Este artículo continúa una serie que intentará explicar brevemente distintos aspectos de la propuesta de la Renta Básica Universal (RBU). Para ver toda la serie de artículos publicados sobre este mismo tema, pulsar aquí.

En los años 20 del siglo pasado, se comenzó a especular con la posibilidad de que los robots se hicieran cargo de algunos trabajos desempeñados por personas; era una evolución lógica, ya que la historia del ser humano es también la historia del desarrollo de herramientas mecánicas que han permitido cada vez producir más y mejor, y al mismo tiempo dedicar al ser humano a labores más elevadas. Desde las primitivas herramientas de piedra del paleolítico, pasando por el dominio del metal y llegando a la máquina de vapor. Ya en el siglo XX, la irrupción de las computadoras ha completado el círculo. Hoy día tenemos máquinas para casi todo, y cada vez más “inteligentes” (dejamos para otro momento el debate sobre la “inteligencia” de las máquinas), y casi no hay trabajo en el que no se use una máquina, desde un sencillo arado hasta un sofisticado teléfono móvil.

Es el momento de cumplir el sueño previsto por algunos: que todos los trabajos pesados y mecánicos puedan ser desempeñados por máquinas. Falta poco para que tecnológicamente sea posible, y de hecho, si se destinaran recursos a la investigación, ese poco que falta se completaría rápidamente. Lo que nos ha faltado hasta ahora es voluntad, política y económica.

La RBU sería un incentivo estupendo: por un lado, más gente podría dedicar su tiempo a la investigación en este campo, y por otro, al no haber extrema necesidad económica, nos veríamos obligados a tener máquinas para hacer algunos trabajos pesados que nadie querría hacer, al menos no por un salario mínimo (pienso en la recogida de fruta, por ejemplo). En lugar de destinar recursos económicos y humanos al desarrollo de robots que puedan actuar como soldados “inteligentes” (si fueran “inteligentes” no serían soldados), esos mismos robots podrían cumplir funciones mucho más útiles socialmente, para beneficio de todos. Ha llegado la hora de la RBU.