Ayer en Praga se celebró el fin de la pandemia y la llegada de las tan deseadas vacaciones de verano. El organizador, Ondřej Kobza, recalcó la importancia de socializar y reconectarse con los demás. En particular, eligió el Puente de Carlos porque, a diferencia de los muros, los puentes son la alegoría de la conexión, la conexión entre personas, culturas, mundos…

Fue una cena social: todos trajeron algo de comer y beber y compartieron con los demás. Varios miles de personas asistieron con una mesa de 550 metros de largo. La fiesta, totalmente sin fines de lucro, fue un éxito y se llevó a cabo en un ambiente alegre y liberador. Contrariamente a lo que se dijo en las noticias en Italia, todo estaba de acuerdo con las normas sobre la pandemia actualmente en vigor en la República Checa. Obviamente no faltan las críticas y la perplejidad: ¿fue en este momento que el Consejo de la Ciudad de Praga autorizó una reunión de miles de personas?

Hay que decir que en la República Checa la epidemia se ha desarrollado poco: hay alrededor de 350 muertes y algo más de 10.000 positivos. El Gobierno checo tiene el mérito de intervenir rápidamente con las medidas adecuadas y, sobre todo, obligando a la gente a utilizar máscaras, en los mismos días en que otros países tomaban superficialmente el problema y tomaban decisiones irresponsables sobre la cabeza de sus ciudadanos.

Para la gente de Praga, esta cena social también significaba tomar posesión de una ciudad cuyo centro normalmente está invadido por turistas. Desde este punto de vista, es el momento ideal para visitar esta hermosa ciudad.

Todos esperamos que no haya una segunda oleada, para poder centrarnos en otros problemas que se cobran muchas más víctimas del coronavirus, como las enormes desigualdades y la necesidad de redistribuir la riqueza a nivel mundial.


Traducido del italiano por Estefany Zaldumbide