Sin embargo, lo que ahora es ilegal no es solo el uso de este tipo de armas, sino de todo lo relacionado con ellas.

El TPAN prohíbe todo lo relacionado con las armas nucleares, y por tanto tiene el potencial de afectar seriamente a las compañías que las producen y, a través de ellas, a los políticos cuyas campañas financian.

El TPAN prohíbe el desarrollo, las pruebas, la producción, la fabricación, la posesión, el almacenamiento, la transferencia, la instalación y el despliegue de armas nucleares. Además, establece la ilegalidad de que toda persona ayude, fomente o induzca a participar en tales actividades. ¿Por qué es tan importante esto?

Si bien las prohibiciones del tratado son legalmente vinculantes solamente en los países que pasan a ser «Estados Signatarios» (50 hasta ahora), no se aplican solo a las actividades de los gobiernos. El Artículo 1(e) del tratado prohíbe a los Estados Signatarios ayudar a «cualquiera» que participe en algunas de las actividades prohibidas, en una clara referencia a las compañías y personas privadas que puedan estar involucradas en el negocio de las armas nucleares.

Don’t Bank on the Bomb identifica 26 empresas privadas que hoy participan en ete negocio a nivel global, entre ellas 15 compañías con sede en los Estados Unidos, así como otras localizadas en India, China y Europa. Hay oficinas de al menos una de estas compañías em dos decenas de países que están considerando convertirse en Estados Signatarios. Por ejemplo, Honeywell posee oficinas en 13 de estos países y muchas más compañías identificadas tienen proyectos en ellos, incluidos contratos con el gobierno.

Cada vez más países firmarán el TPAN en los próximos meses y años, con lo que seguirá creciendo la presión sobre las empresas privadas que forman parte del negocio de las armas nucleares. Ya enfrentan presiones públicas y privadas no solo en los próximos Estados Signatarios, sino también en sus propios países. Dos de los mayores fondos de pensiones del mundo han desinvertido del ámbito de las armas nucleares, y otras instituciones financieras seguirán su ejemplo.

Las armas nucleares siguen existiendo principalmente porque las compañías que forman parte de este negocio tienen un enorme poder sobre las políticas y toma de decisiones de los gobiernos, especialmente en los Estados Unidos. Entre ellas se encuentran los mayores donantes a las campañas a reeleción en el congreso. Gastan millones de dólares en grupos de presión (o «lobbyists») en Washington y ofrecen una «puerta giratoria» para ex políticos en busca de un lucrativo contrato de asesoría o una posición en alguna Junta de Directores empresarial.

Es improbable que presenciemos cambios significativos en la política estadounidense de armas nucleares hasta que estas compañías comiencen a sentir una presión real producto de este tratado. Hasta que se den cuenta de que su futuro depende de la diversificación de sus actividades, alejándose de las armas nucleares, continuarán siendo la fuerza impulsora de este tipo de armas.

La presión pública sobre las empresas de armamento nuclear en la década de 1980 logró que varias de ellas se alejaran de este ámbito. Los políticos las imitaron rápidamente, y el planeta tuvo las primeras reducciones de importancia de los arsenales nucleares desde el principio de la Guerra Fría.

Esta vez tenemos una necesidad todavía más acuciante. Necesitamos que el dinero y las capacidades intelectuales que se dedican a la «modernización» de las armas nucleares pasen a hacerlo en proyectos de creación de tecnologías para el logro de un futuro verde y sostenible. Hoy enfrentamos no una, sino dos, amenazas existenciales a nuestro planeta. Si usamos el TPAN para presionar a las compañías de armas nucleares, al menos tendremos la posibilidad de luchar por sobrevivir a ambas.

 

Traducido del inglés por David Meléndez Tormen