¡Es posible cambiar Chile! Si somos más, llegaremos más allá  Para asegurar un triunfo, la fuerza de la movilización social necesita expresarse con claridad y masividad en esta votación. Solo un gran resultado electoral permitirá convertir el momento del estallido social en un proceso permanente de transformación de las instituciones de este país. Un adversario a derrotar es la abstención.

La historia en nuestras manos. El 25 de octubre de 2020 se realizará una de las  votaciones más importantes de nuestra historia. Por primera vez las y los chilenos podremos escribir una nueva Constitución a través de una Convención Constitucional que defina el Chile que queremos.

Chile  despertó. El plebiscito es el resultado de la movilización del pueblo de Chile que se volcó a las calles para reclamar contra los abusos del sistema neoliberal que durante décadas ha privatizado los derechos y anhelos de amplios sectores de la ciudadanía, condenándonos al endeudamiento, a la precariedad o a la marginalidad y profundizando las desigualdades en el país. Nos rebelamos para recuperar la soberanía sobre nuestras vidas y el derecho a vivir con dignidad.

La hora del Pueblo. La rebelión de octubre fue una rebelión del pueblo en contra de las élites, sus abusos, sus privilegios y su desconexión con los problemas que enfrentamos las grandes mayorías. La disputa actual no es la misma del “Si” y el “No”, sino la de un pueblo que ha surgido tras más de cuatro décadas de neoliberalismo rapaz y que hoy irrumpe abriendo caminos, corriendo los horizontes de futuro y construyendo al andar sus formas de organización y expresión política.

Hasta que valga la pena vivir. La palabra Dignidad se escribió en los muros de todo Chile a pesar de las violaciones a los DDHH, de las más de 400 personas que sufrieron traumas oculares, de las torturas, los abusos y la prisión en contra de miles de manifestantes. La dignidad se organizó en movilización, cabildos, asambleas territoriales, y luego en ollas comunes y redes sociales, retomando la voluntad popular.

¿No nos vieron venir?. Este momento constituyente también se debe a las movilizaciones de los movimientos secundario del 2006 y universitario del 2011; a las huelgas del gas en Magallanes el 2011, a las protestas en Freirina y Aysén el 2012; a la rebelión chilota del 2016, a las masivas movilizaciones contras las AFP, a las luchas de las y los trabajadores subcontratistas y a honorarios, a NiUnaMenos  y al mayo feminista del 2018, a las luchas por la vivienda y el derecho a la ciudad, a la lucha por el agua y nuestros recursos naturales, a las  luchas de comunidades contra el extractivismo y la contaminación de sus territorios, a las reivindicaciones de las disidencias sexuales, a los movimientos indígenas y en especial a las justas exigencias del pueblo mapuche que han sido respondidas con militarización y violencia por parte del Estado de Chile. Todas estas luchas de quienes por décadas hemos trabajado incansablemente por transformar el orden que instauró la dictadura civil y militar de Pinochet, confluyen hoy en una gran demanda por democracia y dignidad.

 ¡Es posible cambiar Chile! Si somos más, llegaremos más allá  Para asegurar un triunfo, la fuerza de la movilización social necesita expresarse con claridad y masividad en esta votación. Solo un gran resultado electoral permitirá convertir el momento del estallido social en un proceso permanente de transformación de las instituciones de este país. Un adversario a derrotar es la abstención. Es el remezón ciudadano lo que cristalizará los sueños de cambio que se han expresado por pensiones dignas, salud y educación pública, de calidad y no sexista, derechos humanos garantizados para todos, todas y todes, un nuevo orden social basado en la dignidad, el respeto, la justicia y la solidaridad, con un nuevo modelo de desarrollo justo e inclusivo para fundar un Estado de dignidad.

Nos movilizamos en las calles y en las urnas. ¡Emancipemos el voto! Tan importante como lograr que el APRUEBO y la CONVENCIÓN CONSTITUCIONAL ganen con un alto porcentaje, es lograr que la participación total lo sea. Debemos derrotar la abstención. Solo así las transformaciones que anhelamos tendrán fuerza, legitimidad y alteraremos los estrechos márgenes de la política que se han reproducido elección tras elección. Si somos más, podremos recuperar la política y  ampliarla democráticamente. Sólo esta combinación nos asegura que haya paridad, diversidad multicultural y que quienes redacten la constitución,  alteren el status quo.

El Pueblo a la Constituyente. El plebiscito y el proceso constituyente todavía están abiertos. Cuán democrático, participativo y transformador sea dependerá, por sobre todas las cosas, de que la ciudadanía que quiere cambios participe activamente de él. El acuerdo inicial no incluía paridad de género. Ese fue un triunfo del movimiento feminista que presionó para lograr el hito histórico de una constituyente paritaria. Ahora es necesario lograr cupos reservados para los pueblos originarios, potenciar y asegurar la participación  de independientes, y garantizar que las demandas de estos sectores y los acuerdos de cabildos y asambleas territoriales sean parte del debate del órgano constituyente. Sólo la movilización y presión popular permitirá instalar estas condiciones pese a las burocracias y poderes fácticos que se resisten al cambio.

Nos cuidamos y participamos. Debemos exigir al gobierno que tome todas las medidas necesarias para facilitar una alta participación ciudadana, intergeneracional y sin segregaciones. Asegurando las condiciones óptimas para votar con tranquilidad y seguridad.  Así como trabajar por constituir redes de  cuidado -solidarias y colaborativas- en barrios, familias y organizaciones para que todas, todos y todes puedan ir a votar.

¡Aprobar es dignidad, cada voto cuenta! Lograr transformaciones profundas y duraderas nunca ha sido fácil. El 18 de octubre de 2019 un pueblo hastiado abrió el camino para transitar del abuso a la dignidad. Este 25 de octubre tenemos una oportunidad histórica para reafirmar y hacer realidad nuestros sueños de cambio. Convocamos a todas las fuerzas que quieren construir el Chile que viene.

¡APROBAR ES DIGNIDAD!

POR UNA CONVENCIÓN CONSTITUCIONAL PARA CONSTRUIR UN NUEVO CHILE

Todas, todos, todes este 25 de octubre Votamos Dignidad

Firmantes:

Julio Pinto, Premio Nacional de Historia 2016

Gloria Maira, Feminista

Carlos Ruiz Encina, presidente Fundación NODO XXI

Doris González, vocera Movimiento UKAMAU

Carmen Hertz, diputada Partido Comunista

Faride Zerán, Premio Nacional de Periodismo 2007

Gabriel Boric, diputado Convergencia Social

Manuel Antonio Garretón, Premio Nacional de Ciencias Sociales 2007

Tomás Hirsch, Diputado Acción Humanista

Camila Rojas, Diputada Partido Comunes

Gonzalo Durán, alcalde de Independencia

Camila Miranda Medina, Directora Fundación NODO XXI

Jaime Bassa, profesor de Derecho Constitucional, U. de Valparaíso.

Alondra Arellano Hernández, presidenta electa Convergencia Social

Jorge Arrate, candidato presidencial del Juntos Podemos y sectores socialistas 2009, afiliado a Plataforma Socialista

Rodrigo Mundaca, vocero Modatima, Premio Internacional de DDHH Nuremberg 2019

Ernesto Águila, académico, Plataforma Socialista

Juan Ignacio Latorre, Senador Revolución Democrática

Boris Cofré. Director Fundación Feman

Lorena Fries, Coordinadora Movimiento UNIR

Rodrigo Perez Figueroa, Ex presidente del Instituto Nacional 2019

Fanny Pollarolo, Instituto Igualdad

Gabriel de la Fuente, ex Ministro de Estado

Luis Mesina, vocero coordinadora de trabajadores No+AFP

Maya Fernández, diputada Partido Socialista

Fernando Atria, académico. Presidente Fuerza Común

Pamela Henríquez Marín, Presidenta Confederación de Sindicatos Bancarios y Afines de Chile

Emilia Schneider, ex presidenta FECh

Fernando Pairican, Académico y director Colección pensamiento mapuche Pehuén Editores.

Verónica Valdivia, Historiadora

Sergio Trabucco, Cineasta

Valentina Saavedra, integrante de Red de mujeres por la ciudad. Partido Comunes

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