Por Luis Eduardo Manotas

Para efectos de este manuscrito se definen las siguientes términos enfermedades ruidosas (Covid-19, MERS, SARS) y silenciosas (tuberculosis, Chagas, lepra e hipertensión arterial), precisando que las enfermedades ruidosas son las que tienen alto grado de propagación,  mortalidad y producen miedo, en tanto que las enfermedades silenciosas son las que tienen un bajo grado de propagación, bajo número de muertes inmediatas y deterioro progresivo, pero su efecto sobre la salud son iguales a las enfermedades ruidosas e incluso mayores como se desglosará más adelante. Estas patologías tienen prioridades distintas para los Sistemas Sanitarios (S.S) existentes en el mundo, lo cual genera desequilibrio en la priorización de los S.S de mantener al sano, sano; al enfermo tratarlo y al discapacitado rehabilitarlo. Ahora, en el caso de la cuarentena preventiva obligatoria decretada en Colombia y en otros países para contener la enfermedad ruidosa del COVID-19 dio lugar a un nuevo escenario ecoepidemiológico, el cual se puede resumir en los siguientes términos: parálisis de la economía formal e informal; parálisis parcial del sistema asistencial en salud;  confinamiento de la población en sus viviendas; confinamiento al azar en las viviendas de los casos sin detectar sintomáticos y asintomáticos SARS-CoV-2/COVID-19 (ver figura); hacinamiento constante; mayor demanda de servicios básicos sanitarios en los hogares, y focalización de la manutención de la familia en el poder adquisitivo de cada hogar.

 

 

Este nuevo escenario de organización de sociedad trajo consecuencias que favorecen la transmisión de otras patologías como la tuberculosis, infecciones de transmisión sexual, maltrato familiar y desnutrición crónico, entre otras; algunas de estas enfermedades se enmarcan dentro de las referidas enfermedades silenciosas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) registró a nivel mundial para el 2019, ocho (8) millones de casos de tuberculosis y de estos cerca de doce (12) mil se reportaron en Colombia; además la OMS estimó que la tercera parte de la población mundial está infectada con el bacilo de la tuberculosis y entre 2 a 3 millones mueren a causa de ella. En América o mejor las Américas, la tuberculosis sigue siendo una amenaza para la salud pública calculándose en 400 mil nuevos casos por año y aproximadamente 60 mil a 75 mil muertes anuales, de estas en Colombia se registraron mil muertes, estadística que no ha sido superada por el COVID-19 a la fecha. En el caso de las enfermedades silenciosas como la lepra, Chagas y sífilis (gestacional y congénita) la OMS estimó que anualmente existen cerca de 7 millones de personas con Chagas y 6,3 millones de personas con Sífilis, escenario que no pueden ser desatendido y se constituye en una semaforización para los planes de contingencias de los sistemas sanitarios en los países donde se reportan estas enfermedades.

Retomemos la otra cara de la moneda, de conformidad a los Ministerio de Sanidad en España el confinamiento obligatorio dio lugar a más de 11.300 personas (Adultos mayores) fallecidas, Italia siete (7) mil fallecidas en sus residencias de ancianos a causa del coronavirus; en Colombia a manera de ejemplo la población carcelaria en el departamento de Villavicencio reportó el mayor número de casos de Covid-19, 681 casos; lo cual, resulta desproporcionado con las características de esta población: confinamiento obligatorio, fácil monitoreo, control de visitas y la facilidad de la vigilancia epidemiológica. La población carcelaria entre comillas debería ser la más protegida por el Estado de la actual pandemia del coronavirus por lo descrito: control y monitoreo de los guardianes, visitantes y reclusos  que bien implementados ha podido evitar la transmisión del coronavirus en la cárcel de Villavicencio; pero no, le sumaron a las condiciones infrahumas carcelarias en Colombia el virus del coronavirus, que al igual que a los hogares con personas susceptibles (adulto mayor y enfermos) lapidan su existencia.

La esencia de la cuarentena es aislar el enfermo del sano, pero esta cuarentena mundial tuvo la particularidad de aislar al sano con el infectado y peor con el susceptible; la cuarentena debe involucrar una integralidad en materia de la búsqueda activa de los sintomáticos y asintomáticos que se confinaron al azar; aislamiento especial de los enfermos, monitoreo del paciente y del infectado con coronavirus; continuidad priorizada de los Servicios Sanitarios y concurrencia del Estado con el gasto de los hogares; so pena, de mantener la letalidad del virus como se registró y se vive en Italia, España y lo vive actualmente Brazil,  Ecuador, Perú y Colombia; si bien es cierto el aplanamiento de la curva de transmisión del COVID-19 y el aumento parcial de la capacidad instalada de los Servicios Sanitarios, la falta de integralidad efectiva de la Cuarentena Obligatoria para impactar los factores señalados ha repercutido negativamente en la salud y la economía de los países que implementaron esta medida, debido a la mortalidad en las residencias ocasionadas, el incremento de las patologías silenciosas, sumado a las otras condiciones propias del confinamiento, desempleo, maltrato familiar, hambre, desnutrición, entre otras.

 

Luis Eduardo Manotas S., M.D, PhD. Investigador, Director Científico: IPS Centro Médico San Gregorio Hernández, Inírida (Guainía); Email: phdmanotas@gmail.com