El pasado martes 15 de septiembre, al terminar la tarde, ocho ex comandantes de la guerrilla de las FARC admitieron el delito del secuestro como parte de su actuación en el conflicto armado y pidieron perdón público al país a través de una carta.  En horas de la mañana, Ingrid Betancourt, víctima de secuestro por parte de las FARC-EP durante seis años y medio, había entregado el testimonio de su secuestro ante la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad.

Ayer en la mañana, la Comisión de la Verdad en Colombia recibió el testimonio de la ex candidata presidencial Ingrid Bentancourt, sobre su secuestro y las consecuencias de ese fenómeno, que se hizo tristemente célebre durante el conflicto armado en Colombia. Seis años y medio estuvo secuestrada Betancourt por las FARC, entre los años 2002 y 2006, hasta su liberación junto a otro grupo de secuestrados, en un operativo al que le denominaron Operación Jaque, de la cual se cumplieron 12 años el pasado mes de julio.

Ver: Se cumplen 12 años de la Operación Jaque

En su relato, conducido por el padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad, Bentancourt, hoy residente en Francia, más que relatar detalles del cautverio del que fue víctima en las selvas del sur de Colombia, desarrolló una profunda reflexión sobre lo que este fenómeno significa para quién lo sufre y para sus captores, logrando llevar la situación al ámbito de lo que significa un proceso de reconciliación. Lo primero que resaltó es que el secuestro es el más abominable de los crímenes, porque los contiene a todos, es un asesinato lento, que se va llevando consigo la identidad y la humanidad; es un crimen que no tiene fecha de vencimiento porque el secuestro no termina con la liberación, continúa aún después e imposibilita para relacionarse con el mundo.

Ver: Secuestro no tiene fecha de vencimiento

Cada persona debe hacer su propio recorrido. Ahora les toca a los ex comandantes de las FARC hacer su propio camino y elegir quiénes quieren ser en este nuevo espacio de país que se ha creado para la paz; ellos tienen que definir si quieren seguir mintiendo o quieren reconocer lo que sucedió, eso hace parte de caminar hacia la paz. 

Así mismo, expresó que lo primero que se necesita para que exista paz es institucionalidad y que cada colombiano sienta que puede gozar de sus derechos en el lugar donde esté, porque de lo contrario, está a merced de quien quiera tomar el control por fuera de la legalidad y eso es lo que ha faltado en Colombia, acceso a la legalidad, al Estado. Advirtió que cada persona debe hacer su propio recorrido, porque tenemos la capacidad de escoger, así que ahora les toca a los ex comandantes de las FARC hacer su propio camino y elegir quiénes quieren ser en este nuevo espacio de país que se ha creado para la paz; ellos tienen que definir si quieren seguir mintiendo o quieren reconocer lo que sucedió, eso hace parte de caminar hacia la paz. 

Hacia el final de la tarde del mismo martes 15 de septiembre, a través de un comunicado de ocho ex comandantes de las FARC, expresaron perdón público a las víctimas de secuestro y sus familias, y se refirieron al crimen como “un gravísimo error del que no podemos sino arrepentirnos”, pues como lo afirman en párrafos siguientes: “les arrebatamos lo más preciado: su libertad y su dignidad”.

Ver: A propósito de la carta pública de las FARC 

Al final del comunicado, los ex comandantes reiteran su compromiso con la paz y, así mismo, su “voluntad en rendir cuentas ante la justicia; dar las explicaciones de los por qué y los cómos y comprometernos ante la sociedad colombiana, que hoy más que nunca reclama justicia y verdad por tanta violencia, invertir cada día del resto de nuestras vidas a recomponer el mapa de los desaparecidos y a buscar sus restos para entregarlos a sus seres queridos, a luchar por la paz, a contribuir a desmontar todas las violencias, incluyendo la estatal, que aún subsisten y por un futuro en el que nadie, nunca más, sea secuestrado. Porque ya sabemos que no hay razón, ni justificación para arrebatarle la libertad a ninguna persona”.