Bastó con que Piñera en cadena nacional comenzara con la primera frase de su cuenta pública anual al país… «Quiero comenzar esta Cuenta Pública compartiendo con todos ustedes un afectuoso y solidario abrazo. Hemos vivido tiempos de adversidad y esta noche quiero agradecer públicamente a todos los chilenos y chilenas por el coraje y resiliencia que han demostrado en estos tiempos difíciles»… para que los barrios y las ciudades se encendieran con el golpeteo de las cacerolas, tan característico ya de las protestas sociales chilenas.

La baja aprobación del Presidente, su intención de reforzar el gobierno con un cambio de gabinete reciente que incluye a sectores duros de la derecha más tradicional, la pésima gestión de la pandemia de COVID-19, la creciente precariedad económica, la cesantía, la brecha social aún mayor que aquella previa al coronavirus y todos los problemas sociales acumulados, hacen estallar la protesta desde las ventanas, con cacerolas que expresan el reclamo popular.

No ha terminado de hablar y el repiqueteo continua. La sintonía entre la gente, pese al distanciamiento, es sobrecogedora. Las redes sociales dan cuenta de cada edificio, calle, pasaje desde donde se sostiene la protesta. Los pocos autos que circulan, la apoyan con sus bocinas. ¡Es Chile que se levanta!