Por Laurence Baranski (*)

En el 2019, la pandemia del Covid-19 llegó al planeta. Se dice que comenzó en China, pero tal vez no. Dado que según algunos observadores, ciertos casos ya habían sido detectados en Europa incluso antes.

Primero nos dijeron que este famoso y perturbador virus había sido transmitido de un pangolín a un murciélago o viceversa, pero es muy probable que este no sea el caso. Este virus también pudo haber sido diseñado en un laboratorio chino de última generación, como parte de la búsqueda de una vacuna contra el SIDA. Aunque esta hipótesis fue impugnada, no sería nada extraño. De cualquier forma, el pangolín y el murciélago, chivos expiatorios desde hace algún tiempo, no tienen nada que ver, esto parece ser aceptado por muchos. En cuanto a la dispersión de la vacuna con esta hipótesis, ¿es voluntaria o no? ¿Es el resultado de una pelea entre Estados Unidos y China? Las teorías abundan y cada uno hará su elección.

Actualmente, el mundo entero está confinado. El canal estadounidense Fox News afirma que al parecer, en un principio, la Organización Mundial de la Salud (OMS), no quería hablar de una pandemia, pero que Bill Gates insistió. Puede que sea falso, pero no parece. Además según Fox, la OMS ha cedido, dado que es precisamente este influyente multimillonario quien proporciona financiación, en todo el mundo, a muchas compañías farmacéuticas, tecnológicas o de medios, incluida la misma OMS. Por lo que, tomaron su megáfono y gritaron: ¡pandemia general!

Entonces, todos nos encerramos a la velocidad de un rayo. 4 mil millones de personas al mismo tiempo. Puede que de nuevo sea falso, pero lo leí y pudimos ver imágenes de personas encerradas en los raros reportajes que se transmitían. Los mismos mensajes en la televisión, los mismos drones allá arriba, las mismas distancias de seguridad entre nosotros, el mismo descontrol (o casi) por las máscaras y el gel, los mismos horarios de salida: no más de una hora por día, y a no más de un kilómetro de casa. Las mismas reglas para todos, independientemente de nuestra lengua o cultura. Con la prohibición de mirar el mar, si se vive a lo largo de la costa, también lo leí. Nos pusimos en marcha, o más bien todos nos pusimos bajo arresto domiciliario por voluntad propia.

Hay que decir que el miedo rodaba, siendo alimentado cada día por la cantidad de muertos desgranados en la televisión. El personal médico luchó tremendamente.  Pensamientos cálidos y gratitud infinita. Nos faltaron camas equipadas, resultados de políticas pasadas. La salud dejó de ser una prioridad desde hace algún tiempo, fue suplantada por el dinero y los beneficios que se pueden obtener de una enfermedad.

Los tratamientos han sido radicalmente prohibidos (y retirados del mercado pocos días antes de que se oficializara la pandemia). Y todavía lo están en ciertos países, entre ellos Francia. ¿Son efectivos? Parecen funcionar y son utilizados por más de la mitad de los médicos a escala mundial donde tienen autorización. Los médicos de la ciudad no entendieron por qué se les privó ciertos tratamientos que podían salvar vidas.Tenían la impresión, y todavía la tienen, de ser infantilizados e incluso humillados. Algunos han expresado, con ira, su incomprensión. Además, tratamientos naturales, como la vitamina C, también han sido denunciados y degradados por las instituciones oficiales responsables de nuestra salud. Así como tampoco se ha hecho un comunicado masivo sobre la importancia de fortalecer, de muchas maneras, nuestro propio sistema inmunológico.

Hoy en día, la tasa de mortalidad vinculada a esta pandemia es 10 veces menor que el 3,5% anunciado, lo que significa, alrededor del 0.3%. Estudios y cifras lo atestiguan. Por otra parte,  la enfermedad, cuando ocurre, es más violenta que una simple gripe, pero le teníamos miedo a la muerte, y no han ocurrido más muertes que en epidemias de años anteriores, a veces incluso menos.

Entonces, ¿por qué se ha confinado a más de la mitad de la humanidad? ¿Como precaución o en previsión de una vacunación general? En este caso, siendo nosotros mismos los solicitantes, deberíamos seguir teniendo mucho, mucho miedo. Que estamos muy cansados y deprimidos, claro, el confinamiento ayudó. Esto es lo que dice Jean Dominique Michel, experto en estudios de salud, en una entrevista que ha sido traducida a varios idiomas y vista millones de veces en todo el mundo. (Ver artículo en Pressenza, “¿Pandemia? Decadencia ética, intelectual y filosófica de nuestra civilización, fatales inconsistencias”).

Y ni hablar de la economía. Cuando ya no hay dinero en una casa o en un negocio, ya no hay, es así de simple. Los artesanos, los comerciantes, los trabajadores independientes, de todos los sectores, y particularmente en el ámbito de la cultura, sufren y sufrirán  ya que en el futuro también se nos prohíbe reunirnos.

Secciones enteras de la economía están colapsando, pero la economía no significa nada; son hombres y mujeres excluidos de la sociedad e incluso de la vida. Las grandes multinacionales van a poder comprar, a bajo precio, las compañías en bancarrota. Estamos presenciando pasivamente la destrucción de la economía real y la concentración de actividades en las multinacionales.

Bill Gates dijo que esto no se detendrá hasta que todos estemos vacunados en aproximadamente 18 meses. ¿Alguien se opone a esta previsión? Un diputado en Austria, un diputado en Italia, algunos médicos o grandes profesores del mundo. Es poco, muy poco. ¿Y nosotros ?

Los medios de comunicación alternativos que transmiten por debajo de la línea convencional han informado mejor que yo sobre esta situación totalmente asombrosa y cambiante. Pero cada vez están más censurados. Desafortunadamente es la realidad. Y en el campo de guerra de la información, han llegado hasta el frente. Hoy, muchos lo están pagando bajo presión, pero su lucha continúa. También son nuestros héroes. Está prohibido hablar para plantear la posibilidad de un plan maquiavélico de toma de poder sobre la humanidad, que algunos llaman el Nuevo orden mundial. Hemos caído en una disonancia cognitiva, es difícil imaginar semejante empresa contra la humanidad. Sin embargo…

Afortunadamente, se levantan voces sabias. No importa el plan de confinamiento y control digital que nos espera, nos recuerdan que la verdadera libertad es interior. Está en nosotros, en nuestra conciencia, en nuestra mente y en nuestra alma donde se encuentra la verdadera naturaleza de la realidad. Si nuestros cuerpos y nuestra libertad de expresión están o no encarcelados, no cambia nada. Estas voces de sabiduría claman: «paz y proyecciones de nuestras mejores intenciones, porque somos los creadores». Y tienen razón.

Así como los informantes, animadores, intelectuales libres, ciudadanos con sentido común lo dicen a su manera: ¡despertemos! ¡vamos a informarnos!, salgamos de esta corriente paralizada por el miedo. La voz de la psicología Wilhelm Reich, desacreditada o elogiada en su momento, que nos invitaba a recuperar el control y la responsabilidad de nuestras propias vidas, comienza a resonar nuevamente: «Escucha tu voz interior que te guía suavemente, no confíes en nadie y menos aún en los líderes que elegiste,  sé tú mismo «.

Información, discernimiento y sobre todo paz.


Traducción del francés por Maria Paula Alvarez