Por Jorge Pompei

Para la mirada humanista la vida humana es el máximo valor y la salud es su atributo más importante.

Esto significa que en lo personal y social toda acción que tienda a conservar y mejorar las condiciones de salud serán de la mayor importancia.

Definimos la salud como un estado y un proceso. Como estado es un equilibrio dinámico en lo biológico, psicológico, social, ambiental y espiritual. Y como proceso es la mejora progresiva de las respuestas que se dan para mantener el equilibrio en esas diferentes dimensiones.

Lo que define entonces a la salud, es la capacidad de la estructura psicofísica para evitar situaciones de desequilibrio o de volver a un equilibrio dinámico cada vez que éste se pierde. Es justamente el fortalecimiento de esta capacidad la que hace posible que la salud pueda mantenerse y desarrollarse.

Un organismo sano se mantendrá en situación de equilibrio y en caso de perderlo no lo hará de manera significativa, retornando velozmente a una situación de equilibrio sin dejar secuelas de los eventos traumáticos.

Desde el punto de vista de la salud podemos reconocer tres situaciones diferentes. La primera es el de plena salud, la segundo es la de riesgo de enfermar o morir y la tercera de enfermedad.

También podemos reconocer distintos factores que condicionan el estado de salud en diferentes áreas.

En lo biológico una alimentación equilibrada, hidratación con agua segura, respiración de aire limpio y fresco, descanso suficiente y actividad física que mantenga el cuerpo distendido y tónico.

En lo psicológico y social, una actitud que lleve a superar las situaciones que generan sufrimiento, y predisponga a una relación abierta, solidaria y de buen trato con la comunidad y con uno mismo.

En lo espiritual, una orientación que lleve a vislumbrar un sentido profundo en la vida, para lo cual será importante destinar un espacio para la reflexión y el encuentro profundo con uno mismo.

En lo ambiental, un hábitat cuidado que contemple tanto condiciones adecuadas para la vivienda, como para el medio ambiente en general.

Por otro lado sucede que, aún no presentando signos de enfermedad, las personas están expuestas a situaciones que predisponen al accidente y a la enfermedad. Son los denominados factores de riesgo, que se relacionan con el medio ambiente, con el medio social y con el estilo de vida.

En lo que hace al estado del medio ambiente hoy asistimos a un proceso de creciente degradación producto del maltrato ambiental y la ausencia de políticas que pongan límite a la acción inescrupulosa de industrias que contaminan el agua, el aire y los suelos. Otro tanto sucede con la deforestación, la contaminación de ríos y mares, la sobreexplotación de los recursos naturales, el calentamiento global, la permanente producción de nuevas sustancias químicas, que se vuelcan al mercado sin evaluación del impacto y demás daños al ambiente que constituyen importantes factores de riesgo para la salud y la vida en el planeta.

En lo que hace al medio social es notable el crecimiento de la violencia, derivada de la desigualdad en el acceso a los derechos básicos, la discriminación y la falta de libertad.

Así, sociedades cada vez más urbanizadas y ricas exhiben condiciones de vida humanamente inaceptables para los grandes conjuntos, caracterizadas por la falta de calidad alimentaria, el hacinamiento, la falta de servicios básicos, el analfabetismo y la inseguridad.

Simultáneamente, la cultura del individualismo y la competencia por la posesión material y el poder llevan a considerar a los demás como competidores o enemigos, intoxicando las relaciones sociales.

En relación al estilo de vida, la cultura se halla fuertemente influenciada por una publicidad que promueve el consumo para la malnutrición y el sedentarismo. Peralta el valor del individualismo a cualquier precio, lo que dificulta el trabajo colaborativo y favorece una mirada utilitaria y cosificante de los demás, que se ven sólo como instrumentos de las propias aspiraciones.

Todo esto coloca a las personas en una situación que lleva al aislamiento y ensimismamiento y con ello predispone a la depresión y el sufrimiento mental.

Finalmente, si las condiciones de vida no mejoran, encontramos los distintos desequilibrios manifestados como enfermedades infecto contagiosas, crónico degenerativas, mentales o del comportamiento y los accidentes.

Ahora bien, nuestro enfoque no parte de la enfermedad sino de la salud, prioriza las conductas y acciones que mantienen y desarrollan la salud y trabaja para disminuir los factores de riesgo, entendiendo que promover la salud y prevenir la enfermedad es más valioso que tratar la enfermedad o lamentar la muerte.

En toda circunstancia de la vida, la salud, los riesgos y las enfermedad se hallaran simultáneamente presentes en diferente proporción, siendo la intención, aun en el tratamiento de la enfermedad, el fortalecer el caudal de salud existente.

En cuanto al abordaje de la enfermedad las diferentes culturas a lo largo de la historia han desarrollado distintas estrategias de atención, muchas de las cuales han llegado hasta nuestros días.

En la actualidad existe una estrategia de atención que se desarrolló en Europa en la edad moderna y se extendió posteriormente a todo el mundo, que se conoce como medicina científica.

Esta ha demostrado un gran poder terapéutico sobre todo en aquellas enfermedades agudas y en los accidentes con la utilización creciente de recursos tecnológicos.

No ha sucedido lo mismo con los padecimientos crónicos que, si bien son tratados, no llegan a alcanzar la curación, haciendo que cada vez, más personas requieren tratamientos en general farmacológicos de por vida con altos costos y efectos no deseados.

Esto sumado a la atención por especialidad que hace que una persona deba ser asistida por varios especialistas, según órgano o sistema afectado, fragmentando a la persona y generando creciente insatisfacción en la población que busca otras alternativas no convencionales para atenderse y que, gracias a la tecnología de la comunicación, son conocidas cada vez por más personas.

Estos tratamientos, por lo general, no se realizan en el campo de la medicina clásica occidental y son vistos con desconfianza por la ciencia oficial.

Desde nuestra perspectiva deben ser atendidos y estudiados para determinar su verdadero valor a la hora de ser administrados a una población que en general no tiene conocimiento suficientes para evaluar cómo impactarán los distintos tratamientos sobre su salud y por tanto requiere ser informada con veracidad.

Si aceptamos este enfoque de la salud como una dimensión del progreso humano entonces suscribiremos el concepto humanista que afirma: “No habrá progreso si no es de todos y para todos, porque el progreso de unos pocos termina en el progreso de nadie”.

Esto expresa la aspiración de que las mejores condiciones de salud necesariamente deben ser alcanzadas por toda la humanidad y no podremos hablar con propiedad de salud si no están dadas las condiciones para que todos los seres humanos, sin distinción, puedan alcanzar el máximo nivel posible en cada momento de la historia.

Sintetizando lo dicho, entendemos que lo que se debe hacer, en lo personal y lo social, es fortalecer la salud, disminuir los factores de riesgo y tratar la enfermedad con acciones que alcancen a todas las personas con equidad, oportunidad y la máxima calidad para todos.

Es en este contexto en el que Rehuno se ha propuesto ser un medio de información que, sin prejuicios, estudie y difunda los conocimientos que se van produciendo y que pueden ser un aporte para mejorar la vida humana.