Por: Rodrigo Arce Rojas 1

En estos días de aislamiento social necesario podemos apreciar, por medio de las ubicuas redes sociales y las innumerables conversaciones virtuales que sostenemos cotidianamente, que ha empezado a fluir en el ambiente muchas pero muchas preguntas sobre qué hemos hecho o no hemos hecho para llegar a esta situación crítica, preguntas sobre qué tenemos que hacer después para no repetir la misma condición de vulnerabilidad a la que hemos llegado. ¡Qué buena noticia que surjan y florezcan las preguntas!

Eso quiere decir que estamos en un momento de crujido del sistema civilizatorio en el que nos encontramos. Tenemos la oportunidad de decidir si seguimos con la misma normalidad inhumana, deshumanizante, desnaturalizante o si buscamos un nuevo orden, un nuevo equilibrio dinámico socialmente construido y que convierta las lecciones aprendidas para ser mejores que antes, con nosotros mismos, con todos, con la naturaleza.

Emergen preguntas tales como ¿Cuáles son los impactos personales, sociales y ambientales que hemos causado por nuestro modo de entender y desarrollar la economía o el desarrollo? ¿Cuáles han sido los impactos al planeta, a la vida humana y a la vida de los no humanos de nuestras palabras estrella (¿individualidad, consumo, materialidad, competencia?)? ¿Cuáles han sido los impactos de nuestras creencias, valores, indicadores de éxito? ¿Cuál es el elemento central que organiza y motoriza nuestra vida (¿mercado, economía, éxito personal; yo, nosotros; economía, vida; colaboración; amor, solidaridad?)? ¿Qué mensajes explícitos o implícitos estamos dando con nuestro accionar público? ¿Qué engaños nos hemos apropiado y lo celebramos y disfrutamos? ¿Qué autoengaños sostenemos tozudamente porque nos hacen creer que es lo mejor y a la vez no las hemos creído? Qué bueno que se soltaron las preguntas y que se sigan generando y reproduciendo. Depende de cada uno y depende de la acción colectiva para responder estas preguntas de manera osada, creativa, innovadora, transformadora.

Las preguntas a su vez generan necesidades de respuesta. Seguramente los procesos de reflexión nos están llevando a resignificar muchas palabras que antes las considerábamos como indicativas de nuestro éxito personal, familiar, organizacional e incluso como características de un país desarrollado.

Una de las virtudes de la pandemia es que sin habérnoslo propuesto lo hemos convertido en un espacio filosófico y nos hace ver la necesidad de revisar nuestros marcos paradigmáticos de desarrollo. Eso implica una revisión profunda de nuestra cultura, de nuestro lenguaje, de nuestras palabras.

Las palabras, que funcionan a modo de unidades culturales, también tienen su ciclo de desarrollo, nacen (son creadas), crecen (se diseminan) y luego desaparecen (se extinguen o caen el olvido). Esta situación que vivimos a escala mundial también está afectando a las palabras. Así por ejemplo han quedado seriamente magulladas las palabras egoísmo, individualismo y por el contrario han sido robustecidas las palabras comunidad, colectividad, alianzas, redes; solidaridad y colaboración. Han quedado golpeadas las palabras banalidad, superficialidad; pretensión, ostentación arrogancia; consumismo, derrochismo, materialismo y han sido revaloradas palabras como austeridad, humildad, sencillez y esencia. Han quedado heridas palabras como apatía, indiferencia y han sido reivindicadas palabras como entrega, compromiso, sentido de pertenencia.

Consecuentemente es necesario profundizar el debate que ya ha empezado respecto a la revisión profunda de nuestro marco paradigmático de desarrollo, nuestro marco epistémico, ontológico, cultural y lingüístico. Nuestras palabras estrella nos revelan, son guías de pensamiento y de acción. Las palabras forman parte de un bucle de retroalimentación en el que se entrelazan los paradigmas, los pensamientos, los sentimientos y emociones, discursos, narrativas, prácticas, actitudes y comportamientos. De ahí la importancia de reconocer qué palabras deben conducirnos a una nueva era, un modelo alternativo de desarrollo que estamos buscando.

La identificación de conceptos clave es una forma de sintetizar los contenidos esenciales de una propuesta. Más que un esfuerzo reductivo es un proceso sintético que tiene la capacidad de identificar ideas fuerza que permitan a desarrollar argumentaciones más exhaustivas. En término de técnicas y estrategias de pensamiento lo ubicaríamos en el pensamiento convergente-divergente.

En el presente ejercicio se ha identificado 5 palabras clave como componentes fundamentales de las alternativas al desarrollo post pandemia. Estas palabras son: amor, articulación, autonomía, austeridad, y adaptabilidad. Estas palabras responden a las siguientes preguntas:

¿Cuáles son las palabras fundamentales que mejor describen de manera sintética los componentes de las alternativas al desarrollo post pandemia?

¿Si tuviéramos que explicar los conceptos fundamentales de las alternativas al desarrollo post pandemia qué palabras usaríamos?

Todas estas palabras deben contribuir en su conjunto a una sustentabilidad fuerte y deberán ser capaces de movilizar tanto aspectos racionales, emocionales, actitudinales, y estratégicos. Son palabras que deberán tener la capacidad de ajustarse a diferentes contextos y temporalidades. Es obvio que pueden ser más palabras y no todas tienen que empezar con la misma letra (“a”) como lo hemos hecho aquí, obedeciendo un criterio nemotécnico (facilidad de recordación).

Las palabras seleccionadas son fruto de un largo proceso de estudio sobre las interrelaciones entre sociedad-naturaleza-cultura en el que se ha revisado y reflexionado sobre los siguientes temas: alternativas al desarrollo, ontologías relacionales, la vida, la filosofía de la biología, el biocentrismo, el bienestar animal y ética ecológica, entre otros. El enfoque utilizado que aglutina los conceptos seleccionados es el de los sistemas adaptativos complejos que reconoce a elementos diversos (tangibles e intangibles) en interacción e interdependencia.

No obstante, se ratifica el hecho que el conocimiento, a diferencia del paradigma dominante de la ciencia, debe ser producto de todos los actores involucrados y por eso se pone en consideración de la sociedad para su enriquecimiento.

Algunas de las ideas centrales que sustentan las palabras seleccionadas son las siguientes:

Amor: el hecho de haber separado la razón de la emoción, la naturaleza de la sociedad, la ciencia de la ética y la estética, ha provocado finalmente grandes distancias entre los propios humanos y entre los humanos y la naturaleza. Significa entonces que tenemos que promover el reencuentro con nosotros mismos, con los otros humanos y con los otros no humanos. Las ansias desmedidas de poder han llevado a tantas injusticias y opresiones a la vida humana, la vida no humana incluso a los seres tierra de la que nos habla Marisol de la Cadena (2015). Este es un concepto central en las grandes religiones y en la filosofía.

Articulación: Precisamente el paradigma disyuntivo y reductivo que caracteriza a la ciencia positivista y el modelo de desarrollo hegemónico nos ha lleva a una visión fragmentaria de la realidad alrededor del cual se organizan las instituciones sociales, académicas y económicas. Es muy recurrente escuchar o leer sobre los problemas de incomunicación, aislamiento y descoordinación. La articulación, la religancia tiene que ver con el reencuentro entre lo racional y lo emocional, lo tangible con lo intangible, el orden con el caos, la ciencia con la conciencia, la ciencia con la ética, la ciencia con la estética, el conocimiento científico con el conocimiento tradicional, entre otras tantas disyunciones que hasta ahora han primado.

Autonomía: Los procesos homogeneizantes de la globalización tienden a aplastar la diversidad y lo local y dan pie a una serie de injusticas y exclusiones de tipo epistemológico, ontológico, jurídico, lingüístico, entre otros. La autonomía es la revaloración de lo local, de lo comunal, del derecho al desarrollo propio y los derechos culturales. No obstante, en una perspectiva de sistemas adaptativos complejos, se reconoce la importancia de la relación autonomía-dependencia-interdependencia. No son conceptos excluyentes sino conceptos que se inscriben en las relaciones complejas de los sistemas. La autonomía no es para separarse sino ser partícipes del diálogo universal en condiciones equitativas y empáticas.

Austeridad: Gran parte de los problemas de la humanidad radican en el consumismo y el derroche. Esto produce desarreglos en el metabolismo de los socioecosistemas que producen contaminación y residuos más allá de lo que los sistemas son capaces de procesar. Existen múltiples expresiones de sociedades consumistas como la contaminación ambiental (agua, aire, tierra; biósfera, exósfera) y el cambio climático. Las propuestas económicas dominantes se esfuerzan de sobremanera para acabar con la austeridad donde la obsolescencia programada es apenas una expresión. A ello se le suman elementos emocionales como estatus, ostentación.

Adaptabilidad: el mundo está signado por todo tipo de cambios y es importante que personas, grupos e instituciones tengan capacidad de respuesta positiva a estos cambios siempre en sentido de seguir contribuyendo a la sustentabilidad fuerte. Por ello la adaptabilidad no puede ser confundida con acomodo pasivo a los poderes sino más bien tener la capacidad de ofrecer nuevas y creativas respuestas a los retos de una sociedad cambiante donde corre de manera acelerada la información y las tecnologías.

Estos conceptos clave están interrelacionados y sus contenidos son los siguientes:

Amor: Afectos, empatía, convivencialidad; cuidado; respeto; justicia; dialogicidad; entendimiento, comprensión; inclusión; armonía; colaboración, cooperación, simbiosis; diálogo, democracia, participación, gobernanza; ciudadanías expandidas; expansión de la comunidad moral; buen vivir. Con ello se pretende superar indiferencias, invisibilizaciones, opresiones, odios, insensibilizaciones; racismo, sexismo, especismo; pseudo especiaciones humanas, injusticias, desigualdades, inequidades; marginación, exclusión, entre otros.

Articulación: Sistemas, interacciones, interdependencias, interdefinibilidades, dinámicas no lineales; redes, tramas, tejidos; alianzas, sinergias, relaciones, vínculos; conectividad; religancia; ontologías relacionales; diversidad, pluralismo, interculturalismo. Se pretende superar el aislamiento, fragmentación; sectorialidad; disyunción, entre otros

Autonomía: Auto reconocimiento, autovaloración, autoestima; libertad, derechos al desarrollo propio; gobernanza propia; valoración de lo local y comunal. Se pretende superar el  colonialismo, patriarcado; globalización homogeneizante; imposiciones de poderes políticos, económicos, sociales y culturales, entre otros.

Austeridad: Reducción de Gases de efecto invernadero; consumo responsable; recuperar, reusar, reciclar; disminución de producción de residuos; creatividad; solidaridad. Se pretende superar la  contaminación, consumismo excesivo, derroche, ostentación, entre otros.

Adaptabilidad: Adaptación a los cambios del entorno; evolución; resiliencia; capacidad de respuesta a la incertidumbre; reconocimiento de los equilibrios dinámicos no lineales. Se pretende superar la inmovilización, pasividad, indiferencia, inercia, aislamiento, descontextualización

Pero no hay que esperar que pase la pandemia para reconocer nuestras palabras guías de una nueva era. Estos conceptos ya lo estamos viviendo y es importante que lo sepamos ponderar apropiadamente como las ideas fuerza de una sociedad más afectiva, más solidaria, más empática, más conectada con la naturaleza y con capacidad de hacer frente a la incertidumbre que llegó para quedarse.

 

Referencia bibliográfica:

De la Cadena, Marisol. (2015). Earth Beings. Ecologies of Practice Across Andean Worlds. Durham: Duke University Press

 

1 Doctor en Pensamiento Complejo por la Multidiversidad Mundo Real Edgar Morín de México. Magister en Conservación de Recursos Forestales por la Universidad Agraria La Molina, Perú.